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Cuando la casa está limpia, escucho un coro de aleluya en el fondo. Es asombroso. El cielo es más azul, mi cabeza está más clara, y siento que tengo el espacio mental para soñar, planificar y concentrarme en lo que realmente me importa más en la vida.

Pero tener hijos y mantener la casa continuamente limpia es como el petróleo y el agua.

Se siente como si estuviera en una búsqueda incesante para mantener el orden y la limpieza en nuestro hogar. Durante la hora de la siesta, miro videos de YouTube de personas que hacen “horas de trabajo” limpiando su casa lo más rápido que pueden en una hora. Mientras los YouTubers hablan sobre sus rutinas de limpieza, yo lavo platos, paso la aspiradora, quito el polvo y rocío superficies.

Me enteré de un libro que me ayudaría a desarrollar rutinas para que mi hogar siempre estuviera impecable. Por supuesto, inmediatamente lo compré y lo leí, con la esperanza de poder lograr un hogar brillante. A pesar de mis esfuerzos, sigo quedándome corta. Me siento atrapada en la tensión de querer un hogar inmaculado y una infancia plena y vibrante para mis hijos. Terminé ansiosa e insatisfecha con el estado de mi hogar, y algunas veces con mi vida.

Pesebre limpio

El otro día, mientras escuchaba el Libro de los Proverbios en mi aplicación de lectura de las Escrituras , de repente me llamó la atención un versículo: “Donde no hay bueyes, el pesebre está limpio, pero las cosechas abundantes vienen por la fuerza del buey” (Prov. 14: 4).

Obviamente no estoy lidiando con ningún buey o pesebre, pero el proverbio aún resuena.

En la época de Salomón, el sustento de muchas familias dependía de los bueyes que cultivaban sus campos y proporcionaban cosechas para comer y vender. Me imagino viviendo en ese momento y pensando, solo quiero que el pesebre esté limpio por una vez. Por favor, ¿qué tan difícil es tener un pesebre limpio? Y Solomón básicamente dice: “Claro, puedes tener un pesebre limpio, si no hay bueyes”. Si quieres un pesebre limpio, deshazte de los animales. Lo tendrás agradable y limpio. Barrer, trapear, rociar, obtener un olor agradable y fresco”. Pesebre limpio, marca esto fuera de tu lista.

Pero sin bueyes, no tienes cultivos. La abundancia proviene del animal que ensucia el pesebre. Si quieres la abundancia, debes abrazar el desastre. 

La abundancia es sucia

Si me deshiciera de los niños y el marido, tendría un hogar perfectamente limpio. Una cocina chispeante, pisos recién aspirados y trapeados, todo en su lugar con cero desorden. Pudiera respirar profundamente y disfrutar de un hogar encantador y ordenado.

Pero, ¿qué falta? El maravilloso esposo que Dios me ha provisto. Los niños preciosos, que son un tesoro del Señor. Claro, podría tener las cosas inmaculadas. ¡Pero cuánta soledad! Es posible que no tengamos un hogar que siempre tenga espacio, pero hay una gran riqueza en nuestro hogar. Hay vida. Hay abundancia.

Proverbios 14:4 me ha ayudado a replantear la forma en que veo el desastre. Los juguetes en el piso simbolizan la imaginación en expansión, explosiones de pensamiento a medida que las mentes jóvenes aprenden y crecen. Las migajas en el piso después del almuerzo son un recordatorio de que los estómagos se llenan, de que Dios ha sido fiel para proporcionarnos alimentos satisfactorios todos los días. La parte superior del tocador polvoriento es un mensaje visual de que nuestro tiempo se está gastando en otro lugar.

El polvo en la alfombra delantera es un recordatorio de que mi hijo y mi esposo se divirtieron juntos afuera, haciendo dulces recuerdos de padre e hijo. Hay aventuras en el patio de juegos, salpicaduras de agua a la hora del baño, corriendo por la casa mientras simulamos que somos trenes, y bailando con canciones que explotan en las bocinas. Hay abundancia.

Dios me está enseñando a mirar más allá del desastre, a mirar hacia la abundancia.

Y la abundancia estaría ausente si los niños que hacen el desastre no estuvieran presentes.

Dios me está enseñando a mirar más allá del desastre, a mirar hacia la abundancia. Para ver la riqueza y la belleza de los niños que disfrutan de la vida, de los momentos felices con los padres y los niños, del amor y la risa que reverberan en las paredes. Esto todavía es difícil, ya que realmente valoro un hogar limpio (que, para ser claros, no es algo malo). Pero oro para que el Señor me haga crecer cada vez más al reconocer lo que más importa y al abrazar a la gente por encima de la perfección.

En medio del desastre, abrazar la abundancia.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Patricia Namnún.
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