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Cuando hablamos de teología y términos teológicos, puede parecer que el estudio y entendimiento de la Biblia es solo un ejercicio académico.

La erudición bíblica tiene un papel importante en las discusiones doctrinales. ¿Significa esto que solo alguien con cierto grado académico es capaz de entender correctamente el significado de la Biblia? ¡Gracias a Dios, no! De eso se trata el principio de la perspicuidad o claridad de la Biblia, un principio teológico crucial para la iglesia.

Todo cristiano puede entender la Biblia

Esto fue parte de la discusión que se generó en la reforma protestante, ya que la iglesia católica afirmaba (y aún lo hace) que solo la iglesia y el clero tenían la capacidad de interpretar correctamente la Biblia. Sin embargo, los reformadores creían que los principios doctrinales más fundamentales, como la salvación, podían ser entendidos por el laico común.

La discusión sobre los idiomas originales en hebreo, arameo, y griego, y sobre los contextos históricos y culturales tienen su lugar dentro del establecimiento doctrinal para la iglesia. Sin embargo, esto no es necesario para entender lo que la Biblia dice sobre quién es Dios, quiénes somos nosotros, y cómo somos salvos. Cuando has leído toda la Biblia (y aun fragmentos y libros individuales), no debe quedar ninguna duda sobre la respuesta a estos temas.

El factor más importante para entender la Biblia es la obra sobrenatural del Espíritu en el corazón y la mente de los creyentes

De hecho, ser un erudito no garantiza que puedas interpretar la Biblia correctamente. Puedes encontrar eruditos en cualquier tema que contradicen las interpretaciones de otros eruditos y de las posturas históricas ortodoxas de la iglesia. Si los académicos no se ponen de acuerdo, obviamente ser académico no garantiza una interpretación correcta del texto porque en dos interpretaciones contrarias al menos una está equivocada.

Lo más importante para entender la Biblia

El factor más importante para entender correctamente la Biblia no es el conocimiento académico y el ejercicio racional de la mente, aunque forman parte de lo que Dios usa muchas veces para mostrarnos verdades profundas. El factor más importante, en realidad, es la obra sobrenatural del Espíritu en el corazón y la mente de los creyentes. Por eso pueden ver cada palabra de la Biblia como parte de un tesoro que han descubierto y que revela al Dios del universo con el que ahora tienen una relación íntima y personal.

Las traducciones de la Biblia al español que normalmente usamos fueron hechas por expertos en hebreo, arameo, y griego. Debemos agradecer a Dios por los eruditos. Sin embargo, una exégesis sana de la Biblia puede ser aprendida y ejercitada por cualquier miembro de la familia de Dios, sin importar su trasfondo económico, cultural, o académico. Muchos grandes maestros de la Biblia en la historia de la iglesia, como Juan Bunyan (autor del segundo libro más publicado después de la Biblia), fueron personas con poca preparación escolar.

El estudio de la Biblia es para contemplar a Jesucristo a través del evangelio

Por supuesto, necesitamos hombres y mujeres que profundicen en los idiomas originales y desarrollen su conocimiento académico en la Biblia. Existen debates académicos que requieren de personas preparadas para defender la ortodoxia bíblica. Pablo, Apolos, y Lucas fueron hombres con una preparación académica de primer nivel y Dios los usó para predicar poderosamente como embajadores de su reino (Hch. 1:1; 17:17-18; 18:24). Pero Dios también usó a hombres como Pedro y Juan, que eran simples pescadores con poca educación.

Estudiemos más, enseñemos con sencillez

Sin embargo, mi recomendación para cualquier cristiano (sin importar si asistió a un seminario o no) es que siempre se siga preparando y estudiando en la medida de sus posibilidades. Eso es lo hermoso de la Palabra: nunca dejaremos de aprender sobre Dios a través de ella.

Por otro lado, quienes han estudiado mucho deben tener cuidado de no hacer parecer que la enseñanza de la Biblia (especialmente en el contexto de la iglesia) es algo muy complicado y solo posible para académicos y eruditos. La enseñanza y predicación es mucho más que un ejercicio académico. Se trata del poder de Dios para salvación (2 Ti. 3:15-16). El estudio de la Biblia es para contemplar a Jesucristo a través del evangelio. Cuando pierdes de vista eso, has perdido de vista lo único que realmente importa en todo el universo.

Por eso muchos grandes maestros de la Biblia, aunque tienen un alto nivel académico, predican de una manera sencilla. No necesariamente usan palabras en griego y explicaciones teológicas complejas. Ellos nos muestran a Cristo y manifiestan la pasión de lo que ellos mismos han descubierto que transformó sus propias vidas en la Palabra de Dios.

Que Dios siga dándonos eruditos para enseñar la Biblia, pero que principalmente nos siga dando hombres y mujeres guiados por el Espíritu que estudien y prediquen la Palabra de Dios con poder, con o sin preparación académica teológica formal.

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