¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

¿Llevan los ángeles nuestras oraciones a Dios? ¿Desempeñan los ángeles un papel de mediación entre nosotros y el cielo? Esta es la pregunta de hoy. Lo que hace que esta pregunta sea especialmente interesante es un tema que ya hemos tratado tres veces en el podcast: el hecho de que los ángeles sostienen las oraciones de los santos. Las guardan. Ese es el glorioso punto de Apocalipsis 8:3-5. Las oraciones de los santos, nuestras oraciones, se acumulan en «copas de oro llenas de incienso», copas que los ángeles sostienen (Ap 5:8). Es una imagen increíblemente alentadora. Esa es su intención. Dios quiere que sepamos que cada una de nuestras oraciones las que han sido respondidas y las que aún no lo han sido, todas ellas son escuchadas por Él, son preciosas para Él y siempre existen delante de Él. Es un trío de verdades gloriosas.

Pero la pregunta de hoy es diferente. ¿Llevan los ángeles nuestras oraciones a Dios? Esa es la pregunta que se hace Barb, una oyente del programa. «Pastor John, ¡hola! ¿Llevan los ángeles nuestras oraciones a Dios? He oído esto desde que era niña. Pero pasajes como 1 Timoteo 2:5 parecen sugerir lo contrario». Pastor John, ¿qué le responderías a Barb?


Durante mi infancia tuve una abuela que vivía con nosotros y que encarnaba algunos de los impulsos, creo, de por qué a lo largo de los siglos algunas iglesias y personas han sentido la necesidad de retraerse del acceso cristiano directo a Dios a través de Jesús y, en lugar de ello, poner a otros seres entre nosotros y Dios para que nos representen ante Él.

Entre Dios y el hombre

En esta pregunta, Barb menciona a los ángeles como intermediarios. En el catolicismo romano, la Virgen María, la madre de Jesús, se interpone entre nosotros y Dios como mediadora. Lamentablemente, en todo el mundo se ora a María. Dicen sus avemarías y rezan sus rosarios en lugar de acercarse a Dios directamente, con confianza y humildad, a través de Jesús solo.

Cuando declinaba participar en los devocionales familiares, para tristeza de mi padre, a mi abuela le gustaba decir: «Dios tiene cosas más importantes que hacer que escuchar mis plegarias». A primera vista, suena humilde. Se supone que suene humilde. Pero en realidad no es humildad. Es una forma de orgullo que desprecia y rechaza a Cristo. Su supuesto sentimiento de indignidad no era la razón por la que no oraba. No oraba porque no creía en la Palabra de Dios. No creía ni apreciaba quién era Jesús y el precio que pagó para abrir la puerta de Dios a los pecadores.

Su rechazo a acercarse a Dios, de la manera en que Dios se lo ofrecía a través de Cristo, no era un rechazo humilde. Era un rechazo autoafirmado a verse a sí misma como necesitada de un Salvador, cuya vida y muerte eran absoluta y gloriosamente suficientes para abrirle el camino a Dios y pedirle que se acercara con valentía a Dios. Ella no creía que Dios es glorificado al recibir nuestras cargas y llevarlas por nosotros, como el Dios fuerte que es. Ella no creía que lo que Jesús hizo en la cruz y lo que Él está haciendo hoy en el cielo sería glorificado si ella realmente se humillaba y se quedaba asombrada de que el Hijo de Dios viniera al mundo para abrir un camino para que los pecadores arrepentidos, más allá de toda imaginación, llegaran a la presencia del Dios infinitamente santo a través de Cristo solo, y encontraran un recibimiento paternal en lugar de incineración. Ella no creía.

No hay otros mediadores

Hay millones de personas que no creen que la infinita y refulgente santidad de Dios sea tan grande que ningún ángel, ni María, la madre de Dios, pueda ser mejor protección para nosotros que Cristo. Permítanme repetirlo. Eso es tan crucial. Ella no creía, y millones no creen, que la santidad infinita y refulgente de Dios es tan grande que ningún ángel ni ninguna madre de Dios podría ser una mejor protección para nosotros que Cristo.

Si vamos a acercarnos a la santidad infinita en oración ahora, en comunión con Dios ahora, y finalmente acercarnos a Él cara a cara, entonces el pensamiento de añadir a María o a un ángel junto a Cristo para protección y aceptación suplementarias es absurdo. Es simplemente absurdo. Es como decir: «Bueno, tengo un traje de asbesto contra incendios aquí, y es de treinta centímetros de espesor. Ahora, añadámosle una capa de papel de seda para hacerlo más resistente».

No hay una sola escritura que nos enseñe a acercarnos a Dios a través de ángeles o a través de María, ni una. Piensa en eso. Ni una. Toda esa inserción entre nosotros y Dios además de Cristo es tradición antibíblica y es una deshonra a Cristo, lo que logró en la cruz y lo que está haciendo hoy.

Así que permítanme celebrar con ustedes por un momento las glorias de la obra terminada de Cristo por nosotros en la cruz, y su aplicación continua a nosotros en el cielo mientras intercede hoy por nosotros y abre el camino a Dios momento a momento para que ustedes vengan.

A través de Su carne

Así que empezamos con ese texto que Barb menciona en su pregunta: «Porque hay un solo Dios, y también un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre» (1 Ti 2:5). No hay múltiples mediadores que hagan posible relacionarse con Dios gozosamente, sin ser destruidos. No los hay. Cristo y solo Cristo lo logró de una vez para siempre.

Luego está la declaración de Pablo, de una claridad gloriosa, en Efesios: «[Cristo] vino y anunció paz a ustedes que estaban lejos, y paz a los que estaban cerca» (Ef 2:17). Aquí está la frase clave: «Porque por medio de Cristo los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu» (Ef 2:18). Luego escribe esta frase: «en quien tenemos libertad y acceso a Dios con confianza por medio de la fe en Él» (Ef 3:12). ¿Podría ser más claro?

¿Cómo Cristo hizo eso? ¿Cómo abrió el camino para que los pecadores se acercaran con valentía a través de Él al Creador del universo en santidad infinita? «[Él nos reconcilió] con Dios en un cuerpo por medio de la cruz» (Ef 2:16). ¡Gloria! Amo esto. Qué gran evangelio. «Por medio de la cruz», por Su muerte.

En otro lugar se nos dice así: «Tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne» (He 10:19-20). Así que la sangre de Jesús y el cuerpo desgarrado de Jesús, muriendo en la cruz en nuestro lugar, cubre nuestros pecados. Nos proporciona la justicia que necesitamos para estar en presencia del santo Creador de todas las cosas.

El Cristo vivo y resucitado continúa hoy intercediendo eternamente por nosotros, abogando con su sacrificio perfecto

El Cristo vivo y resucitado continúa hoy intercediendo eternamente por nosotros, abogando con Su sacrificio perfecto: «¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros» (Ro 8:34), ahora mismo mientras hablo. O como lo dice Juan en una de sus cartas: «les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogado para con el Padre, a Jesucristo el Justo» (1 Jn 2:1).

No necesitamos otro abogado. Es casi una blasfemia, me atrevo a afirmar, decir que necesitamos otro abogado o algún intercesor o mediador además de Cristo. Esto es para siempre. «Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos» (Heb 7:25). Perpetuamente, es decir, por siempre y para siempre recibiéndonos para Dios por medio de Su obra.

En el nombre de Jesús

Entonces, ¿cómo llegamos ahora a la presencia de un Dios santo en oración y comunión? ¿Cómo entramos?: «Tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús» (He 10:19). No se puede decir demasiadas veces. «Teniendo, pues, un gran Sumo Sacerdote que trascendió los cielos… por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia» (He 4:14, 16). ¿Cómo oramos cuando nos acercamos a este trono por medio de Jesús? ¿Nos aferramos a nuestro rosario y oramos nuestras «Ave Marías», como si la madre de Dios pudiera mejorar el acceso que Jesús ha hecho? ¿Invocamos a algún ángel, y esperamos que tenga mayor acceso con nuestras oraciones que el Hijo de Dios? No, no lo hacemos.

Esto es lo que Jesús dijo, y es simplemente asombroso. Cuán precioso, glorioso e impensable es. Dijo: «En ese día pedirán en Mi nombre, y no les digo que Yo rogaré al Padre por ustedes, pues el Padre mismo los ama, porque ustedes me han amado y han creído que Yo salí del Padre» (Jn 16:26-27). En otras palabras: «Cuando te dirijas a Dios, ora a Dios, el infinitamente santo Creador del universo, en Mi nombre; es decir, en Mi perdón, en Mi justicia. Ni siquiera hace falta que le pida al Padre que te escuche. Él te ama. Te ama como me amó a mí. Eso es lo que significa para Mí ser el único mediador entre tú y Dios». «Confía en Mí», te dice. «Ven a Dios a través de Mí».


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Eduardo Fergusson.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando