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El Evangelio de Mateo como nunca lo habías leído antes

Creo que nunca entendí bien la hermosura de los Evangelios, y en particular Mateo, hasta que entendí que el significado no está solo en el contenido de la historia, sino también en la forma. No eran meramente las palabras de Mateo, sino la colocación de esas palabras, la manera en la que él cuenta su historia, que revela sus convicciones sobre Jesús. 

Mateo usa la forma de sus historias para representar lo familiar, pero con un giro. Su Evangelio, después de todo, desarrolla la historia de Israel a través de la historia de Jesús. En pocas palabras, podemos leer el Evangelio de Mateo hábilmente haciendo tres preguntas al texto:

  • ¿Cómo hace esto eco de la historia de Israel?
  • ¿Cómo cumple Jesús la historia de Israel?
  • ¿Cómo avanza esto la historia de Israel?

El Evangelio de Mateo se entiende mejor cuando ponemos un ojo en la vieja historia y el otro enfocando los cambios en la nueva historia.

La historia de José en el Evangelio de Mateo

Toma, por ejemplo, la historia del nacimiento de Jesús. Hasta cierto nivel, la historia de Mateo 1:18-2:23 es simple. El nacimiento de Jesús se describe desde el punto de vista de José. Él se entera que María está embarazada, pero luego se le revela en un sueño que este niño del Espíritu Santo salvará a su pueblo de sus pecados (Mt. 1:18-25). En el capítulo dos, sin embargo, la familia de Jesús huye del rey Herodes. Debido al peligro, huyen a Egipto, suben por Ramá, y luego van a Nazaret (Mt. 2).

Sin embargo, Mateo está haciendo algo más que simplemente contar los hechos, te cuento. Hubo otro José que tuvo sueños, que fue justo, que llevó a su familia a Egipto para salvarlos, y cuya familia luego salió de Egipto. El esposo de María es el nuevo José cuyas acciones hacen eco, cumplen, y hacen avanzar la historia de Israel. Mientras que José en Génesis salvó temporalmente a su pueblo de la hambruna al traerlos a Egipto, ahora la obediencia de José le permite a Jesús sobrevivir y así salvar a la nación de su enemigo supremo: sus pecados (Mt. 1:21).

El Evangelio de Mateo se entiende mejor cuando ponemos un ojo en la vieja historia y el otro enfocando los cambios en la nueva historia

El relato de Mateo de las historias del nacimiento y la huída tienen sentido en un nivel básico. Pero si miras la historia de Israel puedes ver mucho más. Al compararlo con José el soñador, Mateo ha llevado esta vieja historia a su cumplimiento.

Y hay más. Mateo retrata a José, el esposo de María, como el nuevo José, pero también retrata a Jesús como el nuevo José. Ambos son elegidos por su padre, ambos son rechazados por sus hermanos, ambos sufren y se exilian, ambos son exaltados en un tribunal extranjero, ambos se vuelven y perdonan a sus hermanos que los traicionan, y ambos salvan a su pueblo. Este Jesús es su nueva esperanza, su nuevo rescate, y su nuevo gobernante ante quien deben inclinarse. Una vez que se escuchan los ecos, parecería que aparecen más, y la profundidad y la belleza de la historia es revelada.

Jesús como el nuevo José    
Patrón José Jesús
Elegido por su padre Gn. 37:3 Mt. 3:17
Rechazado por sus hermanos Gn. 37:4 Mt. 20:18
Sufrimiento y exilio Gn. 37:17-20 Mt. 2; 27:27-31
Exaltado en una corte extranjera Gn. 41:9-41 Mt. 27:27-31
Perdona a sus hermanos Gn. 50:17 Mt. 26:28
Salva a su pueblo Gn. 45:7 Mt. 1:21; 27:41-42


La historia de Moisés en el Evangelio de Mateo

Otro ejemplo es la historia de la transfiguración de Jesús en Mateo 17:1-8. Nuevamente, la historia es bastante simple hasta cierto nivel. Jesús sube a una montaña y se transfigura al lado de Moisés y Elías. Y sin embargo, si bien los tres evangelios sinópticos incluyen el monte de la transfiguración de Jesús, Mateo en particular llama la atención de los lectores hacia Moisés y el Sinaí. La historia que cuenta hace eco de la historia de Israel, la completa, y la hace avanzar.

En todos los sinópticos, Jesús, como Moisés, sube a una montaña alta (Éx. 24:12) después de seis días (Éx. 24:16), tres individuos reciben privilegios especiales (Éx. 24:1), una nube desciende (Éx. 24:15-18), y una voz llama desde la nube (Éx. 24:16). Sin embargo, a diferencia de los otros sinópticos, Mateo incluye tres detalles que proporcionan mayor soporte para ver la historia de Moisés como central. Primero, Mateo enumera a Moisés primero en el nombramiento de Moisés y Elías (véase Mc. 9:4; Mt. 17:3). Segundo, incluye una alusión a la venida de un profeta como Moisés (Dt. 18:15). La declaración sobre Jesús en la montaña es idéntica a la de su bautismo: “Este es Mi Hijo amado en quien Yo estoy complacido”, excepto por la adición de este mandato: “Escúchenlo”. ¿Por qué? Porque Moisés ordenó a la gente que cuando el profeta como él venga, “óiganlo a Él” (Dt. 18:15). Tercero, Mateo es el único autor que hace referencia al rostro brillante de Jesús (Mt. 17:2).

Mateo retrata a Jesús no solo como el nuevo profeta y el nuevo mediador, sino como el que realmente muestra lo que es seguir la ley y, por lo tanto, ser transfigurado en la presencia de Dios

Los paralelos son claros, pero ¿con qué fin? Mateo retrata a Jesús no solo como el nuevo profeta y el nuevo mediador, sino como el que realmente muestra lo que es seguir la ley y, por lo tanto, ser transfigurado en la presencia de Dios. Cuando Moisés recibió la ley, y fue él mismo transfigurado, esto reveló el objetivo de la ley todo el tiempo: la transformación ante Dios. El objetivo del Éxodo era colocar a Israel en su tierra bajo el gobierno de Yahweh, contemplando su rostro y, por lo tanto, volviéndose como Él.

Cuando Jesús se transfigura ante los tres discípulos, completa la historia de Moisés. Se convierte en el nuevo mediador que sube a la nueva montaña y refleja la presencia de Dios. Esto cumple la esperanza de que las personas puedan vivir bajo el gobierno de Yahweh y volverse como Él. Jesús avanza la historia, porque a diferencia de Moisés, el rostro de Jesús ahora siempre brilla, y Él no tiene que cubrirlo. Jesús revela la voluntad de Dios en su rostro resplandeciente.

Descripción de Mateo de la Transfiguración (Mateo 17) Descripción de los eventos en el Monte Sinaí (Éxodo 24 y 34)
En una montaña alta (Mt. 17:1) En una montaña alta (Éx. 24:12, 15-18; 34:2-3)
Después de seis días (Mt. 17:1) La nube cubrió la montaña durante seis días (Éx. 24:16)
Tres individuos tienen privilegios especiales: Pedro, Jacobo, Juan (Mt. 17:1) Tres individuos tienen privilegios especiales: Aaron, Nadab, Abiú (Éx.24:1)
Una nube desciende y cubre la montaña (Mt. 17:5) Una nube desciende y cubre la montaña (Éx. 24:15-18; 34:5)
Su rostro brillaba como el sol (Mt. 17:2) La piel del rostro de Moisés brillaba (Éx. 34:29)
La voz habla desde la nube (Mt. 17:5) Yahweh llama a Moisés de en medio de la nube (Éx. 24:16)
Los discípulos están atemorizados (Mt. 17:6) Israel tiene miedo cuando ve el rostro de Moisés (Éx. 34:30)
Los discípulos son consolados por la voz de Jesús (Mt. 17:7) La congregación es consolada por la voz de Moisés (Éx. 34:31)

La sangre justa en el Evangelio de Mateo

No son solo figuras como la de Moisés y José quienes proveen alimento para una reflexión más profunda. Los símbolos que hacen eco, cumplen, y avanzan la historia de Israel también completan el trabajo de Mateo. Por ejemplo, Mateo usa la idea de sangre, sangre justa, para conectar el Antiguo Testamento con el Nuevo. Mateo quiere que sus lectores vinculen la “narrativa de sangre” contenida desde el principio del Antiguo Testamento hebreo hasta el final y la vean cumplida en la sangre de Jesús. En Mateo 23:34-35, él hace referencia a la sangre desde Abel (el primer asesinato en el canon hebreo) hasta Zacarías (el último asesinato en el canon hebreo). Como Jesús explica, se han enviado mensajeros a Israel, pero estos han sido rechazados y por ende habrá un juicio divino: 

“Por tanto, miren, Yo les envío profetas, sabios y escribas. A algunos de ellos, ustedes los matarán y crucificarán, y a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el templo y el altar”, Mateo 23:34-35

Jesús cumple el tema de “sangre justa” del Antiguo Testamento. La sangre está en todas partes en Mateo 26-28. Considera seis ejemplos:

  1. Jesús habla de la “sangre del nuevo pacto” y el “perdón de pecados” en la última cena (Mt. 26:28; cf. Jer. 31:27-40).
  2. Judas afirma que ha pecado al traicionar “sangre inocente”, que hace eco de la declaración sobre la sangre de Abel y Zacarías (Mt. 27:4).
  3. Los principales sacerdotes llaman a la recompensa de Judas “precio de sangre”, y luego el campo de Judas se llama el “campo de sangre” (Mt. 27:6,8).
  4. Pilato se lava las manos y se declara “inocente de la sangre de este justo” (Mt. 27:24).
  5. La gente pide que “caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt. 27:25).
  6. La esposa de Pilato lo insta a no tener nada que ver con Jesús, “ese justo” (Mt. 27:19). En este último ejemplo, Jesús es descrito, exactamente como Abel y Zacarías, como un justo sufriente.

Mira las historias de Mateo en su contexto más amplio. Puede que te sorprenda lo que comienzas a ver.

Estas referencias a la sangre hacen que los lectores vuelvan a Mateo 23:35 y, por lo tanto, lean la “narrativa de sangre” como un eco, un cumplimiento, y avance de la historia de Israel. Jesús es el nuevo pastor rechazado, cuya sangre inocente fue derramada. Él es también el nuevo Israel, que sufre la destrucción de su templo, el exilio, y la muerte en manos de enemigos extranjeros. Pero dado que su sangre era totalmente inocente, trae el nuevo éxodo, y el nuevo templo.

En la historia de Israel hubo relatos tanto de “sangre inocente” derramada, así como de la sangre de Israel derramada por sus enemigos debido a sus pecados. La sangre de Jesús cumple ambas narrativas. Si bien la historia de la muerte de Jesús tiene sentido a nivel superficial, mirar la historia más amplia de estos símbolos revela una sorprendente profundidad en la narrativa de Mateo.

Etc., Etc., Etc.

No tengo suficiente espacio para explicar cómo, para Mateo, Jesús es el nuevo Abraham (que tiene muchos hijos de Oriente y Occidente), el nuevo David (que es el verdadero rey), el nuevo Salomón (que ofrece sabiduría en sus enseñanzas), y el nuevo Jeremías (que lamenta el destino de Jerusalén). Judas es el traidor tipológico de la nación (los nuevos Jezabel, Ahitofel y Absalón). Los discípulos son las nuevas 12 tribus de Israel, y los líderes judíos son los nuevos gobernantes de Egipto, Asiria, y Babilonia. Las montañas en Mateo son los nuevos Sinaí. Los desiertos son el nuevo desierto de Israel, y los ríos son los nuevos cruces hacia y con el pueblo de Dios.

La mejor manera para que Mateo discipule y enseñe a las generaciones futuras, para cumplir la Gran Comisión, es a través de estas historias de Jesús que hacen eco, completan, y avanzan la narrativa de Israel. La sabiduría inspirada de Mateo está incrustada en su forma literaria.

Así que mira las historias de Mateo en su contexto más amplio. Puede que te sorprenda lo que comienzas a ver.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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