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“Quiero que sepan, hermanos, que las circunstancias en que me he visto, han redundado en un mayor progreso del evangelio”, Filipenses 1:12.

Todo lo que sucede contribuye al avance del evangelio… ¡en nuestra propia vida! Dios siendo todopoderoso y soberano utiliza cada circunstancia para que el poder del evangelio haga Su obra en nosotros. Él, como un buen cirujano, está comprometido a completar la obra que comenzó. Será un camino largo por recorrer ya que hay un sin número de cosas por ‘arreglar’, y sin prisa tomará el tiempo y los recursos necesarios para hacer esta obra de amor en nosotros.

Es algo por lo que necesitamos estar agradecidos pues Él viendo no solamente las circunstancias presentes y de donde hemos venido, también ve el futuro y sabe exactamente lo que necesitamos y lo que va a tomar hacer esta obra que es para nuestro bien.

La obra de transformación de nuestro carácter (en este mismo capítulo habla de que Él está perfeccionándonos) es revelarnos las áreas de nuestra vida donde funcionalmente no estamos viviendo consistentemente “en línea con el evangelio”. El vivir “en contra de nuestra naturaleza (nueva)” no es natural y a la larga trae problemas de todo tipo. Él, como Padre, tiene que corregir esto en nosotros.

Este “avance del evangelio” en nuestra vida tiene que ser algo progresivo y dinámico y para nada estático. Es una continua y más profunda revelación de las verdades de Dios en Su Palabra y abriendo nuestros ojos y mostrándonos también nuevas áreas de necesidad. Si no estamos moviéndonos hacia adelante, estamos retrocediendo, pero nunca realmente estamos parados.

Esta obra a su vez que es algo personal tiene dimensiones y consecuencias más amplias. Dios hace esta obra en nosotros y la usa también en Sus propósitos para expandir Su reino en esta tierra.

Ahora, al pensar en lo que le había ‘sucedido’ a Pablo, no es algo muy placentero que digamos, pero otra vez, necesitamos estar convencidos (“persuadidos”) que todo viene de Dios, no nos dejará que pasemos por algo que no podemos enfrentar, que en Cristo todo lo podemos (Él es suficiente), que cuando somos débiles Él es fuerte y que Su voluntad es buena, agradable y perfecta.

Nuestro papel, mirando al que ya mostró Su amor por nosotros en la cruz del calvario, es confiar en Él y Sus promesas, en Sus intenciones buenas para nosotros y estar persuadidos de que el rendirnos a Su obra en nuestras vidas traerá gloria y avance a Su reino.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

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