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Durante la semana pasada tuve que hacer una de las cosas más difíciles como padre: hablar con mis hijos sobre un tema oscuro. En este caso, la guerra.

Estas conversaciones son difíciles pero importantes. Alguien enseñará a nuestros hijos sobre luchas y violencia. Mucho mejor que seamos nosotros, porque nadie es más idóneo para llevar una conversación sobre la guerra a una conversación sobre Jesús.

A continuación presento algunos de los temas de conversación que utilicé con mis dos hijos mayores (nota: no hablé con mis dos hijos menores). Soy tan solo un abogado y un papá que está atravesando con torpeza por todo esto, como el resto de las personas, pero mi oración es que estos puntos de discusión te ayuden a pensar bíblicamente sobre cómo ayudar a tus hijos a procesar la invasión de Ucrania.

1. La paz no es la norma; es la excepción.

Una lección importante de la Biblia y de la historia es que la paz es rara. Dios no se sorprende cuando las naciones se enfurecen (Hch 4:25; cp. Sal 2). Nosotros tampoco deberíamos. Aunque somos creados a imagen de Dios, todas las personas están en un estado caído y son capaces de cometer maldades horribles. El progreso y el tiempo no cambia esta realidad; los líderes son tan corruptos, hambrientos de poder y violentos como siempre lo han sido. Haríamos bien en recordar esto en tiempos de relativa paz.

2. Pero vale la pena luchar por la paz.

Le pregunto a mis hijos una y otra vez: «¿Cuándo es el único momento en el que se te permite pelear con alguien?». Ellos responden: «Cuando estás protegiendo a otra persona». Sí, somos seres caídos, pero fuimos hechos para la paz. Esa es la imagen de Dios en nosotros y vale la pena luchar por ella. De hecho, es la única razón por la que debemos luchar. Debido a que Dios ama y protege a los inocentes (Dt 19:10), no somos pasivos ante el mal inevitable, al contrario, debemos ser fieles.

3. El mal es real, pero no tememos.

«Esto es malo, pero no hay que temer», les dije a mis hijos. Nuestra respuesta al mal debe ser valentía, no sorpresa. Podemos ser especialmente valientes porque sabemos que Cristo ha vencido al mundo (Jn 16:33). El cristiano serio no debe temer a la muerte y al sufrimiento. Ante el mal, somos libres de hacer lo que es correcto, no solo lo que es seguro. Usa las crisis mundiales para recordar a los niños que la postura cristiana ante el mal es la valentía y no la cobardía. Este tipo de oportunidades no faltan.

4. Es bueno y correcto lamentar la violencia.

El miedo no es la respuesta correcta, pero sí lo es la tristeza. De hecho, el lamento es necesario porque la violencia siempre merece ser llorada. No está bien que personas malvadas estén en el poder. No es bueno que los pobres sean pisoteados y los inocentes mueran. No es simplemente aceptable decir esto a Dios, sino que es esencial para nuestros corazones que lo hagamos (ver Sal 73, por ejemplo). También es importante que nuestros hijos observen nuestro lamento. Debemos permitir que nos vean quebrantados por el mal y el sufrimiento, para que sepan que hay un camino distinto a la aceptación insensible. Podemos llorar por el mal y ser valientes al mismo tiempo. De hecho, a veces es lo más valiente que puede hacerse.

5. Anímate: Dios es justo.

Hablar acerca del juicio no es popular. Pero esto se debe principalmente a que no entendemos el mal. Muchas veces, cuando el mal asoma la cabeza, queremos que venga un hombre fuerte y lo arregle todo. Bueno, hay uno que viene y Su nombre es Jesús. Él juzgará el mundo (esto es lo que hace que las buenas noticias sobre Jesús sean tan hermosas: ¡Los que merecemos el juicio somos perdonados!) Pero recuérdate a ti mismo y a tus hijos que Dios escucha la sangre inocente que clama desde la tierra (Gn 4:10). No dejará que quede impune. Puede que el bien no triunfe en nuestra vida, pero el bien prevalecerá al final. Por lo tanto, anímate.

6. Debemos orar.

Uno de los actos cristianos más radicales frente al mal es la oración. Las oraciones no tienen por qué ser complicadas. Bastan simples clamores por misericordia. Libera a los ucranianos. Dales valentía. Haznos valientes a nosotros también. Trae tu juicio. Que prevalezca el bien. Señor, ten misericordia. Sostennos con firmeza. Trae paz. Aquellos que llevan la armadura de Dios están «orando siempre» (Ef 6:18). Mi punto principal al hablar con mis hijos no era: «Haz presión para que Estados Unidos envíe más ayuda a Ucrania». Era: «Cuando te acuestes esta noche, ora por ellos. Hazlo mañana también». Orar es lo que hacen los cristianos, y el mundo lo necesita.

7. Debemos jugar.

Sí, jugar. Esto también es un acto de valentía frente al mal. Recuerda que esta conversación es para niños mayores, pero incluso los niños mayores siguen siendo niños. Uno de los mejores regalos que puedes darles es la verdad bíblica de que el mundo, al final, va a estar bien (Jn 16:33). Pocas cosas encarnan mejor la esperanza del evangelio que el juego. Piensa en el juego como una liturgia contra el mal. No te pierdas en los titulares de prensa. No pierdas tu presencia en casa. No te desentiendas. No andes enfadado, asustado y siempre con los nervios de punta. Los padres son los guardianes que frenan los embates de toda la oscuridad del mundo, para que la sala se convierta en un lugar de imaginación y juego. Sé valiente: ¡Ponte sobre el suelo y juega!

Así que, adelante, sé un padre. Durante los momentos difíciles es cuando más nos necesitan nuestros hijos. La gracia de Dios está contigo, mamá o papá. Ora y luego continúa.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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