Las riñas no solo ocurren. La gente las provoca.
Por supuesto, hay desacuerdos honestos y acuerdos a estar en desacuerdo, pero eso no es lo que la Biblia quiere decir con reñir. Las riñas, al menos en Proverbios, son argumentos innecesarios, del tipo del que los hombres honorables se alejan (Pr. 17:14; 20:3). Y los ancianos también (1 Ti. 3). Estas peleas no son producto de una reprensión amorosa o de una convicción basada en principios. Estas disputas surgen porque la gente es contenciosa.
Entonces, ¿cómo es una persona contenciosa? ¿Cuáles son sus marcas distintivas? Aquí hay doce posibilidades.
Podrías ser una persona contenciosa si…
1. Defiendes cada convicción con el mismo grado de intensidad. No hay cuestiones secundarias o terciarias. Todo es primario. Nunca has conocido un asunto por el cual no meterías tu mano en el fuego.
2. Eres rápido para hablar y lento para escuchar. Rara vez haces preguntas, y cuando las haces, es para acusar o continuar elaborando tu caso. No estás buscando aprender, estás buscando defender, dominar, y destruir.
3. Tu único modelo de ministerio y fidelidad es el enfrentamiento con los profetas de Baal en el Monte Carmelo. O el único Jesús que te gusta es el Jesús que sacó a los mercaderes del templo. Estos son ejemplos reales en las Escrituras. Pero la Biblia es un libro, y el sarcasmo y los látigos no son los métodos normales para hacer una intervención personal.
4. Eres incapaz de ver matices y no crees en adjetivos indefinidos. Todo en la vida es blanco o negro, no hay nada gris.
5. Nunca das el beneficio de la duda. No intentas leer argumentos en su contexto. Pones la peor hipótesis posible en los motivos de los demás, y favoreces la interpretación menos halagadora.
6. No tienes opiniones secretas. ¿Sabe la gente lo que piensas sobre cualquier cosa? No debería. Es por eso que tienes un diario, un cuarto de oración, o un perro.
7. Eres incapaz de mostrar empatía a tus oponentes. Olvidas que los pecadores también sufren. Pierdes la habilidad de ponerte en los zapatos de otra persona.
La gente contenciosa casi siempre ve a los demás en necesidad de reprensión, rara vez los ven en necesidad de ser alentados
8. Tu primer instinto es criticar; tu último instinto es animar. La gente contenciosa casi siempre ve a los demás en necesidad de reprensión, rara vez los ven en necesidad de ser alentados.
9. Tienes una pequeña cuadrícula, y todo debe encajar en ella. Ves la vida a través de un pequeño prisma en el que ya sabes de qué se trata todo. Todo es una cuestión de justicia social. Todo está relacionado con el principio regulativo. Todo es culpa de Obama. Todo se trata de Trump. Todo se trata de las feministas. O el patriarcado. O cómo mis padres arruinaron mi vida. Cuando todo lo que tienes es un martillo, el resto del mundo parece un clavo.
10. Derivas un sentido de satisfacción y seguridad espiritual en sentirte constantemente rechazado. No queremos culpar a las víctimas, pero algunas personas son constitucionalmente incapaces de existir sino es como parte del remanente. Deben ser perseguidos. Deben ser calumniados. No saben vivir en tiempos de paz, sólo en guerra.
11. Siempre estás en las trincheras con granadas de mano atadas al pecho, nunca en la cafetería con un helado y en un juego de tenis de mesa. Recuerdo que hace años hablé en la iglesia con un soldado, quien me dijo de forma tímida que su trabajo en Irak era conducir un convoy armado para el camión de helados. Era extremadamente peligroso escoltar el vehículo a través del territorio infestado de bombas. Este fue un trabajo valiente y honorable. E importante: aún los soldados necesitan helado de vez en cuando. El amplificador no tiene que estar en 11 todo el tiempo. La seriedad acerca de Dios no es lo mismo que una seriedad patológica para todas las cosas. Recuerda a G. K. Chesterton: “Tenemos que sentir el universo como el castillo de un ogro a punto de ser asaltado, y al mismo tiempo como nuestra propia cabaña a la que podemos regresar al anochecer”.
12. Nunca has cambiado de opinión. Si no has cambiado de opinión sobre un asunto importante, me pregunto si eres cristiano o incluso si estás vivo. Por supuesto, la verdad nunca cambia, y tampoco deberían muchas de nuestras convicciones. Pero las personas contenciosas suscitan riñas porque, ya que lo saben todo, no tienen necesidad de escuchar, aprender, o hacer preguntas.
¿Te identificas con algo? Mira a Cristo. Él tiene el poder de cambiarnos y ha hecho provisiones para perdonarnos. Por la muerte del Príncipe de Paz podemos estar en paz con Dios y en paz unos con otros.