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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de la clase de Hermenéutica del Instituto Integridad y Sabiduría. Para conocer más, visita su página web.

Si tuviéramos la oportunidad de sacudir la Palabra y descubrir todo lo que tiene, encontraríamos una serie de tesoros invaluables.

Podemos hablar de la ley, la gracia, las figuras poéticas, y la historia de la cruz, todo contado en diferentes idiomas, demostrando diversas formas de expresar la realidad de Dios. Es tanta la riqueza de la Biblia que es importante establecer una serie de principios y reglas que nos ayuden a interpretarla correctamente.

Entendiendo la perspicuidad de la Biblia

Uno de los principios más importantes para interpretar la Biblia es la perspicuidad de las Escrituras. La palabra perspicuidad significa “claro, transparente, claramente expuesto, fácil de entender”. Aunque no es una palabra común (y no perdemos la ironía de que nos referimos a la claridad de la Biblia con una palabra inusual), usted pudiera utilizarla con una persona que habla con claridad y decirle: “Qué perspicuo eres”. Claro, probablemente lo mirarán extraño.

La perspicuidad de las Escrituras se refiere al mensaje esencial de ella que ha sido expuesto claramente y se evidencia a sí mismo con una lectura sencilla de la Palabra. Lo esencial del evangelio siempre está expuesto con claridad para que pueda ser entendido por cualquier persona que lea la Biblia.

Lo esencial del evangelio siempre está expuesto con claridad para que pueda ser entendido por cualquier persona que lea la Biblia.

Quizá el pasaje más perspicuo de la Palabra es Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Alguien podrá estar de acuerdo o en desacuerdo con el texto, podrá decir que es verdad o mentira, pero jamás podrá negar que es claro. Es cierto, al ahondar más en su significado entramos en un océano de verdades espirituales, pero esto no quita el hecho de que el texto ya posee claridad.

La perspicuidad y las interpretaciones de la Biblia

Tal vez puedas decirme: “Entre tanta variedad de interpretaciones, además de una multitud de denominaciones, ¿cómo se mantiene entonces la perspicuidad de la Biblia?”.

Ante esa interrogante podemos afirmar que la dificultad doctrinal de ciertos textos y sus variadas interpretaciones no niegan la veracidad de la perspicuidad. En otras palabras, el hecho de que haya dificultad doctrinal en muchos pasajes, y que haya una variedad de interpretaciones para estos, no significa que el principio de perspicuidad se quebrante.

La multiplicidad de interpretaciones y divisiones eclesiásticas suelen ser, en la mayoría de los casos, producto de diferencias en asuntos secundarios al propósito central de las Escrituras. Por ejemplo, hay diversidad en la forma de adoración en la iglesia, o la forma de gobierno en la iglesia. Pero hay una realidad imposible de negar; en la esencia del significado de la salvación, una enorme mayoría de Iglesias protestantes se unen bajo esta misma verdad: la evidencia clarísima de que la salvación solo se obtiene en Cristo Jesús.

No hay otro mediador entre Dios y los hombres, más que Jesucristo hombre. Jesucristo afirmó que Él era el camino, la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre sino por Él. Él es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Estas afirmaciones en la Palabra de Dios son claras. No hay forma de desarticular estas verdades espirituales evidentes en las Escrituras. Por tanto, estamos llamados a afirmar esa claridad meridiana que tiene la Palabra.

Es cierto que el apóstol Pedro habló de la dificultad para entender algunas cosas en la Biblia. Él dijo lo siguiente respecto a los escritos de Pablo: “Asimismo en todas sus cartas habla en ellas de esto; en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen, como también tuercen el resto de las Escrituras, para su propia perdición” (2 Pe. 3:16). Sin embargo, allí Pedro nos dice que si bien algunos textos de la Biblia son difíciles, el error es nuestro y no producto de esos textos. Más bien, el apóstol se refiere a la ignorancia e inestabilidad del intérprete. Un intérprete que no ha buscado conocer al Señor profundamente –un intérprete inestable en su búsqueda de Dios– torcerá las Escrituras. De nuevo, esto no contradice el hecho de que la Biblia es perspicua en su mensaje central.

El evangelio es claro para todos nosotros

La perspicuidad de las Escrituras debe producir un esfuerzo creciente en nosotros por no dejarnos llevar por un falso academicismo que complica nuestro entendimiento escritural, volviéndolo elitista y meramente intelectual.

Somos llamados a leer la Biblia con total humildad y temor ante Dios. Pero no debemos tratar de elevarla a un nivel universitario donde solamente algunos con una “inteligencia superior” puedan entenderla. El Señor ha dejado la Biblia para todos nosotros, desde el más humilde hasta el más intelectual. Él ha dejado su Palabra para que nos acerquemos a ella en comunidad y podamos interpretarla juntos.

No debemos tratar de elevar la Biblia a un nivel universitario donde solamente algunos con una “inteligencia superior” puedan entenderla.

Aunque hay otras afirmaciones que no son igual de sencillas que el evangelio, todas ellas deben quedar por debajo de la verdad central de la redención del hombre en Jesucristo. Toda la Biblia apunta a Jesucristo y a su salvación. Por tanto, cualquier texto difícil debe estar bajo la sombra de la cruz y la redención que es en Cristo Jesús. El apóstol Pablo lo dice así en 1 Corintios 2:1-5,

“Por eso, cuando fui a ustedes, hermanos, proclamándoles el testimonio de Dios, no fui con superioridad de palabra o de sabiduría. Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y Este crucificado. Estuve entre ustedes con debilidad y con temor y mucho temblor, y mi mensaje y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que la fe de ustedes no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”.

¿En dónde radicaba el poder de Dios? ¿Dónde radicaba la sabiduría de Pablo? El apóstol reduce todo su conocimiento y dice: “Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y Este crucificado” (1 Co. 2:2). Este es el mensaje central al cual nos acercamos, reconociendo que el Señor está de parte nuestra. ¡Gloria a Dios por la perspicuidad de su Palabra!

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