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Algunas experiencias de la vida pueden ser desorientadoras y abrumadoras. Tal vez sea tu primer día de clases o de trabajo, o tu primera vez en una ciudad desconocida. Miras a tu alrededor y no reconoces a nadie, lo que te hace sentir perdido. Pero ver un rostro familiar puede marcar una gran diferencia: trae alivio y consuelo. De repente, las situaciones desconocidas ya no parecen tan extrañas y el peso de enfrentarte a lo desconocido se hace más llevadero.

La carta de Santiago puede ser un libro desorientador. Parece muy diferente a otras partes de la Biblia y puede que no entendamos cómo encaja en nuestro sistema teológico. Sin embargo, si sabemos qué buscar, encontraremos «rostros» bíblicos familiares que nos ayudarán a orientarnos y a navegar por los cinco capítulos de Santiago.

Esta carta está estrechamente relacionada con otras Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Si somos capaces de identificar cómo Santiago hace eco de otras partes de la Biblia, podremos encontrar un punto de apoyo interpretativo y darnos cuenta de que esta carta no es tan extraña como parece. A continuación te hablo de cuatro rostros conocidos.

1. El nombre de Santiago

El nombre «Santiago» tiene conexiones profundas con el Antiguo Testamento. En los Evangelios, Jesús tiene dos discípulos llamados Santiago, incluyendo a uno de sus tres más cercanos. Sin embargo, el Santiago que escribió esta carta es diferente; él es el medio hermano de Jesús. En español, este mismo nombre es traducido como «Jacobo» en algunos contextos, lo que señala directamente al nombre «Jacob». Jacob fue uno de los patriarcas del Antiguo Testamento, también conocido como Israel, y fue el padre de las doce tribus de Israel.

Santiago es la carta de un «Jacob» del Nuevo Testamento dirigida a las doce tribus de Israel que siguen a Cristo en la era del nuevo pacto

Bajo esta luz, observa que Santiago (Jacobo) escribió a las doce tribus de la dispersión (Stg 1:1). Es la carta de un «Jacob» del Nuevo Testamento dirigida a las doce tribus de Israel que siguen a Cristo en la era del nuevo pacto.

2. Señor de gloria

Uno de los pasajes más importantes sobre Cristo en Santiago se encuentra en 2:1, donde Jesús es identificado como nuestro «glorioso Señor Jesucristo». Esta designación también tiene un trasfondo del Antiguo Testamento, ya que probablemente hace eco del lenguaje del Salmo 24:7-10, que describe al Señor como el Rey de gloria. Por ejemplo:

¿Quién es este Rey de la gloria?

El SEÑOR de los ejércitos,

Él es el Rey de la gloria. Selah (v. 10).

Santiago identifica al Jesús resucitado y glorificado con el Señor de los Salmos, lo cual es consistente con la manera en que otros autores del Nuevo Testamento se refieren a Cristo en términos exaltados (p. ej., 1 Co 8:5-6; Fil 2:5-11; 2 P 1:1).

3. Bajo los pies

Estrechamente relacionada con la visión de Santiago de Jesús como el Señor de gloria está la posibilidad de que aluda al Salmo 110:1 en su crítica a la comunidad del pacto por mostrar favoritismo hacia los ricos. No deberían decirle al pobre: «Siéntate bajo mis pies» (Stg 2:3; traducción del autor), pues eso deshonra al pobre. Esto también podría ser una referencia a uno de los pasajes del Antiguo Testamento que más se citan y mencionan en el Nuevo Testamento. El Salmo 110:1 habla de la exaltación de Cristo y de que Sus enemigos serán puestos bajo Sus pies (ver Hch 2:34-35; 1 Co 15:25; Ef 1:22; He 1:13).

Santiago estaba profundamente familiarizado con las Escrituras, y mientras más familiarizados estemos nosotros, mejor comprenderemos su carta

Quizás el favoritismo que muestra la audiencia de Santiago en la iglesia sea incompatible con su compromiso con Cristo como el glorioso Señor, Aquel que tendrá todas las cosas bajo los pies. Si es así, Santiago podría estar utilizando este pasaje de una manera sorprendente: aunque todas las cosas están sujetas a Cristo, al pedirle al pobre que se siente «bajo los pies», lo estamos tratando como un ciudadano de segunda categoría en la iglesia. Tal comportamiento es inconsistente con el reinado presente de Jesús.

4. La ley real

Los evangelios son otro rostro familiar para contextualizar a Santiago. Observa que Santiago utiliza la frase «ley real» y luego cita las Escrituras en Santiago 2:8. La cita proviene de Levítico 19:18: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Este es el segundo gran mandamiento según lo designado por Jesús. Es la ley real debido a su conexión con la enseñanza de Jesús sobre el reino de Dios (Mr 12:31).

Muchos de los enunciados de Santiago reflejan la enseñanza de Jesús. Además de Santiago 2:8, la mención de Santiago sobre los pobres que son ricos en fe y herederos del reino (Stg 2:5) refleja la enseñanza de Jesús de que los pobres son honrados en el reino (Mt 5:3; Lc 6:20). De manera similar, el ánimo de Santiago para que los humildes se gloríen en su exaltación y los ricos en su humillación (Stg 1:9-11) también habla sobre la vida en el reino de Dios.

Orienta tu lectura

No te detengas con estos cuatro rostros familiares. Busca otros mientras lees Santiago. Observa si puedes identificar cómo hace eco de otras Escrituras y no olvides consultar las referencias cruzadas de tu Biblia, las cuales pueden señalarte muchos otros rostros reconocibles.

Santiago estaba profundamente familiarizado con las Escrituras, y mientras más familiarizados estemos nosotros, mejor comprenderemos su carta.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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