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A mi esposa le encanta reír. Ella disfruta la vida. Por naturaleza, ella no es una persona que se detiene en lo negativo o una que llora mucho. En cambio, enfrenta momentos y situaciones difíciles con fe y alegría. Así que cuando le dije que iba a predicar Eclesiastés, rápidamente me dejó saber que no era su libro favorito de la Biblia. Cuando le pedí que me explicara por qué, me dijo que al leerlo le pareció que Eclesiastés es un libro oscuro y deprimente.

¿Así es como te sientes acerca de Eclesiastés? ¿Un libro oscuro y deprimente? Es verdad que comienza y termina reconociendo que todo en la vida no tiene sentido, todo es vanidad (1:2; 12:8). Y en medio de esas dos admisiones de que la vida es “vanidad de vanidades”, el “Predicador” (así se llama el escritor a sí mismo) evalúa cada aspecto de la vida para probar su punto. Si crees que Eclesiastés es un libro oscuro y deprimente, tienes toda la razón. Pero ese es el punto. Para comprender Eclesiastés, necesitas comprender la perspectiva del autor y su argumento general. Una vez que comprendas cómo el Predicador está formulando su caso, podrás apreciar el mensaje de Eclesiastés y desearás transmitirlo, particularmente a aquellos que no creen en el Dios de la Biblia. Déjame explicar.

Eclesiastés es Escritura

Venimos a Eclesiastés como cristianos. En consecuencia, lo recibimos como Escritura. El Predicador de Eclesiastés buscó enseñarle a la gente el conocimiento (12:9) con palabras de deleite y palabras de verdad (12:10). El propósito de estas palabras es impulsarnos a la acción en un mundo desconocido (12:11) y darnos estabilidad en un mundo inestable (12:11). Y debido a que Eclesiastés es Escritura, estas palabras están inspiradas por Dios (12:11) y son suficientes para todo lo que podamos enfrentar en esta vida (12:12). 

Independientemente de cómo nos sintamos al respecto, entonces, Eclesiastés es la palabra de Dios. Y dado que es la palabra de Dios, sabemos que también es “inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buen obra” (2 Ti. 3:16-17). Puesto que es palabra de Dios, nos beneficiará leer y estudiar Eclesiastés. Para entender Eclesiastés, entonces, pídele al Espíritu Santo que te guíe y te dé entendimiento. En segundo lugar, sin embargo, para comprender este libro necesitamos identificar el tipo de texto que es e interpretarlo de esa manera.

Eclesiastés es literatura de sabiduría

Eclesiastés, así como Proverbios, es literatura de sabiduría. En todo el mundo se ha usado la literatura de sabiduría. De hecho, muchas culturas tienen proverbios: dichos que afirman una verdad general que ofrece orientación la cual, si se sigue, promete bendición. En lo que se refiere a los Proverbios del Antiguo Testamento, el autor distingue “dos caminos” entre los que una persona puede elegir: el camino de la sabiduría (el camino de Dios) que conduce a la vida (Pr. 8:20-21), o el camino de la necedad que conduce a la destrucción (Pr. 7:27). Esta perspectiva caracteriza la literatura de sabiduría. Esta literatura está destinada a guiar a la persona en el camino de la justicia, es decir, hacia Dios mismo.

Pero malinterpretaremos la literatura de sabiduría si solo la vemos como verdades generales que, si se siguen, nos conducen a las bendiciones prometidas. Lamentablemente, muchos cristianos ven la sabiduría de esta manera, pero eso es no entender el punto. Necesitamos leer la literatura de sabiduría en el contexto del pacto. El antiguo pacto fue dado con bendiciones muy claras por la obediencia y maldiciones por la desobediencia (Dt. 27–28). Dios claramente promete bendiciones increíbles por la obediencia y terribles maldiciones por la desobediencia. Cuando se lee bajo esta luz, la literatura de sabiduría pretende guiar a los miembros de la comunidad del pacto en el camino correcto para que se mantengan fieles al pacto. 

La literatura de sabiduría nos recuerda que el temor del Señor es el principio de la sabiduría, al mismo tiempo enfatiza que la sabiduría es un don divino.

La literatura de sabiduría establece dos caminos: el camino de la obediencia y el camino de la desobediencia. La vida de obediencia es la vida de justicia que lleva a las bendiciones del pacto del Señor. Pero la vida de desobediencia es la vida de injusticia que conduce a las maldiciones del Señor del pacto. Así que la literatura de sabiduría se relaciona con toda la vida. Nos recuerda una y otra vez que el temor del Señor es el principio de la sabiduría, al mismo tiempo enfatiza que la sabiduría es un don divino. Se le da al pueblo de Dios para que puedan andar en sus caminos y para que se mantengan fieles al pacto.

Como literatura de sabiduría, Eclesiastés también se trata de la vida, toda la vida. Está escrito para exponer una cruda realidad: la vida aparte de Dios no tiene sentido, es vana. El autor de Eclesiastés usa una frase técnica para identificar la vida sin Dios: la vida “bajo el sol” (1:3, 9, 14; 2:11, 17, 18, 19, 20; 3:16; 4:1, 3, 7, 15; 5:13, 18; 6:1, 12; 8:9, 15, 17; 9:3, 6, 9, 11, 13; 10:5). Acercarse a la vida “bajo el sol” es mantener una cosmovisión naturalista que niega que exista algo “sobre el sol”. En otras palabras, es negar que exista algo en los cielos, es negar que Dios exista. Tal cosmovisión es oscura y deprimente. Deja a la persona vacía. Y ese es el punto de Eclesiastés.

Para exponer su punto de vista, el autor presenta su caso al usar su propia vida como ejemplo. Como rey, tenía una gran riqueza, logró grandes cosas, se entregó a los mayores placeres, pero la vida sin Dios (bajo el sol) lo dejó vacío. No importa cuánto buscó el valor de la vida en estas actividades, se quedó vacío.

Eclesiastés es para nosotros y para nuestros días

No importa cuánta riqueza acumulemos, aparte de Dios estaremos vacíos y anhelaremos encontrar el verdadero significado y propósito de nuestra existencia.

A lo largo de Eclesiastés, el autor muestra la inutilidad de una cosmovisión naturalista y secular. Expone la vanidad de una vida sin Dios. No importa cuánta riqueza acumulemos, cuántos placeres disfrutemos, cuánto trabajo realicemos, cuán famosos nos volvamos, aparte de Dios estaremos vacíos y anhelaremos encontrar el verdadero significado y propósito de nuestra existencia.

¿De qué se trata Eclesiastés? Permíteme darte un paseo por el libro.

Cuando vivimos sin Dios (bajo el sol), todo el trabajo que hacemos en esta vida no tiene sentido, está vacío. Es una monotonía sin sentido que no agrega nada nuevo a este mundo y se olvida rápidamente (1:1-11). Bajo Dios, sin embargo, el trabajo que hacemos en esta vida es significativo y agradable (3:9-13).

Cuando vivimos aparte de Dios (bajo el sol), buscar el significado de la vida a través de acumular sabiduría y conocimiento humano es como tratar de atrapar el viento (1:12-18). Buscar el significado significado en las experiencias y el placer también es como tratar de atrapar el viento (2:1-11). Incluso buscar el significado al vivir una buena vida es como tratar de atrapar el viento (2:12-17). Ni siquiera el éxito en nuestro trabajo llenará el vacío (2:18-23). Sin embargo, bajo Dios, podemos disfrutar de la buena creación de Dios (la comida y la bebida), y podemos disfrutar de nuestro trabajo (2:24-25).

Dios es soberano sobre toda la historia (3:1-8) y sobre toda la creación (3:9-15). Dios es quien le da sentido a su creación, y la única respuesta apropiada a ello es temerle (3:14). Solo Dios produce la verdadera justicia (3:16-22), mientras que en este mundo hay mucha maldad e injusticia (4:1-16).

Pero, ¡ten cuidado de cómo te acercas a Dios en adoración (5:1-7)! La verdadera adoración se basa en un verdadero entendimiento de quién es Dios y cómo ha revelado su naturaleza (5:7).

Aparte de Dios (bajo el sol), el deseo de ser rico nunca será satisfecho y trae consigo muchas tentaciones y problemas (5:10-17). Sin embargo, la satisfacción con lo que Dios ha provisto conduce a la paz y la alegría en esta vida (5:18-20). Por lo tanto, sigue la sabiduría y encontrarás la vida. En cambio, si sigues la necedad encontrarás la destrucción (7:1-29).

En los últimos capítulos encontramos varias verdades proverbiales. Por ejemplo, vemos el mandato a obedecer a las autoridades (8:1-9). Es en vano perseguir la maldad (8:10-13). Es en vano tratar de discernir todo lo que Dios está haciendo (8:14-17). A pesar de todo el mal que podemos experimentar personalmente, podemos confiar en que nuestras vidas están en las manos de Dios y disfrutar de la vida que nos ha dado (9:1-10). La vida sin Dios es difícil. Es vana (11:5-12:8). En cambio, debes temer a Dios y guardar sus mandamientos (12: 9-14).

Conclusión

Como puedes ver, Eclesiastés nos recuerda que no encontraremos significado ni propósito en la búsqueda del placer o la riqueza (2:9-10; 5:10; 6:1-2), ni en la búsqueda del trabajo (2:11, 18-23), ni siquiera en la búsqueda de la sabiduría humana (2:12-17). Nos recuerda que, si queremos darle sentido a este mundo caótico con todos sus males, entonces debemos recordar que Dios es soberano sobre todas las cosas y todos los tiempos (3:1-8). Nos recuerda que no podemos entender lo que Dios está haciendo (3:9-11; 8:14-17), pero podemos disfrutar de la vida que Dios nos ha dado mientras estamos en esta tierra (2:24- 25; 9:7-10). Finalmente, Eclesiastés nos recuerda que, si bien estamos rodeados de mucha injusticia (3:16; 4:1), Dios es el juez de toda la humanidad (3:17).

Por lo tanto, nuestro deber es temer a Dios (12:13; también 7:18, 26; 8:12-13). El temor de Dios es el principio de la sabiduría, y debemos elegir la sabiduría sobre la necedad (9:16-17). Incluso un poco de tontería deshace mucha sabiduría (9:18). Pero, cuando tememos a Dios, naturalmente obedeceremos sus mandamientos (12:13) y caminaremos en el camino de la sabiduría.

A primera vista, Eclesiastés puede parecer oscuro y deprimente, pero puesto que es palabra de Dios, está inspirado y es suficiente para sostenernos en este mundo duro e injusto. Mientras lees Eclesiastés, oro que te incite a temer a Dios y a guardar sus mandamientos para que puedas caminar con sabiduría y encontrar vida. Y, al leer Eclesiastés, puedas ser libre para encarar las dificultades que enfrentarás en esta vida, y que lo hagas con fe en el Dios soberano, disfrutando de las cosas buenas que Dios te ha dado.

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