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─ ¡Suficiente! Debes arrepentirte de ese pecado.
─ Bueno, Dios me perdona —dijo el cristiano.
─ Sí, pero hablo de un arrepentimiento verdadero. Me refiero a que es urgente que te alejes de una vez y por todas de esa práctica.
─ Puedo manejarlo. Además, soy un cristiano productivo y de mucho valor para mi iglesia…
─ Estás jugando con fuego y eso ha de costarte la vida — replicó su conciencia.

¿Has escuchado esa voz en tu cabeza?

Cuando estás a punto de pecar y de repente algo te frena por unos segundos… Es como si lucharas contigo mismo antes de actuar… Desafortunadamente, muchos cristianos ignoran y hasta rechazan vivir con una conciencia limpia. La caída de líderes cristianos en los últimos años es un ejemplo vivo de esa dolorosa situación.

La conciencia es definida como el “conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios” (RAE). Pero los creyentes creemos también que es una facultad que Dios concedió al ser humano para juzgarse a sí mismo. Para los cristianos no se trata de la voz del Espíritu Santo (aunque Él puede usarla). Más bien, como facultad humana, la conciencia defiende o acusa a una persona. Puede ser informada para ser más sensible moralmente hablando o puede ser ignorada, llegando inclusive a su total insensibilización.

Una conciencia resulta limpia cuando la advertencia que realiza es acatada por la voluntad, al juzgarnos y absolvernos; es decir, no solo al fungir como custodio, sino al surtir efecto su protección. Esto ocurre cuando la persona presta atención a la conciencia y ejecuta lo que es correcto. De esta manera, la conciencia queda limpia cuando no se deja ensuciar por el pecado de una decisión contraria a la moral.

Conociendo este concepto, me gustaría mostrarte tres razones por las que es importante que un cristiano procure una conciencia limpia ante Dios.

1) Una conciencia limpia pertenece a la vida de amor que Dios espera

En el jardín del Edén, Adan y Eva llevaban una relación y comunión de amor perfecto con Dios y entre ellos. No había segundas intenciones, heridas o engaños. Tampoco mentiras o algo que esconder. La conciencia del hombre y la mujer estaba libre de culpas. Sin embargo, después de la caída todo se derrumbó. Como consecuencia, en cada de nuestras decisiones, nosotros también experimentamos una batalla constante con nuestras conciencias.

La conciencia limpia es materia prima para la vida de amor sacrificial que Dios espera que vivamos

Mucho tiempo después de la caída, el apóstol Pablo recuerda a Timoteo que el propósito de la tarea ministerial que había recibido de Dios ─que implicaba proclamar la Palabra─ era “el amor nacido de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera” (1 Ti 1:5).

Pablo conocía el amor de Dios (Ro 5:8). Había sido transformado y era controlado por la manifestación de ese amor en su vida (2 Co 5:14). Por eso amaba a la iglesia de Éfeso, donde estaba Timoteo. El efecto de una relación de amor vertical lo impulsaba a replicar de manera horizontal esa misma experiencia. El amor del que habla a Timoteo es del tipo que fue modelado por Cristo: sacrificial y de autonegación. El Señor se perjudicó a sí mismo para beneficiar a pecadores como nosotros. Ahora nos requiere practicar Su amor en nuestra cotidianidad (Ef 5:1).

De acuerdo con Pablo, una de las claves para practicar ese amor es tener una buena conciencia, una que esté limpia, lo cual tenemos como consecuencia de la exposición de la mente a la enseñanza sana de las Escrituras. La conciencia limpia es materia prima para la vida de amor sacrificial que Dios espera que vivamos. Para encarnar ese amor, fomenta por medio de la obediencia a la Palabra una conciencia libre de acusaciones.

2) Una conciencia limpia nos ayuda a terminar bien la carrera

El llamado de la conciencia es para el alma lo que el dolor es para el cuerpo. El dolor indica que algo podría ser nocivo para el organismo. De la misma manera, la culpabilidad sentida en la conciencia advierte que algo amenaza el bienestar del alma.

Los falsos maestros en Éfeso menospreciaron mantener una limpia conciencia y, por tanto, naufragaron en cuanto a la fe. Es decir, cayeron en un estado de carencia de verdad. Esa es la razón por la que Pablo exhorta a Timoteo a pelear la buena batalla de la fe “guardando la fe y una buena conciencia” (1 Ti 1:19).

Cuando venga la tentación a tu vida, la conciencia dará su señal de alerta. Si le haces caso conforme a la Palabra, tomarás la decisión correcta. Tu conciencia estará limpia y se fortalecerá. Entonces, la próxima vez que ella sea activada, su respuesta será más clara y firme. Sin embargo, si tu conciencia se mantiene atada a hábitos pecaminosos no confesados, relaciones afectivas dañadas y no restauradas, grietas en el carácter no tratadas u otras prácticas no dejadas atrás, entonces la culpa y el temor te dominarán.

Años atrás, un amigo me aconsejó: “No te permitas tener cuentas pendientes”. Quería decir que no olvide pedir perdón cuando ofenda a alguien; que busque la integridad y la vida de pureza a los ojos de nuestro Señor; que no ignore la súplica interna de culpabilidad y dolor; que no silencie mi conciencia, sino que sea diligente en cuidar mi ser interior (Pr 4:23).

Comprometernos a mantener una conciencia limpia ante Dios nos ayuda a correr la carrera de la fe de manera consistente para terminarla bien. Si la conciencia está libre de culpabilidad, se mantendrá firme en el mar de la fe, alejada de los peligros del naufragio espiritual.

3) Una conciencia limpia nos brinda seguridad, paz y gozo

Comprometernos a mantener una conciencia limpia ante Dios nos ayuda a correr la carrera de la fe de manera consistente para terminarla bien

No hay nada peor en la vida que vivir lleno de inseguridades, desasosiego y tristeza como producto de hacer caso omiso a nuestro testigo interno. Este no fue el caso de Pablo.

A pesar de que sus enemigos en Corinto intentaron manchar su testimonio y cuestionar sus credenciales, sus acusaciones no podían influir ni acallar el claro testimonio de su conciencia: “Porque nuestra satisfacción es esta: el testimonio de nuestra conciencia que en la santidad y en la sinceridad que viene de Dios, no en sabiduría carnal sino en la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo y especialmente hacia ustedes” (2 Co 1:12).

Todo cristiano debería aspirar a declarar tal satisfacción con libertad. Solo viviendo la verdad de una conciencia limpia podemos disfrutar de la seguridad, paz y gozo verdaderos en Cristo. Dios nos ha dado la conciencia como un guardián moral. En el cristiano, esta facultad es relevante debido a que salvaguarda su vida de santidad.

Procura una conciencia limpia

Para garantizar una conciencia limpia habrán acciones a ejecutar y decisiones que tomar que quizás no te harán lucir bien ante algunas personas, pero sí te harán sentir bien delante de ti y del Señor. Algunos ejemplos son: confrontar a tu superior en un momento determinado debido a irregularidades que hayas constatado; no entrar a una fila de forma ilegítima; rehusar la oferta de un empleo producto del amiguismo político, entre otras situaciones que van en contra de tu conciencia informada por la Palabra de Dios. Pero como hemos visto, es toda una bendición poder gozar de una conciencia en paz y limpia delante de Dios.

Por otro lado, quizá estás viviendo con una conciencia que te acusa debido a temas no resueltos en tu vida. La buena noticia es que en Cristo encontramos el perdón y la restauración necesarios para seguir adelante. ¡Corre a Él! Pide perdón, haz un compromiso de vivir con una conciencia limpia y goza de sus beneficios.

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