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“Se consumen de sufrir mis ojos; Han envejecido a causa de todos mis adversarios”, Salmo 6:7.

Este es un salmo bastante trágico. El salmista David habla de desfallecer completamente, de llorar toda la noche y de sentir escalofríos. El pasaje, aunque menciona la enfermedad, parece referirse más a una condición causada por sus enemigos que lo persiguen y esto es lo que le afecta física, emocional y espiritualmente.

Parece que a David le parece interminable e imposible la condición en que se encuentra y clama al Señor pidiendo ayuda. Su evaluación de las circunstancias era cierta; aunque incompleta ya que ahora Dios en Su Palabra nos revela cómo en Jesús Él se ha encargado de nuestros enemigos: la carne, el mundo y el maligno. De una vez por todas quitó decisivamente en la cruz Su poder sobre nosotros.

Ahora no solo sabemos que “si Dios es por nosotros quien contra nosotros” (Ro. 8:31), pero también que si Él “no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”(Ro. 8:32), que en Cristo somos “más que vencedores” (Ro. 8:37), y que “los que aman a Dios todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”(Ro. 8:28).

Estas son buenas noticias para ti y para mi, ya que ahora mismo nuestra evaluación de la condición que nos aqueja puede ser cierta, pero de seguro también es limitada. Así como el Salmista pudo anticipar la salvación de Dios y estar seguro de la obra y mano de Dios en su vida, así también nosotros podemos confiar en la perfecta voluntad de nuestro Padre Celestial y reconocer que en Cristo, “El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mi oración. Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos” (vs. 9, 10).

¡El salmista estaba en lo correcto, Cristo es el vencedor!

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

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