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Seamos honestos: Esperar es difícil. En ocasiones, doloroso. Creo que no podemos tapar el sol con un dedo fingiendo ser muy espirituales al hablar de este tema. Tú sufres la tensión de lidiar con la angustia y la frustración cuando el tiempo pasa y tienes que seguir esperando. ¡Eso es lo último que queremos experimentar!

En la espera gustamos el mismo sabor de desesperación e incertidumbre que asaltó al salmista cuando expresó: “¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí Tu rostro?” (Sal 13:1).

¿Has estado ahí alguna vez? En esa etapa de la vida, lo que menos quieres escuchar es: “Espera en el Señor, hermano”. Esa frase es buena, pero la sientes amarga porque es posible que estés luchando con el pensamiento de si Dios realmente te ha olvidado.

Permanecer hasta que Dios actúe es un gran reto. La experiencia se agudiza cuando tienes la tentación de actuar por ti mismo, porque posees los recursos u oportunidades para lanzarte a ese plan por el cual has trabajado o has estado esperando hasta por años. Súmale a esto la presión ocasionada por la mentalidad de gratificación inmediata que caracteriza a nuestra generación. No obstante, esperar a que las cosas sucedan en el tiempo que Dios ha planificado es el mejor camino.

Esperar en el Señor durante la aflicción es necesario para que el Espíritu nos haga más santos, más parecidos a Cristo

Yo también he estado en la sala de espera divina. Todavía tengo mucho que aprender, pero te comparto algunas cosas que sufrir la espera me ha enseñado:

1) A ser paciente

La paciencia es la actitud de soportar las dificultades sin quejarse. Cada persona tiene una capacidad de resistencia ante los problemas de la vida. Cuando se agota esa capacidad, entonces viene la protesta o el disgusto.

La manera en que reaccionamos ante las vicisitudes pone en evidencia si nuestro carácter está calificado o no. El Señor va a usar las dificultades para producir en nosotros el nivel de resistencia que demandan sus planes futuros para nosotros.

El comentarista bíblico William MacDonald afirma esta idea al decir sobre Romanos 5:4: “Cuando Dios nos ve bajo el peso de nuestras pruebas y esperando en Él para obrar Sus propósitos por medio de ellas, Él nos da Su sello de Aprobación de la Paciencia”.

2) A ser más humilde

Buscar alcanzar las metas es una tendencia natural humana. Hay mucho de legítimo en esa búsqueda. Sin embargo, viviendo en la sociedad del “yo” ⏤donde el individuo es la medida de todas las cosas⏤ los cristianos somos fácilmente tentados a excluir a Dios y perseguir nuestros sueños. Vivimos como si fuéramos los arquitectos de nuestro destino o los capitanes de nuestra propia barca.

La cultura moderna incentiva y exalta el egocentrismo, lo que a su vez alimenta el orgullo. El orgullo no consulta ni sabe aguardar porque cree merecerlo todo. Por el contrario, la humildad da espacio al otro y reconoce su propio lugar sin sentirse especial. Esa actitud nos facilita esperar lo necesario para que nuestro Dios haga conforme a Sus propósitos y no conforme a los nuestros.

3) A ser más santo

Pablo dice que la tribulación produce perseverancia (Ro 5:3). Pedro nos recuerda que el propósito de ser afligidos con diversas pruebas es que nuestra fe sea perfeccionada (1 P 1:6-7). Un carácter perseverante y una fe madura son características esenciales de la vida de santidad de un cristiano. Por tanto, esperar en el Señor durante la aflicción es necesario para que el Espíritu nos haga más santos, más parecidos a Cristo.

4) A ver mis ídolos morir

El primer libro de Samuel narra cómo el arca del pacto fue raptada por los filisteos (5:1-4). Estos enemigos históricos de Israel adoraban distintos ídolos. El arca fue puesta en el templo de uno de ellos, llamado Dagón. Después sucedió algo interesante. El escritor detalla que cuando volvieron al templo por la mañana, los habitantes de la ciudad filistea encontraron a Dagón postrado rostro en tierra delante del arca. Al siguiente día, sus manos y cabeza estaban cortadas. Fue una lección que demostraba que existe un solo Dios poderoso y verdadero.

A menudo tengo esta imagen en mente cuando pienso en los ídolos de mi propio corazón. Al esperar que el Señor actúe en distintas etapas de la vida, he sabido sentarme como espectador para ver cómo el Espíritu Santo avergüenza y corta las manos y cabezas de estos dioses falsos.

En periodos de dificultad, he sido confrontado y exhortado a atesorar las cosas que realmente tienen valor

No celebro que tenga ídolos. Pero ⏤aunque doloroso al principio⏤ verlos morir resulta en una gran satisfacción en Cristo (Gá 2:20).

5) A atesorar lo que vale

Valorar lo que Dios desaprueba es nuestra tendencia pecaminosa. En la prueba de la espera, he podido comprender que hay cosas que tienen un alto valor para Dios, como el matrimonio, la familia y la iglesia. En periodos de dificultad, he sido confrontado y exhortado a atesorar las cosas que realmente tienen valor.

6) A conocer más a Dios

Hay momentos donde nuestra imaginación puede volar con mayor facilidad. Quizá lo has vivido mientras estabas en una sala de hospital, la estación de autobuses, la zona de espera en el aeropuerto. Cuando paso horas en lugares como estos ⏤si asumo la actitud correcta de ser paciente⏤ puedo meditar y darme cuenta de cosas que en el trajín del día no es posible identificar. En ocasiones el estar en estos lugares se traduce en horas de productividad espiritual y emocional.

Estos escenarios propician la reflexión en el carácter de Dios y Su gloria. Al interiorizar las Escrituras mientras sufrimos la espera, podemos aceptar el llamado del Padre a mirar a Él. Esa experiencia nos hace conocerlo más. La espera bíblica no es completamente pasiva, sino una oportunidad para seguir creciendo en el Señor.

Nuestra identidad está en Cristo, no en que las cosas salgan como pensábamos

7) A encontrar mi identidad en Cristo

Nuestros corazones pueden engañarnos y hacernos creer que la seguridad se encuentra en la ejecución de nuestros proyectos. Por ello, cuando nuestra planificación se ve temporalmente interrumpida o sorpresivamente cambiada por la providencia divina ⏤debido a una pandemia, crisis económica, laboral o por enfermedad⏤ en vez de agradecer a Dios por Su cuidado y soberanía, nos frustramos y desalentamos con facilidad.

De acuerdo con las Escrituras, nuestra identidad está en Cristo, no en que las cosas salgan como pensábamos. El apóstol Pablo nos dice que hemos sido seleccionados por Dios para salvación; predestinados para ser adoptados como sus hijos; redimidos por la sangre de Cristo; hechos beneficiarios de una herencia celestial; y sellados con el Espíritu Santo (Ef 1).

8) A contemplar el evangelio

Más que un cliché que usamos para estar a la vanguardia, el evangelio —la encarnación, vida, muerte, resurrección y exaltación de Cristo— es el castillo al cual corremos para refugiarnos en las pruebas. Los cristianos experimentamos una lucha espiritual mientras esperamos por el obrar de Dios. La tensión puede volverse agobiante. Afortunadamente, podemos encontrar descanso, aliento, motivación y estímulo al predicarnos el evangelio. De esta manera, arrojamos continuamente la verdad de la Palabra a nuestros corazones.

No cabe ninguna duda de que el alma es exprimida cuando espera. Que esto sea de provecho dependerá de la actitud que determinemos asumir delante del Señor. Dios está en control de tu vida. Él es confiable. Tu presente está en Su mano. Tu futuro con Él está seguro. Descansa en Él y, por cierto, espera en Él.

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