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Hace poco disfruté por fin la trilogía cinematográfica de El señor de los anillos, basada en las novelas de J. R. R. Tolkien. Estos filmes adaptan un universo rico en detalles y, cuando los miras, es evidente que no puedes entender la trama de la trilogía si no ves las películas en el orden correcto. Pensando en eso, estas películas me ayudaron a entender la importancia de conocer el orden de la historia bíblica.

Así como El señor de los anillos tiene un orden, el Señor de la Biblia nos dio su Palabra con un orden en mente. Ella consiste en 66 libros que relatan la historia redentora del Dios de gloria. En sus páginas vemos cómo Él obra para salvar a su pueblo por medio de Cristo, para así llenarlos con su presencia por medio del Espíritu Santo.

Cuando leemos la Palabra podemos notar ese orden, pues el Nuevo Testamento (NT) fue escrito con el Antiguo Testamento (AT) como fundamento, y por eso constantemente hace referencia a él. Lo segundo no tiene sentido sin conocer lo primero.

Los libros más citados en el NT

Como muestra de esto está Deuteronomio, que es el libro más citado en el NT, con aproximadamente 80 citas. Estos son unos ejemplos de cómo es referenciado:

  • En Hechos 3:18-26, Pedro dice que Jesús es el Profeta a quién las personas tienen que escuchar para poder vivir, mencionado en Deuteronomio 18:15-19.
  • El apóstol Pablo, en Romanos 2:25-29, explica que la verdadera circuncisión es la interna, hecha por medio del Espíritu Santo. Esto es lo que Dios dijo a Moisés en Deuteronomio 30:6, cuando prometió circuncidar el corazón de su pueblo.
  • En Gálatas 3:10-13, Pablo toma lo escrito en Deuteronomio 21:23 para decirnos que Cristo se hizo maldito por nosotros para redimirnos y justificarnos.

El Nuevo Testamento toma al Antiguo Testamento y le da sentido, color, y explicación.

Otros libros citados con frecuencia en el NT son Génesis, Salmos, e Isaías. Por ejemplo, los autores del NT citan a los salmos de manera especial para darnos consuelo y la seguridad de que Cristo está a la diestra de Dios y gobierna a nuestro favor (ver cómo Hechos 2:25–28 cita Salmos 16:8–11).

Podríamos pasar mucho tiempo mencionando una y otra vez las tantas referencias en el NT al AT. Todo esto nos muestra que Dios escribió toda su Palabra usando hombres inspirados por el Espíritu Santo para hablar de parte de Él (2 Pe. 1:19–21).

¿Por qué esto importa?

Es evidente que el NT toma al AT y le da sentido, color, y explicación. Es decir, las profecías en el AT hallan su cumplimiento en Cristo; los tipos en el AT hallan sus antitipos en Cristo; y las promesas de Dios se cumplen en Cristo (2 Co. 1:20).

Conocer esto es valioso porque nos anima a hacer del estudio de la Palabra una disciplina en la búsqueda de la gloria de Dios para nuestro gozo. Veamos a Cristo, quien al resucitar habló con dos de sus discípulos y, “comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a El en todas las Escrituras” (Lc. 24:27). Igualmente, sigamos el ejemplo del apóstol Pablo, quien deseaba conocer y enseñar todo el consejo de Dios (He. 20:27).

Que el Señor ponga en nuestros corazones el deseo de conocerlo más y gozarnos en Él, mientras vemos su Palabra conectada de Génesis a Apocalipsis con el fin de mostrar la gloria de su Autor.


Imagen: Lightstock.
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