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“Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba de la copa”, 1 Corintios 11:28.

Qué privilegio tenemos de poder acercarnos a esta Cena que el mismo Señor Jesucristo instituyó a Sus discípulos. Era algo para hacer en memoria de Él y el sacrificio de expiación que estaba a punto de llevar a cabo en nuestro favor y a través de Su muerte en la cruz.

Sin embargo, el apóstol Pablo en sus instrucciones a la iglesia sobre cómo llevar a cabo la Cena del Señor termina diciendo, “pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”, 1 Corintios 11:27-29.

Esto me recordaba la parábola de Jesús donde somos transportados a una reunión en una iglesia y donde vemos a dos tipos de personas, “uno era fariseo, y el otro publicano.  El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.  Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador”, Lucas 18:10-13.

Uno de los dos hombres confiaba en su justicia, y el otro, sólo pedía misericordia.

Así al acercarnos a la Cena del Señor podemos hacerlo confiando en nuestra justicia propia al mirar a nuestro alrededor pensando, “bueno, no soy tan malo como ese”. O por otro lado, podemos acercarnos a Dios mirando hacia arriba a ese Dios perfecto, justo, y santo y reconociendo que aun nuestras mejores obras, en nuestros mejores momentos, van muchas veces manchadas por un corazón dividido.

Siempre el probarnos a nosotros mismos nos debe llevar a la conclusión de tener que decir, “Dios, se propicio a mí pecador”, pero también a responder a Su invitación de venir y participar diciendo, “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

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