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“TEKEL: ha sido pesado en la balanza y hallado falto de peso” (Daniel 5:27).

Es difícil vivir sabiendo que debemos algo. Especialmente, cuando ese algo es una deuda tan grande que nos es imposible pagarla. No nos deja dormir. Nos preocupa y causa estrés saber que tenemos esa deuda pendiente.

Esto describe nuestra vida sin Dios. Él ha diseñado la vida de manera que, aun teniéndolo todo, llegamos a la conclusión (cómo Salomón) de que “Dios traerá toda obra a juicio” (Eclesiastés 12:14). Esta expectativa de juicio pesa sobre nosotros. La realidad de nuestra deuda nos aplasta.

Queremos arreglar esta situación a toda costa cuando buscamos justificarnos al compararnos con los demás. Otra manera de intentarlo es cuando “pesamos” nuestras buenas obras en relación a nuestras malas obras. Así, tratamos de compensar el balance y buscar el agrado del Juez Supremo.

Este es el problema para quienes viven sin Dios. Sin embargo, si somos honestos, muchas veces nos afecta como creyentes. Esto se evidencia cuando nos comportamos como si fuéramos huérfanos espirituales, tratando de ganarnos el favor, la atención, y el amor de Dios.

La Biblia dice sobre Belsasar que, “cuando su corazón se enalteció y su espíritu se endureció en su arrogancia, fue depuesto de su trono real y su gloria le fue quitada” (Daniel 5:20). Belsasar fue confrontado con la realidad de su pecado, al igual que su padre, Nabucodonosor. Sin embargo, la respuesta de ambos fue opuesta.

Nabucodonosor, después de experimentar la intervención de Dios, pudo decir: “Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifico al Rey del cielo, porque Sus obras son todas verdaderas y justos Sus caminos. El puede humillar a los que caminan con soberbia» (Daniel 4:37).

“Pero usted, su hijo (descendiente) Belsasar”, dice Daniel, “no se ha humillado su corazón aunque sabía todo esto, sino que se ha ensalzado usted contra el Señor del cielo… Al Dios que tiene en Su mano su propio aliento y es dueño de todos sus caminos, no ha glorificado” (Daniel 5:22-23).

Muchas veces las mentiras del enemigo y nuestra lucha con el pecado nos llevan a querer solucionar el problema de nuestra balanza ante Dios con nuestras propias cuentas y recursos. Sin embargo, las buenas noticias para ti y para mí son que ese balance cósmico ha sido puesto de una vez por todas a nuestro favor. Esto ha sido gracias a la obra de Cristo en la cruz del Calvario.

Es un regalo de Dios el poder recordar que, como sus hijos, podemos acercarnos a Él con confianza en arrepentimiento y sumisión, conforme Él va obrando en nosotros. Esto trae una postura humilde de fe, confianza, y esperanza liberadora.

Piensa en esto hasta que tu corazón responda gozosamente en adoración.


Imagen: Lightstock.
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