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Todas las palabras de Dios son igualmente inspiradas y autoritativas (2 Ti 3:16), pero algunos pasajes son citados o aludidos con más frecuencia que otros. Son examinados posteriormente en otros libros de las Escrituras y, por lo tanto, sirven como pilares estructurales para nuestra teología y como pautas para nuestras vidas.

Éxodo 34:6-7 es uno de esos pasajes. Se cita o alude en Números 14:18; Nehemías 9:17, 31; Salmos 86:15; 103:8; 145:8; Joel 2:13, Jonás 4:2; y Nahúm 1:3. Debe haber algo aquí digno como para que la reflexión se repita en tantas oportunidades. En este capítulo rico en teología, Dios se revela a Moisés y a nosotros con estas palabras escogidas por Él mismo:

“El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación”.

Este texto destaca una tensión que debemos observar, sentir y reflexionar; una tensión que debería provocar un anhelo por una solución. Sirve como uno de los hilos unificadores del tapiz del Antiguo Testamento. Una vez que vemos esta tensión en Éxodo 34:6-7, podemos reconocerla en docenas de otras porciones de las Escrituras y crecer en aprecio por cómo el evangelio, y solo el evangelio, trae solución, cumplimiento y satisfacción.

Identifica la tensión

Para expresar la tensión de manera sucinta: Dios es santo y amoroso. A primera vista, esto parece obvio y parece no representar un problema. Pero una consideración más profunda suscita un enigma. ¿Cómo puede Dios ser el tipo de deidad que castiga el pecado (hasta la tercera y cuarta generación, nada menos) y al mismo tiempo abundar en misericordia? Si constantemente castiga el pecado, entonces “¿Quién, oh Señor, podría permanecer?” (Sal 130:3). Por otro lado, si abunda en amor, ¿por qué castigaría a las personas?

Dios es compasivo y clemente, lleno de misericordia y verdad. Sin embargo, es demasiado justo para pasar por alto la iniquidad

Luchar con esta tensión no solo nos ayuda a comprender mejor las Escrituras; también nos ayuda a crecer en aprecio por la obra terminada de la cruz. Contemplamos la compasión y la gracia de Dios por un lado, y su ira y castigo por el otro. Él es “compasivo” y “clemente”, lleno de “misericordia” y “verdad”. Sin embargo, es demasiado justo para pasar por alto “la iniquidad, la transgresión y el pecado”.

Comprende la tensión

El historiador Tom Holland (en inglés) hace la siguiente observación sobre la comprensión judía de la naturaleza de Dios: 

“Los judíos que reflexionaron sobre la evidencia de sus escrituras nunca dudaron de que Dios era una deidad con quien era posible tener una relación profundamente personal; pero, la clave de su identidad, por vívida que fuera, reside en sus múltiples contradicciones. Un guerrero que, en su ira, podía aterrorizar a los ejércitos, aniquilar ciudades y ordenar la matanza de pueblos enteros, también levantó a los pobres del polvo y a los necesitados del muladar”.

¿Verdad que esto tiene sentido? ¿No vemos nosotros el carácter razonable tanto de la aceptación amorosa como de la santa justicia aun en nuestra mera humanidad y pecaminosidad? ¿No encontramos en lo más profundo de nosotros un clamor por el amor, así como una demanda de corregir lo que está mal? Si sentimos una tensión entre algunos de los atributos de Dios, también vemos algo similar dentro de nuestras almas. A veces, soy una buena persona; otras veces, soy un necio. En algunas cosas, reflejo la imagen de Dios con claridad. Momentos después, necesito un diluvio de perdón.

Cómo Jesús resuelve la tensión

Qué maravilloso es que la Palabra de Dios nos lleva a esta gloriosa resolución cuando aprendemos que Dios está enojado con el pecado, pero también es misericordioso “a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús” (Ro 3:26). Él exige un pago por el pecado, pero también provee el pago por el pecado. La muerte de Jesús en la cruz satisface tanto la justicia de Dios así como su amor, su santidad y su compasión, su estándar justo de santidad y su lluvia justa de misericordia.

Dios exige un pago por el pecado, pero también provee el pago por el pecado

Quizás esto es lo que Isaac Watts estaba expresando en “Cuando contemplo la maravillosa cruz”, donde vio que “el dolor y el amor fluyen entremezclados”; dolor por la necesidad de expiación, amor por lo que la expiación logró. Quizás esto fue parte del alivio de Simeón al ver al Mesías bebé: “Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya en paz, conforme a Tu palabra; porque mis ojos han visto Tu salvación la cual has preparado en presencia de todos los pueblos” (Lc 2:29-31).

No es de extrañar que Juan declarara que Dios es “fiel y justo” para perdonar nuestros pecados (1 Jn 1:9). En la cruz vemos la resolución de todos esos pares de expresiones de amor de Dios y declaraciones de castigo, como la que vemos en Éxodo 34.

Ayudando a los inconversos a sentir la tensión

Una buena apreciación de cómo el evangelio resuelve esta tensión también puede conducir a conversaciones evangelísticas fructíferas. Podemos ayudar a las personas a sentir una tensión en sus suposiciones que hacen eco de los temas de la Palabra de Dios. Las personas tienen un sentido innato del bien y del mal y quieren que se haga justicia. Saben que está mal que las personas traten a los demás de manera irrespetuosa, cruel y abusiva. Valoran la bondad, la misericordia y la compasión. Pero, con un pequeño empujón, pueden ver cómo no están a la altura de sus propias expectativas y demandas.

La muerte de Jesús en la cruz satisface tanto la justicia de Dios así como su amor, su santidad y su compasión

Todos somos una mezcla de bondad (porque fuimos creados a la imagen de Dios) y fealdad (porque todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios). En otras palabras, nuestra preparación para testificar del evangelio debe ayudar a las personas a sentirse incómodas antes de encontrar gozo. Deben sentirse perplejos antes de poder aceptar el perdón.

La gloria que sobrepasa la ley

A pesar de toda la gloria que vio Moisés, no se le permitió ver el rostro de Dios porque “nadie me puede ver, y vivir” (Éx 33:20). La gloria de Dios revelada en la ley era incompleta, contenía una tensión no resuelta, razón por la cual la gloria revelada en el evangelio la supera con creces (2 Co 3:7-18).

“El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos Su gloria”, la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo (Jn 1:14; 2 Co 4:6). Eso es algo que Moisés nunca pudo decir.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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