Este año, la celebración judía de la Pascua comenzará el miércoles 8 de abril, dos días antes de la celebración cristiana del Viernes Santo. La proximidad de estos dos días festivos religiosos no es nada nuevo. Nos recuerda que Jesús fue crucificado durante la Pascua y que, como judío, fue a Jerusalén para celebrarla.
¿Es esto solo una coincidencia? ¿Murió Jesús por mera casualidad durante la Pascua?
La respuesta bíblica es no. La razón por la Jesús viajó a Jerusalén esa última vez no fue solo para celebrar la Pascua, sino para convertirse en nuestra Pascua. Tal como dice claramente el apóstol Pablo en 1 Corintios 5:7: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado”.
Pero, ¿qué significa eso?
Necesitamos comenzar en Éxodo 12 para ver la respuesta, la historia de la primera Pascua. Allí veremos por qué era necesaria la Pascua y qué significó. Después de haber aprendido el significado de la Pascua, veremos cómo Cristo se convirtió en nuestra Pascua.
Éxodo 12 y la primera Pascua
El escenario es Egipto, y el caos es el estado emocional. Egipto acaba de ser devastado por una serie de nueve plagas. Esto no es solo una racha de mala suerte: Dios está juzgando a Egipto. Más que eso, Dios está cumpliendo una promesa (Éx. 2:23-25). Él había jurado a Abraham, Isaac, y Jacob que sus hijos tendrían la tierra de Canaán como herencia (Gn. 15:18-21), sin embargo, habían estado atrapados en Egipto por siglos. Es hora de que Dios los saque y los lleve a casa.
Pero antes, hay una última plaga, la más severa de todas. Israel ha sido exonerado de todas (o al menos la mayoría) las plagas anteriores. Su ganado no murió (Éx. 9:6). A sus cosechas no le cayó granizo (Éx. 9:26). Su tierra no se oscureció (Éx. 10:23). Ellos no han hecho nada para evitar estas otras plagas; Dios simplemente las alejó de ellos.
La última plaga será diferente. Esta vez, el “blanco” de Dios son todos. Si no fuera por alguna provisión inesperada, Dios matará a todos los primogénitos en Egipto, incluyendo a los primogénitos de Israel.
¿Por qué?
Porque a pesar de que Israel es el pueblo escogido de Dios, y a pesar de que por siglos habían sido oprimidos, la verdad es que también son pecadores. ¡Nos dice Ezequiel 20:4-10 que ellos incluso habían estado adorando a los dioses falsos de Egipto! Dios no puede simplemente ignorar ese pecado.
En la Pascua, Dios ideó una forma en la que podía ser justo y misericordioso al mismo tiempo. Podríamos llamarla salvación por medio de sustitución
El mensaje de la décima plaga es que Dios es santo y justo. Pero el mensaje de la Pascua es que Dios también es misericordioso. En esa primera Pascua, Dios ideó una forma en la que podía ser justo y misericordioso al mismo tiempo. Podríamos llamarla salvación por sustitución.
La provisión de Dios es simple: toma un cordero. Un macho maduro de un año de edad y sin mancha (Éx. 12:3-5). Examínalo durante cuatro días para asegurarte de que no haya defectos (12:6). Y finalmente, en el día 14 del mes, la noche en que el ángel de la muerte mataría al primogénito, mata ese cordero. Luego, aplica su sangre a los postes de tu puerta (12:7), y cuando Dios vea la sangre, Él te pasará por alto (12:13).
Ese es el significado. Dios perdona a los hijos de Israel, no porque sean mejores que los hijos de Egipto, sino porque un cordero sin mancha muere en su lugar y su sangre cubre su puerta.
Salvación por medio de sustitución. Y, según el Nuevo Testamento, el mensaje de la Pascua es también el mensaje del Viernes Santo.
Viernes Santo y el verdadero Cordero de la Pascua
Si te preguntas cómo un animal puede ser el sustituto de un humano, la respuesta es que, en última instancia, no puede (Heb. 10:4). Cómo Dios podía pasar por alto el pecado humano debido a la muerte de un animal era un problema que todavía requería resolución (Ro. 3:25).
El Viernes Santo es cuando Dios finalmente lo resuelve.
La razón por la que Jesús fue a Jerusalén esa última vez no fue solo para celebrar la Pascua, sino para convertirse en nuestra Pascua
De la misma manera que Israel estuvo expuesto a la ira de Dios en esa décima plaga debido a su idolatría, todos estamos expuestos a la ira justa de Dios debido a nuestra idolatría. Todos hemos pecado y no alcanzamos su gloria. Si no fuera por alguna provisión, cada uno de nosotros perecería eternamente bajo la ira de Dios en el fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque Dios es santo y justo.
Pero en su amor infinito, Dios ideó una manera de ser justo y misericordioso al mismo tiempo. Salvación por sustitución. La Pascua tenía la intención de retratarnos eso, pero no era la cosa original. Sin embargo, cuando llegamos a los Evangelios, encontramos al verdadero sustituto. En palabras de Juan el Bautista: “¡Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” (Jn. 1:29).
Como con toda tipología, Jesús es más grande que el tipo del Antiguo Testamento. Esta vez Dios no nos pidió que pusiéramos el cordero, Él mismo lo hizo. Y este Cordero no era una bestia. Era completamente Dios y completamente hombre, como nosotros en todos los sentidos, excepto en el pecado (Heb. 2:17; 4:15).
Este Cordero era completamente Dios y completamente hombre, como nosotros en todos los sentidos, excepto en el pecado
Y, sin embargo, como con toda tipología, Jesús era en muchas formas como el “tipo” del Antiguo Testamento. Al igual que el cordero de la Pascua, era un hombre maduro (Lc. 3:23), ninguno de sus huesos fue quebrado (Éx. 12:46; Jn. 19:36), fue examinado a fondo y encontrado intachable (1 P. 2:22 ), y fue muerto por nuestros pecados (1 Co. 15:3; Ap. 1:5). Nos gloriamos de que no hemos sido redimidos, “con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo” (1 P. 1: 18-19).
Eso es lo que Pablo quiere decir cuando dice que «Cristo, nuestra Pascua, ha sido sacrificado». Nuestra salvación viene a través de su sustitución. Es por eso que Dios puede decirnos: “Cuando vea su sangre, te pasaré por alto”.
Lo cual nos deja con una pregunta.
¿Se aplica a ti su sangre?
¿Estás cubierto por la sangre?
Recordemos lo que dice Éxodo 12. Hablando estrictamente, no fue suficiente matar al cordero de la pascua. Para que Dios los pasara por alto, su sangre tuvo que ser aplicada a su puerta. Si hubieran omitido eso, el cordero no les habría sido de provecho. De la misma manera, Juan Calvino señaló una vez que “mientras Cristo está lejos de nosotros y nosotros permanecemos apartados de Él, todo cuanto padeció e hizo por la redención del linaje humano no nos sirve de nada, ni nos aprovecha lo más mínimo” (Institución III.1.1).
Debes mirar al Cordero que fue traspasado por ti y abrazarlo por fe como tu única protección contra la ira de Dios. La fe es el instrumento por el cual su sangre se aplica a ti personalmente. Si tocas a su puerta con fe humilde, encontrarás que hay mucho espacio en su casa para ti. Y cuando Dios vea la sangre, te pasará por alto.
Salvación por medio de sustitución.
Este es el mensaje de la Pascua.
Es el mensaje del Viernes Santo.
Y es la esperanza de todo el mundo.