“La autoridad de Dios en la verdad revelada de la Biblia y a través de ella debe controlar y moldear nuestra creencia y nuestro comportamiento” (J. I. Packer).
James Innell Packer, conocido como J. I. Packer, partió el día de ayer, 17 de julio de 2020, a la presencia del Señor a sus 93 años. Él se marcha de este mundo como uno de los teólogos y autores más importantes en la historia reciente del cristianismo
Aunque nunca ocupó un púlpito con alta visibilidad ni trabajó en algún seminario grande, por medio de sus muchos escritos y conferencias se convirtió en una de las personas más influyentes en el movimiento evangélico en todo el mundo.
De hecho, publicó tanto que es imposible compilar una bibliografía de sus escritos. Entre sus muchos libros destacan los clásicos: El conocimiento del Dios santo, El evangelismo y la soberanía de Dios, y El fundamentalismo y la Palabra de Dios.
Durante su ministerio, Packer llegó a servir al Señor desde diferentes lugares y posiciones, con tal de contribuir en la expansión del conocimiento bíblico. Primero en Europa desde sus trabajos como director en Tyndale Hall (un importante colegio teológico evangélico en Bristol) y en Latimer House (un influyente grupo de estudios y reflexión evangélica en Oxford), y más adelante radicado en América desde su cargo como Profesor de Teología de la Junta de Gobernadores del Regent College en Canadá.
Él también sirvió durante décadas como asesor teológico para Christianity Today, una de las publicaciones evangélicas más destacada en el mundo. Además trabajó como editor de la English Standard Version (ESV, por su abreviatura en inglés), una de las versiones de la Biblia más leídas hoy. Así que si hay una voz que podamos asociar fácilmente con el evangelicalismo en nuestros días, esa es la de J. I. Packer.
En todos estos roles, su servicio a la obra de Cristo ha sido de bendición para incontables creyentes. Así describió su llamado recientemente:
“Si me pidieran que me perfilara en esta etapa de mi vida, debería comenzar destacando mi sentido continuo de ser llamado por Dios, siendo yo un pecador salvo por Él, y debiéndole todo a su gracia, para servir a su pueblo como un ministro-maestro que comunique la verdad bíblica y vivificante de la providencia, la bondad, y el conocimiento del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, y por lo tanto un acompañante de la formación espiritual y un ayudante de las almas atribuladas”.
Aunque Packer siempre ha estado comprometido con la Iglesia anglicana, él afirmó en uno de sus libros algo que bien podría decirse de casi todos sus escritos: “Antes de ser anglicano, soy evangélico, y he intentado escribir de tal manera que todos los evangélicos, y los aspirantes a ser evangélicos, se beneficien”. La agenda de Packer no fue hacer avanzar su denominación; fue hacer avanzar el evangelio. En ese sentido, desde el comienzo de su ministerio se propuso enseñar lo que podríamos llamar el mero cristianismo (tomando prestado el nombre del clásico de Lewis) con raíces evangélicas.
Hace unos años atrás, alguien le preguntó a Packer: “¿Cuáles serían tus últimas palabras para la iglesia?”, y él respondió: “Glorifica a Cristo de todas las maneras”. Hoy hacemos bien en prestar atención a estas palabras de un hombre que ya no está con nosotros, pero que fue usado por el Señor para dejarnos un legado rico en verdad bíblica.
Demos gracias al Señor por la vida y testimonio de este obrero fiel que dedicó su vida a ayudar a la iglesia a conocer mejor a su Dios majestuoso.