El pastor John Piper recibe preguntas de algunos oyentes de su programa Ask Pastor John. A continuación está una de esas preguntas y su respuesta.
Año nuevo, dietas nuevas, nuevo enfoque en la salud. Hoy hablamos del ayuno intermitente. La pregunta nos ha llegado de varios oyentes, pero he seleccionado dos. Esta es una oyente llamada Sharon: «Pastor John, siempre he pensado en el ayuno como una disciplina espiritual especial entre Dios y yo, una súplica para depender de Él mientras oro por cosas específicas. Pero hay una nueva moda para perder peso llamada ayuno intermitente. Está por todas partes y la gente pierde peso, se siente más sana y vive más feliz. Eso es grandioso. Pero para un creyente, ¿es el ayuno intermitente un sacrilegio si se hace solo para perder peso? ¿Cuándo el ayuno no es ayuno para el cristiano?».
Además, una oyente llamada Emalyn escribe para decir que lo ha probado «con cierto éxito» con el fin de perder peso. Pero ahora se pregunta si es apropiado para los cristianos separar la disciplina física del ayuno de su punto espiritual. Se pregunta: «¿Puede la disciplina regular del ayuno intermitente ser utilizada por los cristianos simplemente para perder peso? ¿O este objetivo prostituye una disciplina espiritual y la secuestra convirtiéndola en nada más que una estrategia para adelgazar físicamente?». Pastor John, ¿qué responderías a Sharon y Emalyn?
Mi respuesta corta es que ayunar sin ninguna asociación cristiana explícita, simplemente por sus posibles beneficios físicos, no es una prostitución de una práctica cristiana y no necesita ser más pecado que hacer ejercicio o dieta. Ahora explicaré mi pensamiento detrás de esa respuesta.
El ayuno entre las naciones
El ayuno no fue una creación cristiana. En otras palabras, la práctica no era nuestra desde el principio. Como práctica religiosa, ya existía en otras religiones, como se ve claramente en el Antiguo Testamento. Poodemos hacernos una idea de lo que significaba para los santos del Antiguo Testamento, cuando leemos que Esdras dice: «Entonces proclamé allí, junto al río Ahava, un ayuno para que nos humilláramos delante de nuestro Dios a fin de implorar de Él un viaje feliz para nosotros, para nuestros pequeños y para todas nuestras posesiones» (Esd 8:21).
Así, el ayuno era visto como una forma de humillarse ante Dios porque ponía a la persona que ayunaba en la posición de una persona con hambre. Era una posición necesitada, una posición dependiente simbólicamente, como si fuéramos pobres, personas sin comida. El objetivo era intensificar el clamor a Dios por Su ayuda. Era abrazar el hambre física para expresar con mayor fervor el hambre espiritual de Dios: «Así como necesito comida, te necesito a ti, oh Dios».
Pero a pesar de su importancia, esta práctica no se originó en el pueblo de Israel. Parece que estaba presente en la mayoría de las demás religiones. Podemos ver algunos destellos de ello en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, los asirios de Nínive convocaron un ayuno cuando el profeta Jonás les predicó (Jon 3:7-8). Darío el Medo ayunó cuando arrojó a Daniel al foso de los leones (Dn 6:18). No hay nada distintivamente cristiano o judío en no comer por motivos religiosos.
El ayuno era visto como una forma de humillarnos ante Dios porque ponía a la persona que ayunaba en la posición de una persona con hambre
Por lo tanto, no sería acertado decir que el ayuno no religioso es una prostitución de una práctica cristiana. Podría serlo, en la mente de alguna persona irreligiosa en particular. Quizás algunos podrían comenzar intencionalmente con una práctica cristiana y luego a propósito despojarla de Cristo, de Dios y la oración. Eso sería una especie de prostitución del ayuno en su caso particular, pero no creo que eso sea lo que sucede con la mayoría de las personas que ayunan con fines dietéticos.
Los apetitos de la carne
Creo que lo que debemos considerar es algo más grave que una simple práctica física por motivos de salud, la cual tiene un paralelismo con la práctica cristiana por motivos espirituales. Más grave es cuando una práctica cristiana es asumida y tratada por los no creyentes como si se tratara solo de un beneficio físico o corporal, cuando en realidad tiene una dimensión espiritual, que ellos reclamarían como beneficios procedentes de algún poder superior a través de la práctica. Ahora, esto puede ser lo que está sucediendo con algunos no cristianos en su práctica general del ayuno, aunque yo sería lento para decir que esto es lo que principalmente está sucediendo.
Voy a ilustrar lo que quiero decir a partir de la carta de Pablo a los Colosenses. Como en el resto del Nuevo Testamento, la humildad en esta carta se señala como algo bueno. Es una virtud hermosa. La palabra griega, que es relevante para la ilustración, es tapeinophrosynēn. Así que Pablo dice: «Entonces, ustedes como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de tierna compasión, bondad, humildad [tapeinophrosynēn]» (Col 3:12).
Pero había falsos maestros en la iglesia de Colosas que usaban esta palabra tapeinophrosynēn de manera similar a su uso cristiano, pero sutilmente diferente, pues la hicieron parte de sus prácticas paganas que luego infiltraron en la iglesia. Pablo dice: «Nadie los defraude de su premio deleitándose en la humillación de sí mismo [tapeinophrosynēn (que se entiende el como ascetismo, maltrato o un tratamiento duro con el cuerpo)] y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, envanecido sin causa por su mente carnal, pero no asiéndose a la Cabeza» (Col 2:18).
En otras palabras, los falsos maestros trataban esta disposición cristiana de humillarse a sí mismos como parte de su forma pagana de adorar a los ángeles. Y luego Pablo va directo al corazón del asunto: «Tales cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana, en la humillación [tapeinophrosynēn] de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne» (Col 2:23).
Directo al corazón
Ahora, la razón por la que lo llamo ir directo al corazón del asunto es que aquí tenemos un uso no cristiano de una virtud cristiana, que tiene la «apariencia», dice Pablo, «de sabiduría» en mostrar «trato severo con el cuerpo (una especie de abnegación, quizás incluyendo aun entonces el ayuno)». Pero mientras se es duro con el cuerpo, dice Pablo, no se hace nada para detener los apetitos de la carne.
En otras palabras, una práctica física tomada del cristianismo puede tener beneficios físicos y aparentar sabiduría, pero en realidad puede alimentar directamente la carne, es decir, el aspecto orgulloso, autosuficiente y autoexaltado de la naturaleza humana. Creo que necesitamos estar alertas ante esto. No creo que debamos emprender una cruzada contra el ayuno secular como práctica física para obtener beneficios físicos. Pero creo que debemos estar atentos a los casos en que una práctica se pueda deslizar hacia la expectativa espiritual de que esto realmente me hará una mejor persona, y que tal vez incluso me haga más aceptable ante Dios.
Si detectamos eso en alguien que conocemos y con quien estamos hablando del tema, puede convertirse en una oportunidad para dejar claro el evangelio, es decir, para mostrar a las personas cómo la abnegación evangélica es realmente diferente de la autosuperación mundana mediante el ascetismo o el ayuno. Justo en este contexto, podemos compartir que, en el evangelio, Jesús hace el trabajo decisivo de perdonar nuestros pecados, cambiar nuestro corazón y aceptarnos por medio de la fe sola, de modo que todas nuestras mejoras después de eso no son un régimen de automejora, sino una humilde confianza en Su gracia para lograr nuestro cambio, de modo que incluso nuestro ayuno puede ser visto como una búsqueda de más de Él.