“Que el Señor dirija sus corazones hacia el amor de Dios y hacia la perseverancia de Cristo”, 2 Tesalonicenses 3:5.
Nuestros corazones necesitan de cuidado continuo para mantenerse saludable. Y es que el diario vivir, las influencias de este mundo y nuestra propia tendencia hacia el lado oscuro de nuestra personalidad, son recordatorios palpables de esta necesidad. Si no cuidamos de él, no tomará mucho tiempo antes de que estas influencias en nuestra vida nos lleven a adicciones, espíritu crítico y doblez en nuestra vida.
El versículo entonces nos lleva a considerar el amor de Dios como una manera de cuidar de nuestro corazón. Y es que el sabernos no solo conocidos por Él, pero también amados por Él, trae paz a nuestra alma. Además el saber que éste amor no depende de nuestra habilidad para ganarlo y mantenerlo es una gran bendición. El no tener que tratar de ganarnos Su atención, Su amor y Su aprobación son Buenas Noticias que hacen que nuestro corazón “cante”.
Y por otro lado, también somos recordados de la perseverancia de Cristo y como una manera de cuidar de nuestro corazón. Y es que el considerar Su obra en la cruz del calvario es muy importante. El no solamente dió Su vida para pagar por nuestros pecados y de esta manera llevó nuestra culpa. El también vivió perfectamente ante Dios y en nuestro favor de manera que nos acredita Su justicia perfecta. Jesús completó Su obra en nuestro favor muriendo en la cruz del Calvario y diciendo, “Consumado es”. La resurrección es la afirmación de que este sacrifico fue completo y efectivo en nuestro favor.
Es solo al tener estas dos cosas continuamente presentes en nuestro corazón, que éste estará libre de las cosas que lo llevan a ser atado. Además también experimentará el gozo de vivir a la luz de la realidad de la provisión de Dios, las implicaciones funcionales de estas verdades y añorando y anticipando nuestra redención completa.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.
