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El Equipo Coalición se complace en presentarte el segundo número de nuestra revista y damos gracias a Dios por la enorme acogida que tuvo el primer número de abril 2021. Es importante recordarte que esta revista cuatrimestral tiene la peculiaridad de establecer un tema particular para desarrollarlo con base en nuestras seis secciones generales: Vida cristiana, Biblia y teología, Ministerio, Actualidad, Cultura y arte, y Fe y trabajo. Además, ofrecemos una selección de los mejores artículos de nuestra biblioteca virtual sobre ese tema.

En esta oportunidad, nos abocaremos a desarrollar un tema que creemos que nos toca a todos por las circunstancias dramáticas que se están viviendo alrededor del mundo. Podríamos decir que esta es una época en donde el “lamento” expresado de diferentes maneras y por múltiples razones se ha esparcido por toda la humanidad sin distinción.

Este sentimiento de dolor y aflicción ante las circunstancias de la realidad humana no es ajeno a nuestra vida espiritual. En las Escrituras, tiene múltiples manifestaciones que no solo manifiestan cierta “victimización” (un término tan popular hoy en día), sino también un reconocimiento delante del Señor de que ese lamento es producto del pecado, pero tampoco es ajeno a la soberanía de Dios.

El lamento tampoco se presenta en la Escritura como una balada popular dolorosa que solo le canta al amor no correspondido que no tiene solución. En cambio, se presenta en la Biblia como una oportunidad para el arrepentimiento, la manifestación de la misericordia del Señor y la recuperación del gozo y la esperanza. En ese sentido, podríamos considerar al lamento bíblico como una disciplina espiritual que, practicada con sinceridad y humildad, nos sería útil no solo para dolernos por nuestra situación, sino también para condolernos con el dolor de los demás, buscando al Señor y gozándonos en su misericordia y verdad.

Te invitamos entonces a aprender sobre el lamento bíblico desde diferentes perspectivas y que puedas reflexionar en tus propios lamentos personales como una oportunidad para profundizar tu relación con Dios, diciendo como David:

“Escucha mis palabras, oh SEÑOR;
Considera mi lamento.
Atiende a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío,
Porque es a Ti a quien oro” (Salmo 5:1-2).

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