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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de El Catecismo de la Nueva Ciudad: La verdad de Dios para nuestras mentes y nuestros corazones (Poiema Publicaciones, 2018), editado por Collin Hansen. Puedes descargar una muestra gratuita visitando este enlace.

¿Cómo debe ser leída y escuchada la Palabra de Dios?

Con diligencia, preparación y oración; para que podamos aceptarla con fe, guardarla en nuestros corazones y practicarla en nuestras vidas.

2 Timoteo 3:16-17: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra” (NVI).

La Biblia no es simplemente otro libro, así que debemos acercarnos a ella de una manera única. La Biblia es inspirada por Dios: “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2Ti. 3:16). Es inspirada. Eso no significa que la Biblia inspira. Ahora, sí es inspiradora. Pero independientemente de que a alguien le inspire o no, la Biblia sigue siendo inspirada. Es la Palabra de Dios para nosotros. Es Dios exhalando, Dios abriendo sus santos labios y hablándonos. Esta Palabra es la Palabra de Dios, y esta Palabra es exactamente lo que Dios quería que se escribiera en las Santas Escrituras.

Nos acercamos a las Escrituras con reverencia, queriendo escuchar de Dios, sometiéndonos por completo a Su Palabra

Así que debemos acercarnos a la Escritura con especial reverencia y cuidado. Tenemos que ser diligentes. Tenemos que estar preparados. Tenemos que tomarla en serio. Y venimos a ella con especial reverencia porque Dios nos está hablando. Una de las formas en que nos sometemos a la Palabra es dejando de decirle a Dios qué tiene que hacer. Ahora es Dios quien nos habla. Un teólogo una vez dijo que ser cristiano significa que te pones la mano en tu boca y guardas silencio. Esto no significa que no podemos clamar a Dios. Ciertamente los Salmos están llenos de clamor. Pero significa que nos acercamos a las Escrituras con reverencia, queriendo escuchar de Dios, sometiéndonos por completo a Su Palabra.

Cuando venimos a la Biblia, nuestro propósito no es solo obtener información. Nunca es menos que eso—no estamos en contra de la información. Dios la usa. Pero venimos a la Biblia buscando más que solo información. Queremos fe. Eso es lo que Dios quiere: que aceptemos la Palabra con fe, con un placer real, con un deseo por ella y en dependencia de ella.

Debemos venir a la Palabra de Dios con la misma actitud con la que nos acercamos a Dios… Dios nos habla por medio de las Escrituras

Cuando abrazamos la Palabra de Dios con fe, la guardamos en nuestros corazones. John Bunyan dijo que, si lo pincharas, su sangre sería “biblina”. Estaba tan lleno de las Escrituras que emanaban de él. Eso es lo que deseamos, y por eso la guardamos.

Y luego la ponemos en práctica. ¿Alguna vez Jesús dijo: “Si me amas, tendrás una sensación en tu corazón”? No, no dijo eso, aunque eso es maravilloso. Pero sí dijo: “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos” (Jn 14:15). Así que si realmente queremos amar a Dios, tenemos que estar comprometidos a obedecer Su Palabra. Este es el objetivo: ser transformados por Él, aceptarle mediante la fe y adorarle a Sus pies.

Ciertamente, en su forma más simple, debemos venir a la Palabra de Dios con la misma actitud con la que nos acercamos a Dios. Si viéramos a Dios abrir su boca para hablarnos, ¿cómo nos acercaríamos a Él? Bueno, creo que le escucharíamos con cuidado. Le escucharíamos con diligencia. Le escucharíamos con sumisión. Le escucharíamos con expectación. Y le escucharíamos con el objetivo de amarle y obedecerle. Dios nos habla por medio de las Escrituras.

Oración: Dador de la Palabra, ayúdanos a atesorar Tus Escrituras como nuestra más preciada posesión. Permite que esté en nuestras mentes y en nuestros labios. Permite que transforme nuestro pensamiento y reforme nuestro vivir. Haznos estudiantes atentos y siervos devotos de tu perfecta Palabra. Amén.


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