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En 2004, el empresario Terry Looper, fundador y CEO de la compañía de energía Texon, valuada en 6 mil millones de dólares, estaba negociando una venta cuando se dio cuenta de que se había olvidado de orar al respecto.

“Ni siquiera había tratado de ‘ponerme en neutral’”, dijo. “Ponerse en neutral” es su frase para deshacerse de cualquier ambición egoísta, calmar su corazón, y escuchar la guía del Espíritu Santo.

Looper toma decisiones al dedicar tiempo a la oración y a la lectura de la Biblia, al consultar con colegas y familiares, y al vigilar las circunstancias, pidiéndole a Dios “paz en mi interior”. (Su libro que detalla el proceso, Sacred Pace: Four Steps to Hearing God and Aligning Yourself With His Will [Ritmo sagrado: Cuatro pasos para escuchar a Dios y alinearse con su voluntad], se publicará el próximo mes).

Había olvidado la última parte, sobre la paz.

“Después de muchos meses, tomé la decisión de no vender —recuerda—. No podía creer que había estado negociando durante un año para vender esa división, y no lo haría”.

A riesgo de enojar a su junta directiva y su potencial comprador, Looper se retiró del trato.

No es inusual para él seguir la guía del Espíritu Santo. Cuando comenzó su compañía en 1989, se sintió guiado a limitarse a semanas de 40 horas, y no a objetivos de ventas.

“Nunca recomiendo que los empresarios que inician una empresa o un ministerio lo hagan trabajando tan solo 40 horas a la semana —dijo—. Pero sí recomiendo que hagan cualquier cosa que el Señor los convenza de hacer”.

Su enfoque no es convencional, pero tampoco es inusual en los empresarios cristianos.

“Busco esa paz cuando hago grandes cambios de dirección —dijo Fred Heldenfels, presidente y director ejecutivo de Heldenfels Enterprises. (La empresa fabrica e instala estructuras de hormigón)—. Por otro lado, si todos actuáramos como Gedeón todos los días y pidiéramos una señal con el vellón, estaríamos poniendo a Dios a prueba, y nunca haríamos nada”.

Los cristianos en los negocios, especialmente aquellos cuyas decisiones afectan a los empleados y la dirección de la compañía, a menudo luchan con cómo seguir a Dios en sus decisiones.

TGC habló con cinco de ellos sobre las mejores prácticas que han desarrollado para discernir la voluntad de Dios en situaciones que las Escrituras no abordan explícitamente.

1. Date cuenta de que Dios se preocupa por el trabajo

Eric Stumberg creció en una familia de empresarios cristianos, donde las reglas para ser un empresario creyente incluyen: No trabajes en una industria inmoral. No hagas nada ilegal. Trabaja duro. Habla con las personas acerca de Jesús. Y da dinero a la iglesia, para que los pastores y misioneros puedan hacer la verdadera obra de Dios.

No fue hasta un retiro en 2013 que se dio cuenta de que “Jesús llama a las personas al mercado como empresarios —dijo—. El Señor nos da diferentes tareas en la forma en que nos hizo”.

Darse cuenta de esto cambió su vida y su negocio.

“Yo estaba como, ‘Guau, ¡eso es una noticia increíble! Tengo que profundizar más en esto’”, dijo. Se lo contó a sus amigos, comenzó un estudio bíblico, y convenció a su iglesia para que trajera charlistas sobre fe y trabajo.

No hay decisión que no tenga una base teológica e implícita.

“Está bien. Entonces, ¿qué sigue?”, pensó. Una década antes había iniciado Tengo Internet, una compañía que brinda acceso WiFi para espacios al aire libre, como campamentos y parques estatales.

Comenzó a pagarle a sus empleados todos los beneficios, y le dijo a la fundación Made to Flourish que “la compensación monetaria también es un problema teológico. […] Quería que las personas pudieran recibir atención médica”. Hizo un análisis de mercado para averiguar los salarios dignos y aumentó su salario base. Y cuando se mudó a un nuevo espacio, diseñó oficinas adicionales para arrendarlas a tasas inferiores a las del mercado, actualmente a un plantador de iglesias anglicanas, y a una organización sin fines de lucro que combate el tráfico sexual.

No hay una decisión, ya sea sobre el cuidado de la salud, o el servicio al cliente, o el diseño de espacios de oficina, que no tenga una base teológica e implícita, comentó. Y eso incluye a quién contratar.

2. Contrata (y despide) con un ojo hacia el llamado

“Cuando tenía 16 años, alguien me regaló el libro Think and Grow Rich [Piensa y hasta rico] de Napoleon Hill —dijo el vicepresidente de JP Morgan Securities, Jeff Durkee—. Me gustaría que me hubieran dado una Biblia”.

Hill escribió que “los sabios toman decisiones rápidamente y las cambian muy lentamente, si es que lo hacen”, dijo Durkee. El mensaje fue reforzado por un gerente que le dijo a Durkee: “Si no puedes saber en 15 minutos si un hombre es un tonto o no, no deberías estar en la gerencia”.

“Practiqué ese modelo durante décadas”, dijo Durkee. “Mi contratación temprana no era buena”.

Treinta años después, mientras leía Proverbios, aprendió que las palabras amables y muchos consejeros son una mejor manera de hacer las cosas. Ahora entrevista a empleados potenciales varias veces, dedicando mucho más tiempo a conocerlos y evaluarlos.

El presidente y CEO de LifeWay, Thom Rainer, verifica tres cosas: carácter, competencia, y química.

“No siempre lo he hecho bien”, le dijo a TGC. Su punto débil es la competencia: si le gusta el carácter y la personalidad de una persona, puede contratarla sin asegurarse de que la persona pueda hacer bien el trabajo.

“Algunas de las conversaciones más difíciles son aquellas donde las personas con las que tengo una buena relación no tuvieron éxito, porque no encajaban bien en el momento adecuado”, dijo.

Stumberg trata de “pensar si pueden hacer el trabajo y si deberían hacerlo”.

A esa distinción también se le puede llamar: “discernir su vocación”.

“Es una especie de matemática —dijo—. Si Dios llama a todos, y yo soy parte de todos, entonces Dios me llama. Cuando se contrata a alguien, ese es un factor: ¿están llamados o no a estar aquí por una temporada de su vida?”

Para resolverlo, Tengo Internet evalúa las contrataciones potenciales en dos rubros: competencia y compatibilidad personal.

“Y luego oramos”, dijo Stumberg. A veces, alguien en el liderazgo siente una “punzada”. Así le llaman a un instinto o reacción instintiva de que algo anda mal con una posible contratación. De vez en cuando, eso es suficiente para abstenerse de contratar a alguien; por ejemplo, si son miembros de la familia de un empleado actual, y la relación entre ellos es difícil.

Pero como Stumberg contrata a veteranos recién salidos del ejército, personas con situaciones familiares difíciles, y personas con una gran cantidad de deudas de estudiantes o tarjetas de crédito, esa sensación incómoda a menudo es “menos un factor decisivo y más una bandera roja —dijo—. Sentimos que algo anda mal, lo sentimos por dentro, por eso oramos y lo pensamos”.

Una vez contratados, los empleados de Stumberg “probablemente tienen más oportunidades de las que normalmente tendrían porque […] hay un nivel diferente de propiedad por parte del liderazgo con respecto a los pecados de las personas”, dijo. Él busca discipularlos y pastorearlos en su trabajo, y eso conlleva una carga diferente a la de alguien que busca competencias desde el principio.

Stumberg es cuidadoso con sus empleados, porque “no hay neutralidad en el evangelio —dijo—. O estás en el reino de los cielos o de Satanás. No se puede tomar una decisión que no tenga implicaciones” para el trabajo del reino.

Tomar esas decisiones es mucho más fácil cuando sus compañeros líderes entienden las motivaciones que vienen del evangelio.

3. Busca la unidad en el liderazgo

“Una vez estaba tratando de vender una división, pero mi cliente más grande dijo que no quería que la vendiera a su mayor competidor —que quería comprarla, dijo Looper—. Habían sido mis buenos clientes, y también representaban el 40 % del negocio”, por lo que eliminar su parte de la venta no haría feliz al comprador.

Oró al respecto, y sintió que Dios lo guiaba a honrar los deseos del cliente.

“El banquero de inversiones, el equipo de administración, y el consejo dijeron que estaba loco”, dijo. Pero Looper es dueño de la mayoría de su compañía, por lo que tiene la libertad para tomar decisiones contraintuitivas. (Lo cual funcionó. Cortó y mantuvo la parte de su mejor cliente, que luego creció por sí sola).

Cuando un líder en una empresa cristiana quiere seguir a Dios en esas decisiones que a veces parecen tontas, es útil tener a todos del mismo lado.

En Tengo Internet, los tres miembros del equipo de liderazgo son cristianos. “A veces, cuando nos preguntamos qué producto ofrecer o qué dirección tomar, oramos —dijo Stumberg—. A veces sentimos paz o confirmación. Si alguien dice: ‘No estoy a favor’, entonces no sucede. Queremos unidad antes de continuar”.

Toda decisión tiene implicaciones en el trabajo del reino.

Stumberg relaciona la búsqueda de la unidad con el Salmo 133:1: “Mirad, cuán bueno y agradable es habitar los hermanos juntos en armonía”.

En Suntech Building Systems, el equipo de liderazgo no suele orar juntos. Pero el vicepresidente ejecutivo y director de operaciones, Brad Larson, ora por las decisiones en privado.

“También me hago las preguntas: ¿Hay algún temor a perder? ¿Hay alguna ambición poco saludable? ¿Estamos creciendo por el simple hecho de crecer? —dijo—. Hemos hecho eso antes, y es horrible”.

Su equipo de liderazgo también está formado por cristianos. “Estar en yugo igual es realmente importante”, dijo.

Stumberg usa el mismo idioma. Cuando un amigo le pidió consejo sobre si sería una buena idea comprar un negocio, Stumberg le preguntó si quería unirse en yugo con el propietario actual. (No quería hacerlo).

“¿Por qué gastar energía para unirte en yugo con alguien que no quieres?” —Stumberg pregunta—. No necesitamos sacar el anillo de compromiso. Mejor, sigamos saliendo de manera informal”. En este caso significa ser empleador y empleado, y no copropietarios.

Ser de yugo igual no significa que siempre estés de acuerdo, dijo Heldenfels. “Pero saber que la mayoría de los miembros de mi equipo de liderazgo son creyentes es importante para mí, y me da cierta confianza de que al menos los valores y las prioridades se comparten”.

Eso es especialmente útil si la compañía considera el poder y el dinero de una manera que va en contra de la cultura.

4. No te aferres al poder y al dinero

Uno de nuestros valores fundamentales es hacer lo correcto sin importar lo que cueste.

Como lo descubrió Looper, a veces seguir a Dios cuesta un trato comercial. Y como descubrió Stumberg, a veces costará salarios y beneficios.

“Uno de nuestros valores fundamentales es hacer lo correcto sin importar lo que cueste”, dijo Larson. Él está en el negocio de la construcción, donde los clientes, contratistas generales, y subcontratistas discuten sobre quién cubre los costos inesperados. Para Larson, seguir a Dios puede significar pagar por los errores de otra persona, no presentar una demanda cuando tiene motivos legales para hacerlo, o confesar un error, incluso si eso le hace perder un cliente.

O podría significar sacrificarse para dar a otras personas un margen de ganancia, como servicios de precios más bajos que la tasa máxima del mercado, o no pedirle a los empleados que “den el 110 %” y estén constantemente disponibles, dijo Stumburg. “Eso no es cuidar de ellos. Si estás tomando más de lo que hay en ellos, no es sostenible. Eso es explotar a la persona”.

Puede ser caro seguir a Dios. Pero también puede ser rentable. Looper “nunca se ha decepcionado” cuando sigue las Escrituras y la oración para tomar decisiones. Y Heldenfels, que enfrenta un aumento en los costos de construcción debido a las tarifas administrativas del acero, no está preocupado.

“Dios nos ha puesto en situaciones como esta antes —dijo—. Puedo ver en retrospectiva la mano de Dios sobre nosotros y su providencia al darnos el proyecto correcto en el momento adecuado”.

5. Confía en la oración diaria y la lectura de la Biblia

Es crucial descubrir el carácter y la voluntad de Dios a través de la lectura de la Biblia y la oración.

“Dios ve el futuro, y yo no —razona Looper—. Él sabe lo que es mejor, y yo lo creo así. Él ama a las personas que me rodean más de lo que yo podría”.

Es crucial, entonces, descubrir el carácter y la voluntad de Dios a través de la lectura de la Biblia y la oración.

“Prácticamente no salgo de casa hasta que haya orado, meditado, y leído las Escrituras —dijo Durkee, quien también tiene dos amigos que oran por él—. Me pongo esa armadura prácticamente todos los días”.

La lectura de la Biblia no significa que encontrará un verso para respaldar su último plan de negocios, dice Stumberg. “Pero si siempre estás en las Escrituras, eso siempre te estará formando en la mente de Cristo, por lo que puedes decir: ‘Esto suena correcto y verdadero’”.

Incluso entonces, no todas las decisiones son correctas, dice Heldenfels. “Hay muchas decisiones que tomo. A veces mi instinto es hacer algo contrario a la intuición, y no siempre funciona. Ciertamente, mi vida sería mucho menos estresante si siempre acertara, pero no lo hago”.

Larson tampoco acierta siempre. “Nunca asumo que soy lo suficientemente santo para tomar la decisión correcta —dijo—. Mi modo predeterminado es egoísta y pecaminoso, por lo que voy a tomar decisiones que me beneficien. Quiero estar tan inmerso en la Palabra de Dios, y en la buena enseñanza y consejo, de manera que proteja a las personas que cuido”.

En última instancia, las habilidades de liderazgo más importantes no son las tácticas, sino el corazón del líder, dijo Larson. “Ya sea un pastor o un director ejecutivo, lo más importante que podemos hacer por nuestra capacidad de liderazgo es pastorear nuestro corazón en el evangelio y ser lavados en la gracia”.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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