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Últimamente hemos visto un aumento exagerado de las cirugías plásticas para mejorar nuestra apariencia. Estas se han hecho parte de nuestra cultura de tal manera que ni siquiera nos detenemos a reflexionar acerca de la opinión de Dios sobre estos procedimientos. Aunque no queremos ser dogmáticos, ni legalistas, sí queremos contribuir a hacer a pensar al cristiano antes de someterse a un procedimiento como son estas cirugías. Para esto presentamos diez preguntas que todo cristiano debiera responder antes de decidir someterse a una cirugía plástica.

1) ¿Cuándo comienza la cirugía plástica a ponerse de moda? Estamos viviendo en una sociedad altamente hedonista, materialista, competitiva y obsesionada con la apariencia del cuerpo; y es en estos años que la cirugía plástica toma fuerza. Hoy en día vemos una proliferación de cada uno de los siguientes: gimnasio, dietas, masajes, tatuajes, cejas tatuadas, exhibición del cuerpo, tanning con luz ultravioleta; escotes bajitos, pantalones a la cadera o aún por debajo, etc. El hombre y la mujer de esta generación ha aprendido a idolatrar su cuerpo, y esa influencia está siendo pasada al cristiano. Tenemos que cuidarnos de no ser empujados por la cultura o por la moda, porque lo que hoy comienza por un “simple” levantamiento del busto, mañana será otra cosa. La carne no se cansa de pedir.

2) ¿Quién está pidiendo y deseando esta cirugía? ¿La carne o tu espíritu? ¿La esposa o el esposo? ¿La fe cristiana o la cultura que nos rodea? ¿Cristo o mi carne? Recuerda que la voluntad de la carne es contraria a la voluntad del Espíritu (Gá. 5:16-17).

3) ¿Necesitas esta operación para sentirte mejor? Si la respuesta es afirmativa, esto implicaría que estás poniendo tu énfasis en el cuerpo o en el qué dirán, cuando en realidad tu sentido de valor debe estar dado por la persona de Jesús y tu relación con Él más que por la forma como luces.

4) Si a una corta edad comienzas a sentirte mal por la forma como luce tu busto, u otra parte de tu cuerpo; ¿cómo te vas a sentir a los 50-55 años cuando tendrás ciertas arrugas en lugares más visibles, y otros cambios hormonales? Si no aprendemos a aceptar los cambios naturales que ocurren como producto de tener cuerpos caídos, nos iremos a la tumba insatisfechos y por tanto sin agradecimiento a Dios.

5) ¿No podía Dios hacer que el busto, por ejemplo, permaneciera sin cambiar después del embarazo y que la mujer se fuera a la tumba con un busto joven? Claro, pero no lo hizo. ¿Por qué? Porque Dios sabe que si ese es nuestro énfasis, nuestra mira está en el blanco equivocado. Y en segundo lugar, eso es parte de las consecuencias de la caída del hombre que tenemos que aceptar.

6) Si Cristo hubiese tenido una hija, ¿le recomendaría Cristo a su hija que se arreglara el busto para lucir mejor o para “poder competir”, como dicen coloquialmente?

7) ¿No debiera el esposo aprender a amar incondicionalmente a través de los cambios que Dios opera en el cuerpo de su esposa con el paso de los años? Esto es parte del instrumento que Dios usa para enseñar al esposo lo que es el amor incondicional y para enseñarnos que la atracción física que nos unió a nuestro cónyuge tiene que darle paso a la atracción por su ser interior, cultivado por el Espíritu Santo. El esposo que no aprende eso ha permanecido en la infancia espiritual.

8) ¿Se preocupa el cristiano tanto por cómo luce su cuerpo físico como por cómo luce su espíritu? Creemos que esto le duele a Dios. Probablemente si el hombre estuviera tan obsesionado con el estado de su espíritu como lo está con su apariencia física, posiblemente no estaría tan preocupado por su apariencia.

9) ¿Es la cirugía plástica una forma sabia de invertir los recursos de Dios?

10) ¿Por qué me siento mal con el envejecimiento de mi cuerpo que es parte del diseño de Dios? ¿Es esto falta de aceptación de lo que Dios ha planeado?

Creemos que ningún cristiano debe someterse a una cirugía plástica simplemente para lucir mejor, sin antes meditar en estas preguntas, y en las respuesta que pueda darles.


Una versión de este artículo fue publicada originalmente en Integridad & Sabiduría.
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