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Nota del editor: 

El pastor John Piper recibe preguntas de algunos oyentes de su pódcast Ask Pastor John. A continuación está una de esas preguntas y su respuesta.

El costo de ser un cristiano solitario es el tema de hoy. Para abordarlo, es fundamental considerar la enseñanza bíblica sobre la comunidad, como la dinámica de «un cuerpo, muchos miembros» que el apóstol Pablo nos presenta en 1 Corintios 12:12-31. Este pasaje, estoy convencido, se aplica directamente a este asunto.

Hoy nos acompaña por teléfono el pastor John para responder la pregunta de Joe, un oyente del pódcast que vive en Nueva Jersey. «Hola, pastor John», escribe Joe. «En las redes sociales, escribiste una vez: “Cristo no murió para crear solitarios salvos. Murió para crear amistades que exaltan a Cristo”. ¿Podrías explicar esto, por favor? Muchos cristianos son solitarios y están heridos; quizás son víctimas de la iglesia o de las mentiras que han creído». Pastor John, ¿cómo animarías a los cristianos que viven en soledad?».


Hay muchos cristianos solitarios, algunos por elección propia y otros no. Sin embargo, el propósito de Dios con la muerte, la resurrección y la obra de Cristo hoy es ayudar a las personas a superar esa etapa, si se encuentran en ella.

Si te encuentras en una etapa en la que eres un cristiano solitario porque así lo deseas, o porque sientes que la gente no te ha dejado otra opción, Dios envió a Su Hijo para cambiar esa realidad. Él quiere llevarte a ser no solo un amigo de Jesús con el alma satisfecha, sino también un amigo que enriquece el alma de otros, para que experimentes a Jesús tanto a través de los demás como de forma directa.

El regalo de la amistad que exalta a Cristo

Este es el origen de esa frase. Hace unos meses prediqué sobre 2 Timoteo 4:16-17, donde Pablo dijo: «En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron… Pero el Señor estuvo conmigo y me fortaleció».

Ahora, uno podría tomar ese versículo y decir: «¿Ves? Pablo no necesitaba a nadie. Jesús era su amigo. Jesús nunca te falla, pero la gente siempre lo hará. Estoy cansado de lidiar con personas, son tan inconstantes y siempre te decepcionan. Voy a ser como Pablo: haré que el Señor esté a mi lado y, si todos me abandonan, allá ellos. Yo tengo a Jesús».

Dios quiere llevarte a ser no solo un amigo de Jesús con el alma satisfecha, sino también un amigo que enriquece el alma de otros

Pero esa no es en absoluto la experiencia que Pablo relata en ese capítulo. Un poco más adelante le dice a Timoteo: «Procura venir [a verme] antes del invierno» (2 Ti 4:21). Y un poco antes le había dicho: «Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio» (2 Ti 4:11). Este sentir de Pablo se refleja en todas sus cartas. A él le desagradaba profundamente ministrar en soledad. Cuando se vio forzado a ir solo a Atenas, lo primero que hizo fue enviar un mensaje: «Por favor, que Timoteo y el equipo vengan lo antes posible. No quiero estar solo en esta ciudad» (cp. Hch 17:15).

Por eso, se sostiene la idea de que Cristo no murió para que fuéramos cristianos solitarios, sino para que cultivemos amistades que lo exaltan, porque en esas amistades podemos conocer más de Él.

Hacia una vida en comunidad

No es mi intención presionar a una persona solitaria y decirle: «Tienes que hacer esto» o «Es tu deber». Lo que quiero decirle es: «Te estás perdiendo de algo, de verdad te estás perdiendo de algo maravilloso». Hay más de Cristo por conocer, hay más de Dios por conocer. Dios mismo le dijo a un hombre feliz: «No es bueno que el hombre esté solo» (ver Gn 2:18). Pablo le dijo a una iglesia: «El ojo no puede decir a la mano: “No te necesito”; ni tampoco la cabeza a los pies: “No los necesito”» (cp. 1 Co 12:21). Simplemente no pueden. Si tú, como cabeza, ojo, mano o dedo, te mantienes al margen diciendo: «No los necesito», estás en un error. Pablo mismo dice que te equivocas.

Cristo murió para que no fuéramos cristianos solitarios, sino para que cultivemos amistades que lo exaltan, porque en esas amistades podemos conocer más de Él

Así que, este es mi consejo. Primero, a los solitarios que piensan que no necesitan a otras personas, les diría: «Están dando coces contra el aguijón. Dios tiene mucho más para ustedes; mucho más de Sí mismo de lo que podrán experimentar por su cuenta».

Como palabra de ánimo para el cristiano solitario que siente que no tiene otra opción, que se ha visto empujado a la soledad, le diría: «Lamento mucho lo que te ha pasado, lamento que te hayan hecho eso». Y le diría: «Por favor, no te des por vencido con el único Amigo que nunca falla solo porque otros amigos te han fallado». Y añadiría: «Por amor a Cristo, perdona a quienes te han herido. No perdonar es un veneno que te destruye; te hiere más a ti que a ellos».

También le diría: «Busca una iglesia que predique la Biblia y ora para que Dios te guíe. Él tiene una comunidad para ti; confía en Él para esto». Finalmente, le diría: «Anímate a ser para otros lo que anhelas que ellos sean para ti».


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.
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