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Nota del editor: 

Durante estas semanas estamos publicando artículos en los que diferentes profesionales cristianos nos comparten sobre el impacto del cristianismo en sus diferentes carreras.

Coalición por el Evangelio (C): Le damos gracias a Darío Alvites por la oportunidad de conversar con él. Darío, ¿puedes contarnos un poco acerca de ti?

Darío Alvites (DA): Mi nombre es Darío Alvites, soy peruano e ingeniero pesquero. Soy un empresario dedicado a la pesca desde hace más de 20 años. Tengo 23 años de casado con Nancy y tenemos tres hijos. Somos miembros de la Iglesia Bíblica Cristiana El Corregidor, en Lima, donde sirvo como diácono y maestro de academia bíblica. Ahora curso estudios de Maestría en Divinidad en el Southern Baptist Theological Seminary

C: ¿Cómo fueron tus inicios como empresario pesquero?

DA: Fundé mi empresa en Piura, al norte del Perú, en el año 2001. Ser empresario no estaba en mis planes, pero yo le había hecho una promesa a un amigo que trabajaba conmigo de crear una empresa en algún momento. Cuando mi amigo se quedó sin trabajo —y aunque yo tenía un buen trabajo en ese tiempo—, decidí cumplir la promesa que le había hecho y ayudarlo en esa hora de dificultad.

Los inicios no fueron fáciles. Comenzamos la empresa sin contar con capital propio, pero sí con la confianza de profesionales pesqueros que invirtieron sus ahorros para dar inicio a este emprendimiento. Tengo que reconocer que lo que me movía no era solo mi deseo de honrar la promesa ni las posibilidades del negocio, sino que tenía la convicción de que fundar esa empresa era la voluntad de Dios para mi vida. 

Yo no conocía muchos aspectos de la administración de un negocio porque era un experto técnico pesquero, pero tenía muchos deseos de aprender, una gran voluntad de trabajo y no dejaba de pedir sabiduría al Señor para tomar decisiones rápidas y acertadas. Dios respondió mi oración conforme a su promesa: “Y si alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Stg 1:5).

C: ¿Cuáles desafíos encontraste como cristiano en el mundo de los negocios?

DA: Todos los cristianos tenemos desafíos constantes al vivir en una sociedad con valores culturales que no están fundamentados en la palabra de Dios. Tengo mucho que contar de lo que ha sido mi experiencia de 20 años como empresario cristiano. Sin embargo, lo primero que tendría que afirmar es que Dios sigue cada día cumpliendo sus promesas en las vidas de sus hijos en donde sea que se encuentren.

Dios sigue cada día cumpliendo sus promesas en las vidas de sus hijos en donde sea que se encuentren

Esto no significa que vamos a dejar de tener problemas. Al contrario, su mayor promesa es estar a nuestro lado, sosteniéndome en medio del llamado particular que Él me ha hecho de servirle en el área pesquera, viviendo en contracultura, es decir, basado en su Palabra y no según los dictados de la cultura la sociedad contemporánea.

Una vez estuve contando mi testimonio como empresario pesquero en una iglesia. Una persona se me acercó al final y me dijo que mi éxito se debía a que “Dios era mi socio”. Tuve que aclararle que Dios no era mi socio, sino mi Señor y mi amo. Yo solo soy su siervo. Mi negocio no es mío “porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria por siempre” (Ro 11:36).

C: ¿Podrías contarnos alguna experiencia particular de crisis que hayas superado de la mano de Dios en estos años?

DA: Se estima que, en promedio, cada persona tiene una crisis de cualquier tipo cada seis meses. Eso no es diferente para los cristianos ni para los empresarios.

El primer problema que rebasó nuestra planificación fue cuando un cliente japonés que compraría toda la producción de filetes de anguilas de mar no cumplió con hacer las compras. Eso significó que estuvimos a punto de quebrar solo tres meses después de haber iniciado nuestras operaciones. Fueron momentos muy difíciles, pero no dejamos de buscar la guía al Señor. Es así que Él abrió un nuevo mercado en Corea del Sur.

De esa experiencia aprendí algo muy sencillo: no se puede ofrecer toda la producción a un solo cliente. Ahora hemos pasado de ser una empresa con dos embarcaciones a contar con una fábrica, una flota de embarcaciones y una oferta de productos pesqueros que se exportan a 21 países.

Un frente muy difícil que todos enfrentamos en nuestros países es la corrupción. Este es un problema que muchos cristianos no enfrentan, sino que se dejan llevar por la corriente. Aparte de cumplir con todas las normas legales, comerciales y de impuestos, en mi empresa hemos desarrollado la política de tomar la iniciativa y ayudar a las autoridades a cumplir sus deberes. Por ejemplo, programamos cubrir algunas necesidades que enfrenta la policía a través de donaciones oficiales de motocicletas para ayudarles a fortalecer la vigilancia. De esta manera apoyamos su trabajo y evitamos presiones indebidas.

C: Siempre se dice que los negocios son avasalladores y que el empresario tiende a descuidar su comunión con Dios, a su familia o su servicio a la iglesia. ¿Cómo has podido balancear tu vida en tus diferentes áreas y responsabilidades? 

DA: Es importantísimo ser ordenados en todo lo que hacemos. Tengo que reconocer que fui muy desordenado al principio, pero en Cristo uno puede ser una nueva criatura y tener nuevos comienzos por su gracia, sabiduría y poder. Debemos aprender a organizar nuestras actividades diarias sin olvidar las cosas importantes a largo plazo. Hacer bien nuestro trabajo no solo involucra para mí el ser buen empresario, sino ser un buen hombre, un buen cristiano como empresario, padre, esposo y ministro. 

Aun el trabajo empresarial se debe hacer en sometimiento al Señor, en sus fuerzas y no en las nuestras

Es vital aprender a mantener el equilibrio y las prioridades en su lugar. Gracias al Señor, y a la ayuda de mi esposa y mi iglesia local, he podido mantener mi comunión personal con mi Padre Celestial. No he descuidado mi vida devocional o la atención espiritual de mi hogar con mis hijos, así como servir como muchos hermanos en nuestra iglesia. Algo que sí me hubiera gustado es tener algunas personas cercanas con las cuales tener rendición de cuentas de manera frecuente.

Así como tengo muy claro lo que soy como empresario pesquero, también es importante que todo cristiano conozca bien la Palabra, sus dones y el llamado específico del Señor al servicio en su iglesia local. Eso nos ayuda a no perder la perspectiva ni el equilibrio. Hay una frase que siempre me repito: “El éxito verdadero no es lo que se ve de la puerta de tu casa hacia afuera, sino lo que ves de la puerta de tu casa hacia adentro”.

C: Finalmente, ¿qué consejo les darías a los cristianos jóvenes que perciben un llamado del Señor a los negocios?

DA: En primer lugar, les diría que busquen mucho al Señor y fortalezcan sus vidas espirituales porque los afanes del negocio pueden alejarlos del Señor.

En segundo lugar, que reconozcan que en los negocios, como en todo en la vida, uno debe esforzarse para alcanzar los resultados esperados. Pero deben también esforzarse y ser muy valientes en mantener una comunión estrecha con el Señor, conociendo la Palabra para poder diferenciar entre un “obstáculo burocrático”, por ejemplo, y la dirección del Señor.

En tercer lugar, que reconozcan que uno también sirve al Señor y a la comunidad a través de los negocios. El objetivo no es solo ganar dinero porque “raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Ti 6:10). Aun el trabajo empresarial se debe hacer en sometimiento al Señor, en sus fuerzas y no en las nuestras, buscando siempre su sabiduría y dirección.

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