“Y en el desierto, donde has visto cómo el SEÑOR tu Dios te llevó, como un hombre lleva a su hijo”, Deuteronomio 1:31.
Es reconfortante recordar que Dios ha estado con nosotros durante todos los momentos de nuestra vida. En todos los altibajos de la experiencia humana nunca, como Sus hijos, nos hemos encontrado solos. No solo que Él ha estado al tanto de lo que sucede, sino que también está íntimamente envuelto en cada detalle, guiándonos intencionalmente “como lo hace un padre con su hijo”.
Experiencias buenas, malas, difíciles y agradables han sido parte de la intención de Dios para nuestra vida, en su momento adecuado y de la manera perfecta para cumplir con Sus propósitos divinos.
Significa también que podemos descansar en cuanto a nuestras experiencias del pasado, reconociendo que, aunque dolorosas, el Señor las ha permitido para nuestro bien.
Significa que las cosas que estamos experimentando en el presente están también bajo Su control, y podemos descansar en lugar de tratar de cambiarlas de la manera que sea y lo más pronto posible.
Significa que planes para el futuro, ideas y proyectos que podamos tener sucederán de acuerdo a Su perfecta voluntad y Su dirección.
Sin embargo, esto no significa que debemos quedarnos esperando para ver qué Él quiere que hagamos, a ver qué puertas Él va a abrir o a ver qué sucede. Necesitamos más bien movernos con intencionalidad, dejando que Él vaya haciendo Su voluntad en nuestra vida en el proceso y siguiendo la dirección de Su Espíritu. Esto lo hacemos manteniendo con las manos abiertas las cosas que tenemos, y soltando fácilmente lo que Él decida quitarnos sabiendo qué es lo mejor para nosotros.
Sí, es cierto que en algunos momentos nos sentimos solos, como en el desierto y en el camino de la vida, pero el amor incondicional del Padre y la confianza de que Él siempre se encuentra obrando en nuestras vidas nos recuerdan que Su Espíritu, el Consolador, siempre está con nosotros.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.
