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Es bueno ser mujer

Cuando miraba alrededor de mi iglesia un domingo reciente, vi lo que la gran mayoría de las iglesias testifican cada semana: más mujeres que hombres. En realidad, la iglesia cristiana siempre ha sido mayoritariamente femenina. Es irónico, porque el mundo secular tacha al cristianismo de sexista, cuando, de hecho, Jesús y Su iglesia siempre han estado abiertamente a favor de las mujeres.

La iglesia protestante evangélica de Estados Unidos tiene actualmente un 55% de mujeres y un 45% de hombres. Cuando le cuento a mis amigos estas estadísticas y realidades históricas, siempre se quedan sorprendidos.

Existe la idea, a menudo no expresada, que a los hombres les va mejor que a las mujeres. Es cierto que, en lo que respecta a la belleza externa, habilidades, citas casuales, aborto, género, sexualidad, matrimonio y maternidad, las mujeres y las niñas se enfrentan a un conjunto único de circunstancias culturales que nuestros hermanos no afrontan. Estas disparidades no son imaginarias. Sin embargo, la dignidad inherente, el valor intrínseco y los méritos de una mujer no son menores que los de un hombre. Hemos sido creadas maravillosamente (Sal 139:14).

El mundo secular tacha al cristianismo de sexista, cuando, de hecho, Jesús y Su iglesia siempre han estado abiertamente a favor de las mujeres

Este no es un intento de pregonar el poder femenino ni de negar la bondad inmensa de nuestros hermanos. Es un intento de pregonar lo que es verdad: la feminidad es buena. Vale la pena examinar y expresar esta verdad porque el feminismo de la segunda ola ha declarado que, para ser iguales a los hombres, las mujeres tienen que ser lo mismo que ellos. En lugar de alegrarse por la singularidad de las mujeres, se estandarizó el cuerpo y los roles masculinos. Fue un error de cálculo mortal.

Nosotros, en la iglesia, deberíamos ser la voz más fuerte en nuestro mundo en reafirmar todas las formas en que es bueno ser mujer. Conocemos al Dios que nos hizo, y sabemos que nos hizo buenas en gran manera. Expresar esta verdad debería ser una prioridad para nosotras, ya que afecta directamente a más de la mitad de la iglesia.

¿Por qué es bueno ser una chica? Estas son diez respuestas a esa pregunta.

1. Creadas por Dios

La primera razón por la que es bueno ser una chica es que hemos sido creadas por un Dios bueno, hermoso y verdadero. Él es misericordioso y relacional, se deleita en ti y en mí. Dado que vivimos en una cultura que insiste en que nos hemos hecho a nosotros mismos, vale la pena repetir que somos criaturas con un Creador. Recordar y reajustarnos a la verdad de que hemos sido creados por Dios es una disciplina espiritual necesaria en el siglo XXI.

Sin esta verdad fundamental, todo lo demás se desmorona. Si tú y yo no podemos admitir y regocijarnos en la realidad de que nuestras vidas tienen un autor, entonces nunca prosperaremos plenamente. La vida abundante viene a través de Jesús, y solo Jesús (Jn 10:10).

En su poema ¿Qué es una mujer?, Jackie Hill Perry dice: «Si me preguntaras: “¿Qué es una mujer?” Te diría simplemente: “Pregúntale a Dios quien la hizo”». Cuando tratamos de entender quiénes somos, debemos recordar siempre de quién somos.

Cuando tratamos de entender quiénes somos, debemos recordar siempre de quién somos

Saber de quién somos son muy buenas noticias.

2. Creadas a imagen de Dios

La segunda razón por la que es bueno ser mujer es que hemos sido creadas a imagen de nuestro buen Dios. Somos imago dei, creadas para reflejarlo, para parecernos a él. En su libro A Su imagen, la maestra de Biblia Jen Wilkin comparte diez formas en las que Dios nos llama a reflejar Su carácter: «Dios es santo, amoroso, justo, bueno, misericordioso, bondadoso, fiel, veraz, paciente y sabio». Por supuesto, nunca podremos reflejar plenamente estos atributos, porque no estamos libres de pecado como Dios lo está.

Pero como dice el refrán, de tal palo, tal astilla. Prosperamos cuando caminamos en Su diseño.

No hay mayor fuente de dignidad, gozo y valor que ser creada imago Dei. El Creador todopoderoso del universo nos hizo mujeres para que nos parezcamos a Él. Esto fue Su obra, Su diseño, Su plan bueno. Las mujeres no son una ocurrencia, ni un segundo plato, ni un subproducto evolutivo. Nuestro buen Dios se propuso, sabiendo que Su imagen no estaba completa solo en Adán, hacernos a ti y a mí.

3. Creadas para vivir en comunidad

La tercera razón por la que es bueno ser mujer es que estamos hechas para vivir en comunidad. Después de que Dios creó a Adán del polvo y sopló Su aliento en las fosas nasales del hombre, declaró que no era bueno que Adán estuviera solo. Eva fue creada a partir de la costilla de Adán, y Dios ordenó a los dos que fructificaran y se multiplicaran. Así como nuestro Dios vive en comunidad —la Trinidad—, nos creó para vivir en comunidad.

En estos tiempos de individualismo feroz, es una disciplina espiritual necesaria recordar que no fuimos creados para nosotros mismos, sino los unos para los otros. La autora Wendy Alsup dice que desde las «primeras palabras de Dios sobre la humanidad, vemos que incluso en la perfección, una persona por sí misma no podría alcanzar todo el bien que Dios pretendía para ella. La visión de Dios para nuestro bien es comunitaria… El florecimiento de las comunidades es necesario para el florecimiento del individuo».

Es bueno para las mujeres —y para todos— cuando vivimos a la luz de otros. Hemos sido creados para tener corazones compasivos, para mostrar bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, y para soportarnos unos a otros en amor (Col 3:12-13). Este es nuestro llamado. Esta es nuestra verdadera composición como criaturas de Dios.

4. Creadas con un llamado único

La cuarta razón por la que es bueno ser mujer es que tenemos un llamado único y atractivo. Justo después de que el Señor dijera: «No es bueno que el hombre esté solo», dijo: «Le haré una ayuda adecuada» (Gn 2:18). Nuestra sensibilidad del siglo XXI se irrita inmediatamente ante la palabra ayuda. La palabra ayuda parece tan secundaria, como si Adán necesitara una asistente, alguien que se ocupara de las cosas sin importancia.

El lenguaje original y el contexto bíblico de la creación de Eva deben marcar la forma en que vemos nuestro género y nuestro diseño. La palabra para ayudante es ezer en el hebreo. Ezer aparece veintiuna veces en el Antiguo Testamento, incluyendo dieciséis veces como descripción de Dios mismo. Obviamente, nuestro Dios no es secundario ni poco importante.

Como señala Alsup, «Dios, Señor soberano del universo, es nuestra ayuda, y creó a la mujer para que reflejara este aspecto Suyo. Si nos aferramos a la actitud cultural dominante de que ser ayuda es una identidad inferior, nos burlamos del nombre de Dios y de Su carácter. El papel de ayuda es un papel que Él acepta de buena gana».

Ya sea en nuestros hogares, vecindarios, lugares de trabajo, iglesias o en cualquier otro lugar, fuimos creadas para ser protectoras, portadoras, defensoras, consoladoras, una ayuda para aquellos que Dios ha puesto con nosotras. Es difícil imaginar un llamado más digno o un papel más emocionante para nosotros en la creación.

Mira a tu alrededor ahora mismo: ¿a quién puedes ayudar? ¿Quién necesita tu protección y cuidado? ¿A quién puedes defender o animar? ¿A quién puedes consolar? Ese es tu llamado. Camina en él.

5. Creadas para la redención

La quinta razón por la que es bueno ser mujer es que hemos sido redimidas. A través de la obra de nuestro Salvador, afirma Jen Wilkin «el evangelio… nos reimagina». Mientras que la imagen del Señor en nosotros fue estropeada por la caída, es restaurada en nosotros a través de Jesús. Cuando nos rendimos al amor y la misericordia de Jesucristo, Él comienza a transformarnos de adentro hacia afuera, y nos convertimos en una nueva creación (2 Co 5:17).

Jesús, nuestro Salvador y Redentor, allana el camino de nuestra restauración. No hay mayor amor, ni mayor misericordia, ni mejor regalo. No estamos alejadas para siempre del Dios que nos hizo. Por el contrario, Jesús bajó a servirnos (¡a ayudarnos!) a ti y a mí.

En ¿Qué es una mujer?, Hill Perry dice: «Dicen: “La sumisión suena a servidumbre”. Dicen: “Eso suena a algo contra lo que hay que rebelarse”. Yo digo: “¿No es curioso que el servicio sea repulsivo para todos menos para Dios? Mientras tanto, nos preguntamos por qué no podemos reconocer Su rostro”». Cuando la idea de servir y ayudar no nos agrada, estamos rechazando el carácter mismo de nuestro Dios.

Jesús «no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos» (Mt 20:28). Se puede ver Su bondad y Su corazón de siervo hacia las mujeres en innumerables historias. Lo que vemos en Jesús no es solo el Dios que nos hizo y el salvador que nos salva, sino también el maestro amable y compasivo que nos guía. Como redimidas, cada vez más volvemos a representar a Jesús ante un mundo que nos observa, sirviendo a los demás para que ellos también lleguen a conocerlo.

6. Creadas para reconciliar

La sexta razón por la que es bueno ser mujer es que tenemos una misión santa por delante. Nos encontramos en ese lugar de la historia, el «ya, pero todavía no». Cristo ya ha venido y ha traído redención, pero aún no ha regresado, así que esperamos la restauración. Pero mientras esperamos, tenemos un llamado, una vocación sagrada.

Ser una joven o mujer cristiana es ser llamadas a tener una fe grande y a hacer cosas difíciles

En este tiempo del «ya, pero todavía no» somos llamados a «ir y hacer discípulos de todas las naciones». Las mujeres somos tan diversas como nuestro Dios es creativo. Nuestros ministerios varían tanto como nuestro color de pelo, tipo de cuerpo y preferencias de estilo. Pero todas debemos amar a Dios y amar a otros al ir y contar. La vida cristiana está concebida como una aventura, una alegría, un esfuerzo que requiere fe. Sin fe es imposible agradar a Dios (Heb 11:6).

Ser una joven o mujer cristiana es ser llamadas a tener una fe grande y a hacer cosas difíciles. Eso puede ser en la sala de tu casa o en un país extranjero, pero en cualquier caso tu vocación está lejos de ser aburrida. ¿Dónde ejerces tu ministerio de reconciliación? ¿A quién le hablas del amor y la misericordia de Jesús?

7. Las hermanas que nos preceden

La séptima razón por la que es bueno ser mujer es que tenemos una multitud de ejemplos de mujeres que temen, aman y honran a Dios quienes nos han precedido. Sus historias están registradas en las Escrituras y nos recuerdan que aunque nuestras vidas son breves, la obra de Dios en nosotras es eterna.

Somos hilos en Sus manos, mientras teje el hermoso tapiz de Su reino a través del tiempo y el espacio.

Dios obra a través de todo tipo de personalidades y circunstancias. Ahí está Sara, anciana y estéril, quien concibió y dio a luz a Isaac. Ella nos enseña que Dios puede hacer lo imposible y usarnos para Sus propósitos, aun cuando no creamos o pensemos que somos físicamente incapaces (Gn 21). Más adelante, en el Antiguo Testamento, me conmueven Débora, la líder fuerte y piadosa de Israel (Jue 4), Jael, la mujer israelita que mató a un enemigo clavándole una estaca en la sien (Jue 4), y Rut, dedicada a su suegra y quien llegó a ser la bisabuela del rey David (Rt 1-4). Podría seguir hablando de Rahab, Ana, Abigail, Betsabé, Ester y muchas otras.

El Nuevo Testamento nos ofrece a la madre biológica de Jesús, María, la cual dijo: «Aquí tienes a la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Lc 1:38). Ana, la profetisa y viuda de ochenta y cuatro años, bendijo al niño Jesús en el templo después de haber esperado Su llegada durante muchas décadas mientras adoraba, ayunaba y oraba día y noche (Lc 2). Está también Tabita, una mujer llena de buenas obras y actos de caridad (Hch 9), María y Lidia, quienes apoyaron y acogieron a la iglesia primitiva (Hch 12, 16), y tantas otras mujeres mencionadas en las cartas de Pablo que proclamaron a Cristo y sirvieron a la iglesia.

Tenemos muchos ejemplos inspiradores de mujeres imperfectas —muchas en circunstancias increíblemente difíciles— que sirvieron a nuestro Dios perfecto antes que nosotros. Que sus nombres se eleven en tu corazón con un crescendo: Mira qué bueno ha sido siempre ser una chica. Dios nos ama, nos hace Suyas y nos usa para Su gloria y el bien de Su pueblo.

8. Las hermanas a nuestro alrededor

La octava razón por la que es bueno ser mujer es que hay innumerables formas en las que podemos ser ezers aquí y ahora, para la gloria de Dios y para el florecimiento de nuestras comunidades. Al igual que la lista de mujeres mencionada anteriormente, cada una de nosotras vive en un tiempo y un lugar únicos, y todo lo que tenemos y experimentamos, incluyendo el aliento en nuestros pulmones, es un regalo y está diseñado por Dios con un propósito (Hch 17:25-26).

Este es un momento emocionante para estar vivas. Como santas redimidas, esperamos a nuestro Salvador. Como mujeres del siglo XXI, tenemos acceso a innumerables recursos. ¿Cómo combinarás tu llamado santo con todo lo que tienes? ¿Cómo administrarás los recursos y el lugar que Dios te da para cuidar de Su creación y proclamar Su bondad? ¿De qué manera concreta irás a hablar de Él a los demás?

No fuimos hechas para la seguridad, el confort y la facilidad del sueño americano. Cualquier cosa que hagamos, en el nombre del Señor Jesús es una aventura divina

Soy inspirada y animada por muchas amigas. Mi amiga Robin aprovecha su actual llamado a la soltería en el campo misionero compartiendo a Cristo con vecinos que vienen de todos los rincones del mundo a su metrópolis urbana. Mi amiga Sandra utiliza su educación y sabiduría para cuidar de los estudiantes marginados en una de las comunidades más diversas y empobrecidas de nuestra nación. Mi amiga Kate es una madre adoptiva con un hogar de niños con necesidades especiales. Kara proclama a Cristo en su papel en la política estatal. Laurie es una embajadora de Jesús alrededor de la mesa de su cocina, ya que diariamente habla de Jesús a sus hijos en edad preescolar. Noemí es una seguidora de Jesús de trasfondo cultural musulmán que comparte incansablemente el evangelio con su madre. Sherry y su esposo tienen el nido vacío y abrieron un orfanato en el extranjero. Brenda (¡mi madre!) enseña inglés a refugiados recién llegados. Mi amiga Sarah repite el evangelio, una y otra vez por la fe, a su madre, la cual vive en un hogar para ancianos.

Es bueno ser mujer porque no estamos llamadas a un estilo de vida occidental convencional. No fuimos hechas para la seguridad, el confort y la facilidad del sueño americano. Cualquier cosa que hagamos, en el nombre del Señor Jesús para Su gloria y el bien de los demás, es una aventura divina.

Estas mujeres me recuerdan que fuimos creadas para la vida abundante en Cristo.

9. Las hermanas que vienen después de nosotras

La novena razón por la que es bueno ser mujer es que podemos proclamar la bondad de nuestro Dios a las que vienen detrás de nosotras. Es nuestra voz la que dará forma a la siguiente generación.

Mi esposo y yo hemos escuchado «¡Es una niña!» tres veces, y adoptamos una más, para un total de cuatro mujercitas en nuestro hogar. La broma favorita de Mark es decir que está en el ministerio de mujeres a tiempo completo. Pero honestamente, así es. Yo también. Y tú también, si conoces a alguna niña. Una cosa es ser una niña. Otra muy diferente es criarlas. Nunca he querido hacer algo tan bien en mi vida.

Tú y yo tenemos el privilegio de leer las páginas de la palabra de Dios y satisfacer nuestras almas con un festín de gracia y verdad. En esas páginas vemos la gran historia de Dios, y encontramos entretejidas las historias de otras mujeres. También encontramos nuestra propia historia, y encontramos también las historias de nuestras hijas.

Somos parte de un linaje espiritual, la genealogía del pueblo de Dios. Al igual que las mujeres anteriores que vivieron en los tiempos bíblicos, nosotras y las que nos siguen somos generaciones en la familia eterna de Dios.

10. Prosperaremos

Finalmente, la décima razón por la que es bueno ser mujer es que nuestro Dios asegurará que prosperemos. A lo largo de la Escritura vemos la promesa de que los que pertenecen al Señor prosperarán. El primer Salmo nos instruye para que no escuchemos a los malvados, a los pecadores y a los burladores (Sal 1:1), sino que nos deleitemos en Dios y en Su Palabra. Nuestro Dios, que mora en nosotros, nos hará a ti y a mí como árboles plantados junto a corrientes de agua. Cuando permanezcamos en Él, daremos fruto a su tiempo, y nuestras hojas no se marchitarán. Todo lo que hagamos prosperará (Sal 1:2-3).

En la presencia de Dios hay plenitud de gozo (Sal 16:11), vida abundante y eterna (Juan 10:10, 28). Rechacemos las promesas vacías de nuestros tiempos y abracemos, en cambio, al Dios que satisface nuestras almas anhelantes y nos colma de bienes (Sal 107:9).

Esta es realmente la mejor historia: hemos sido creadas para mucho más.


Publicado originalmente en Crossway. Traducido por Equipo Coalición.
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