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Desde el lunes de la semana pasada Nicaragua se ha visto inundada en protestas y saqueos luego de que el presidente Daniel Ortega anunciara reformas polémicas al sistema de seguridad social y pensiones.

Los hechos

Durante estas protestas, el equipo de datos SOS Nicaragua y la Iniciativa Nicaragüense de Defensoras de Derechos Humanos han registrado al menos 28 muertos en los enfrentamientos y cientos de heridos, mientras que el gobierno solo ha informado sobre 10 muertes.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) condenó el uso excesivo de la fuerza por parte del gobierno para reprimir las protestas, y exigió este martes “garantizar que se realicen investigaciones prontas, exhaustivas independientes y transparentes” sobre las muertes, los saqueos, y los actos de violencia ocurridos en los últimos días.

Las reformas que el presidente Daniel Ortega anunció incluían aumentar “los aportes al Seguro Social (de 6,25% al 7% del salario), que los empleadores pasarán de pagar el 19% al 22,5% de los salarios de sus trabajadores, y los jubilados ahora tendrán que contribuir con el 5% del monto que reciben como pensión”. Sin embargo, el pasado domingo, el presidente canceló estas nuevas medidas ante las protestas que aún no disminuyen.

El consenso de los analistas es que, detrás de esta ola de protestas y el rechazo masivo a las reformas que el gobierno quería implementar, hay un profundo quiebre en la relación del gobierno con los ciudadanos. Los manifestantes se expresan contra la interferencia de Ortega con la Asamblea Nacional, la ley, y la Constitución. Por otro lado, el Consejo Superior de la Empresa Privada de Nicaragua (COSEP), quienes representan al sector privado, es uno de los convocantes de las marchas contra el gobierno nicaragüense.

Mientras tanto, la iglesia católica apoya a los manifestantes, ofreciendo sus templos como lugares de refugio, y acepta mediar en un diálogo de paz propuesto por Ortega.

¿Cómo debemos responder?

Nuestra respuesta como iglesia debe comenzar por clamar al Señor. Indiferentemente de la postura que tengamos sobre las reformas, lo cierto es que los creyentes debemos procurar velar por la paz y buscarla primero en oración, como nos enseña la Palabra (1 Ti. 2:1-2). Oremos para que Dios levante líderes cristianos en diferentes ámbitos sociales, incluyendo la política.

Al mismo tiempo, somos llamados a llorar con los que lloran en medio de la pérdida de seres queridos en los enfrentamientos (Ro. 12:15). Busquemos además sabiduría y discernimiento para que podamos ser luz en medio de estos momentos tan turbulentos para Nicaragua, mientras confiamos en la soberanía de Dios sobre todas las cosas (Mt. 5:16-17).


Imagen: Infobae.
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