Todas las miradas estaban puestas en mí mientras buscaba las palabras.
Durante una entrevista para un puesto pastoral, un anciano de la iglesia me preguntó: «Veo que has publicado muchos artículos. ¿Cómo piensas seguir escribiendo mientras asumes las responsabilidades de nuestra iglesia?». Esperaba las preguntas habituales sobre teología, eclesiología o experiencia ministerial. Pero esta —sobre cómo la escritura podría interferir con la labor del pastorado—, me tomó por sorpresa. Sentí que debía justificar mi derecho a escribir o elegir entre escribir y pastorear, como si estos llamados fueran excluyentes entre sí.
Avancemos en el tiempo. Ahora que soy editor y ayudo a pastores a escribir libros, veo que la pregunta de aquel anciano no solo era válida, sino esencial. Escribir un libro requiere una enorme inversión de tiempo y energía, pero además conlleva gestionar entrevistas en pódcast, compromisos como conferencista y publicaciones en redes sociales para promocionarlo con éxito, lo que equivale prácticamente a un trabajo de medio tiempo. Cuando se sopesan estas demandas junto con las exigencias semanales del ministerio y su impacto emocional, la cuestión se vuelve aún más compleja. En lugar de apresurarse ante la primera oportunidad de publicar un libro, animo a los pastores a detenerse, discernir y preguntarse: ¿Debería escribir un libro?
Estas cuatro preguntas pueden ayudar en ese proceso de discernimiento.
1. ¿Por qué quieres escribir un libro?
Publicar conlleva tentaciones particulares. Ver tu nombre en la portada de un libro resulta embriagador. Recibir un anticipo y regalías se vuelve atractivo. Participar como invitado en un pódcast o como conferencista para promocionar tu obra ofrece una recompensa inmediata, pues las tensiones y frustraciones relacionales del ministerio cotidiano se diluyen entre elogios y honorarios.
Se requiere discernimiento para reconocer tu temporada, tanto en lo personal como en lo profesional, y madurez para aceptarla
En cada uno de nosotros, bajo una fachada de buenas intenciones (Esto es para Dios) y un sentido de urgencia misionera (Este mensaje debe extenderse), habita un anhelo de gloria personal. Distinguir entre edificar el reino y fortalecer tu propia marca puede tornarse difícil.
Examina tu corazón; no solo tú, sino con la ayuda de quienes te conocen y te aman lo suficiente como para hablarte con franqueza. Reflexiona: ¿De qué me sirve publicar un libro si pierdo mi alma?
2. ¿Es un libro el medio más adecuado para compartir tu mensaje?
Una vez pasé casi un año trabajando junto a un pastor para pulir su manuscrito. No obstante, al final ambos reconocimos que su mensaje no resonaba en el papel. Con admirable sensatez, él decidió cambiar de estrategia y transmitir esa misma idea mediante una serie de episodios en un pódcast.
Quienes escriben por primera vez tienden a subestimar el esfuerzo que implica redactar y publicar un libro. El proceso se parece a un triatlón: la primera fase es escribir el libro, lo que suele requerir entre seis y nueve meses de ardua dedicación (y eso solo comienza después de concretar la idea, preparar una propuesta editorial, presentar el proyecto a las editoriales y firmar un contrato).
La segunda parte es la edición, un proceso que toma entre seis y nueve meses adicionales de intercambio constante con tu editor.
La tercera parte consiste en la promoción y el marketing, lo que demanda tanto tiempo como el proceso de escritura, o incluso más. Muchos autores descubren que esto resulta mucho más agotador.
En lugar de un libro, ¿podría tu idea llegar mejor a las personas a través de una serie de sermones, un pódcast, Substack o una newsletter? ¿Qué tal si puedes invertir una fracción del tiempo y lograr el mismo impacto?
Vale la pena reflexionar al respecto.
3. ¿En qué temporada te encuentras?
Eclesiastés nos enseña que hay un tiempo para cada cosa (Ec 3:1). Se requiere discernimiento para reconocer tu temporada, tanto en lo personal como en lo profesional, y madurez para aceptarla, aunque eso signifique pausar ciertos sueños o incluso dejarlos descansar por completo.
Tu propósito en la vida no es alcanzar tu «máximo potencial» profesionalmente. Es liderar y cuidar a las personas que Dios ha puesto bajo tu responsabilidad. Si escribir un libro te lleva a descuidar a aquellos que Él te ha confiado para amar, ¿vale la pena?
Si escribir un libro te lleva a descuidar a aquellos que Él te ha confiado para amar, ¿vale la pena?
Pienso en el plantador de iglesias que asume tres roles porque el presupuesto no permite más personal, en el pastor cuyos pocos momentos libres se consumen cuidando a un padre enfermo, o en la pareja que enfrenta tensiones matrimoniales y agotamiento físico mientras cría a sus pequeños.
Si escribir un libro pone una presión excesiva en tu matrimonio, reduce tu atención como padre o te distrae de las personas en tu congregación, ¿por qué pagar ese precio?
Muchos harían bien en escuchar el consejo de Tim Keller, quien sugería que los pastores más jóvenes «deberían ganarse la credibilidad de otros al construir ministerios fructíferos y efectivos» antes de intentar escribir libros. «Escribir un libro en tus cincuentas será el doble de rápido y será dos veces mejor que si escribieras el mismo libro en tus treintas», afirmó Keller.
Dios otorga capacidades distintas a cada persona. Sin embargo, en ciertas temporadas, todos necesitamos dedicar nuestra atención plena en mantenernos saludables en lo emocional, físico, mental y espiritual. Algo bueno en una temporada inadecuada te abruma y te desgasta. Evalúa tu temporada. Actúa en consecuencia.
4. ¿Están tus líderes al tanto de tu intención de escribir y la apoyan?
Al reflexionar sobre estas preguntas junto a otros que puedan ofrecer su perspectiva, podrías determinar que esta es una temporada propicia para escribir un libro. Si ese es tu caso, lo primero que debes hacer es consultar la opinión de tu equipo de liderazgo.
El panorama más desalentador surge cuando un pastor está preparado y dispuesto a escribir, pero, debido a malentendidos o falta de comunicación, sus esfuerzos y motivaciones son cuestionados por el liderazgo: ¿Te pagan por escribir durante el tiempo dedicado a la iglesia? ¿Estás enfocándote únicamente en fortalecer tu marca personal? ¿Estás dejando de lado tus responsabilidades aquí?
Pastores, es preferible tomar la iniciativa antes que tener que justificarse luego. Si buscas el apoyo de tus líderes, invítalos a participar en la conversación desde el comienzo y de manera constante. Convoca una reunión, no como un mero formalismo para forzar su consentimiento, sino como un espacio de diálogo abierto que tome en cuenta sus inquietudes y reservas.
Podrías considerar discutir algunos aspectos como los siguientes:
- Explica por qué anhelas escribir y qué te hace sentir que este es un tiempo favorable para intentarlo.
- Comparte el mensaje específico que Dios está despertando en tu corazón y que deseas expresar en tu libro.
- Propón los días y las horas semanales que dedicarías a escribir, aclarando si planeas hacerlo dentro del horario laboral habitual. (Si es así, agradece sus opiniones sobre qué porcentaje de esas ganancias destinar a la iglesia).
- Describe cómo planeas mantenerte espiritualmente saludable y atento a tus responsabilidades pastorales durante este proceso.
- Menciona qué ajustes o apoyos requerirías en tu agenda para compromisos promocionales, como conferencias o participaciones en pódcast.
Si tus líderes te apoyan, sugiere encuentros periódicos para recibir su aliento y rendición de cuentas, los cuales podrían ser tan espaciados como una vez al año. Sé proactivo. Demuestra que ellos son tu prioridad y que valoras profundamente su consejo.
No hay una temporada «perfecta» para escribir un libro: las responsabilidades siempre reclamarán tu atención, la creatividad será un visitante esquivo y los sacrificios serán necesarios, a menudo en forma de sesiones de escritura al amanecer o por la noche. Sin embargo, en el momento oportuno, con el Espíritu de Dios guiando tus palabras y fortaleciendo tu voluntad, escribir puede convertirse en una contribución transformadora para el reino. Si ese tiempo llega, te animo a hacerlo.