×
Nota del editor: 

El pastor John Piper recibe preguntas de algunos de sus oyentes de su programa: Ask Pastor John. A continuación está su respuesta a una de esas preguntas.

Vamos a empezar, como lo hacemos muy a menudo, con una definición. No puedo llegar a ninguna parte sin una definición. ¿Qué es exactamente el “odio” o “aborrecimiento”? Cuando estamos considerando el amor —esta es la otra cara del odio— tenemos que recordar que ambos se utilizan de dos maneras bastante distintas.

Por ejemplo, el amor puede significar estar satisfecho con el encanto y la belleza de algo. Así que podría decir: “Oh, me encanta esa pintura”. O, “Me encanta cuando tratas a tu hermano menor de esa manera”. Pero hay otro tipo de amor que —independientemente de que el objeto sea encantador o agradable— elige desear buscar el beneficio de la persona o la cosa que es amada. Así que Jesús exige que amemos a nuestros enemigos, y estos enemigos pueden ser muy poco amables, moralmente corruptos, y extremadamente desagradable para nosotros.

El segundo tipo de amor sigue en pie. Los tratamos mejor de lo que merecen. Buscamos su bien. Se trata de la misma manera, dándole la vuelta, con el odio. Puede significar intensa desaprobación o disgusto por lo que es malo o feo o de mal gusto, como cuando digo, “No me gustan los champiñones”, o, “No me gusta el aborto”. Pero, por otro lado, como en el amor, el odio se puede referir a un intenso deseo o la elección que alguien sufra, sea juzgado, o que sean arruinados o destruidos.

Así que cuando hablamos de odiar a Satanás, creo que es correcto decir que debemos odiar a Satanás en ambos sentidos y que el mismo Dios aborrece a Satanás en ambos sentidos. Hay por lo menos dos razones por las que digo esto:

1) Las Escrituras enseñan que Dios aborrece al mal y a la gente impenitente en ambos sentidos. La Biblia también muestra que llega un punto en que debemos unirnos a Él de manera apropiada por lo menos en algún sentido de odiar a los malvados, como Dios los odia de esa manera. No solo de manera fuerte, siendo fuertemente disgustado, sino también en casos raros deseando el juicio de ellos. Esa es la primera razón.

2) Creo que Él odia a Satanás en estos dos sentidos, y nosotros también deberíamos, porque Satanás está más allá del arrepentimiento. Es por eso que el deseo de su conversión nunca es considerado virtuoso ni está presente en la Biblia. Así que permíteme ilustrar el punto que es realmente controvertido. Estoy seguro que estoy argumentando desde el odio de Dios por la gente a su odio por Satanás, porque la Biblia nunca dice, “Dios odia a Satanás”, pero claramente lo implica, yo creo.

Dios odia la iniquidad

Hebreos 1: 8-9 dice esto acerca del Hijo de Dios: “Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos, y cetro de equidad es el cetro de Tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad”. Así que sabemos que Dios y su Hijo odian la maldad. De manera similar, nosotros, como quienes temen a Dios, nos unimos a él en el odio a lo que es malo. Este es Proverbios 8:13: “El temor del Señor es aborrecer el mal. El orgullo, la arrogancia, el mal camino y la boca perversa, yo aborrezco”. Y Romanos 12:9 dice: “aborreciendo lo malo”. Y lo mismo pasa con la gente mala e impenitente, no sólo con acciones.

Entonces acabamos de ver que se supone que debemos odiar acciones. Nadie estaría en desacuerdo con esto, probablemente. El Señor puede elegir poner su cara contra los hacedores de maldad temporal o eternamente y no les hará injusticia. Él no nos debe nada. Solo merecemos castigo debido a la pecaminosidad universal de la raza humana. Así leemos: “A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí” (Romanos 9:13). O el Salmo 5:4-5, “Porque Tú no eres un Dios que se complace en la maldad;…Aborreces a todos los que hacen iniquidad”. O el Salmo 11:5: “El Señor prueba al justo y al impío, y Su alma aborrece al que ama la violencia”. O el Salmo 2:4: “El que se sienta como Rey en los cielos se ríe, el Señor se burla de ellos”.

Los justos odian la iniquidad

Así que la Biblia da ejemplos de no solo Dios odiando a los malvados, sino los propios salmistas, los escritores humanos bajo la inspiración de Dios, expresando el mismo odio por los malhechores. Estos a veces son llamados salmos imprecatorios. Algunos maestros de la Biblia dicen: Esos salmos realmente no son parte de la Palabra inspirada de Dios, y fueron usados y amados por gente que no entendían. Pero yo digo: Espera, espera un minuto. Ellos fueron utilizados y amados por Jesús y por Pablo, en especial el Salmo 69, una de los salmos imprecatorios más severos. Y ambos, Jesús y Pablo lo citaron como ejemplo y lo abrazaron como parte de lo que pensaban.

Así tenemos, por ejemplo, el Salmo 31:6, “ Aborrezco a los que confían en ídolos vanos; pero yo confío en el Señor”. O Salmo 119:113, “Aborrezco a los hipócritas, pero amo Tu ley”. O el Salmo 139:21-22, “¿No odio a los que Te aborrecen, Señor? ¿Y no me repugnan los que se levantan contra Ti? Los aborrezco con el más profundo odio”. Ahora, algunos de estos salmos pueden ser expresiones de Dios mismo o el Mesías hablando a través del salmista. Así que estos son como los salmos mesiánicos con el salmista asumiendo el papel de Dios o del Mesías al hablar. Así que tenemos que ser muy cuidadosos de cómo aplicar el derecho de emitir juicio nosotros mismos. Este aspecto puede ser apropiado para ellos y no siempre apropiado para nosotros mismos.

Conclusión

Así que a la luz de todos estos textos y otros, digo: Puesto que Satanás es la fuente y la encarnación de toda maldad, Dios y los piadosos deben en efecto, odiarlo, es decir, tanto en el sentido de intensa desaprobación como en el sentido de intenso deseo de su juicio y la consignación fuera de la historia y de la influencia en el lago de fuego. Y creo que esto es confirmado por el hecho de que Satanás está fuera del arrepentimiento, y nunca en la Biblia hay un pensamiento de orar por Satanás o por desear la conversión de Satanás mencionado o considerado virtuoso.

Una de las razones por las que creo que se nos ordena en Romanos 12:9 “aborreciendo lo malo [y] aplicándose a lo bueno” es que realmente no puedes amar el bien sin odiar el mal. Con el fin de retener lo que es bueno y apreciar lo bueno y querer que el bien prevalezca y querer que la gente experimente lo bueno, debes odiar lo que es malo y debes aborrecer a aquel cuyo corazón es impenitente, y la fuente de todo mal. No odiar a una fuente impenitente de mal es no amar el bien. Entonces sí, creo que Dios aborrece Satanás en estos dos sentidos, y creo que también nosotros deberíamos hacerlo.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Román Gonzalez
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando