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Si has estudiado los principios de interpretación bíblica, sabes que «alegoría» es como una mala palabra. La alegoría es una forma de leer un texto que toma los detalles y les hace decir algo distinto de lo que parecen significar. Dado que la Biblia es la Palabra de Dios y relata historias de personas, lugares y eventos de la historia humana, no podemos leer sus narrativas históricas de manera alegórica. Vista bajo esa luz, «alegoría» es de hecho una mala palabra.

¿O no lo es?

A lo largo de su carta a los Gálatas, el apóstol Pablo repasa el relato de Génesis sobre la vida de Abraham. En un punto, Pablo examina cómo Abraham llegó a tener dos hijos (Ismael e Isaac) de dos mujeres diferentes (Agar y Sara). En su exposición, el apóstol dice algo sorprendente:

Esto contiene una alegoría, pues estas mujeres son dos pactos: uno procede del monte Sinaí que engendra hijos para ser esclavos; este es Agar. Ahora bien, Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, porque ella está en esclavitud junto con sus hijos. Pero la Jerusalén de arriba es libre; esta es nuestra madre (Gá 4:24-26).

Parece que Pablo ha hecho lo que nuestros maestros nos dijeron que no hiciéramos. Parece haber tomado un relato histórico del Antiguo Testamento, haberle hecho decir lo que no decía y haber etiquetado su lectura como «alegoría».

Examinemos más de cerca lo que Pablo está haciendo.

Gálatas 4 en contexto

En Gálatas 4:21-23, Pablo resume los detalles históricos de Génesis 16-21. Pero a partir del versículo 24, va más allá del texto de Génesis. Relaciona a Agar con el pacto mosaico (sinaítico) en el versículo 25, y relaciona a Sara con el pacto abrahámico en el versículo 26.

Pablo ya ha argumentado en Gálatas 3:6 – 4:7 que Dios pretendía desde el principio que el pacto abrahámico encontrara su cumplimiento en Jesucristo. Esto nos prepara para lo que Pablo hace a continuación. En el versículo 27, Pablo cita Isaías 54:1.

¿Por qué usa Pablo esta referencia? Unos capítulos antes en Isaías (51:2), Sara recibe su única mención por nombre en el libro. Allí se dice que dio a luz a Sión. En el siguiente versículo, Dios promete convertir el «desierto» de Sión «en Edén, y sus lugares desolados en huerto del SEÑOR» (v. 3). Esa obra de Dios trae «gozo» a Sión (v. 3), y es la orden «Grita de júbilo» la que inicia la cita de Isaías 54:1 que hace Pablo en Gálatas 4:27 («Regocíjate…»).

¿Cómo se producirá esta obra de Dios que genera gozo? A través de Su nuevo éxodo mediante el Siervo Sufriente (ver Is 52:1 – 53:12).

Esta realidad explica lo que Pablo dice a continuación. Los creyentes, «como Isaac», son «hijos de la promesa» y —también como Isaac— son «nacidos según el Espíritu» (Gá 4:28-29).

Los oponentes de Pablo, que confían en la ley mosaica para la justificación ante Dios, son —como Ismael— «nacidos según la carne», esclavizados y sin posibilidad de heredar nada (vv. 29-30). Como tales, no tienen lugar legítimo en el pueblo de Dios (v. 30).

El Antiguo Testamento es un libro que Dios inspiró con un único propósito: señalar a los pecadores hacia la persona y la obra de Jesucristo

¿Qué ha hecho Pablo? Ha seguido un hilo desde Génesis, pasando por Isaías, hasta Cristo. Ha trazado cómo las promesas de Dios a Abraham fueron confirmadas y ampliadas a través del profeta Isaías, y finalmente se realizaron y cumplieron en la persona y obra de Cristo. Pablo ha contado toda la historia bíblica de redención en solo once versículos.

La palabra técnica usada para describir lo que Pablo ha hecho es «tipología». La tipología ve una correspondencia profética entre una persona, lugar o evento y otro. Lo hace de manera que respeta plenamente la integridad histórica de cada uno.

Fundamentalmente, esta correspondencia implica una intensificación: la persona, lugar o evento posterior es el cumplimiento y la culminación intencionada de la persona, lugar o evento anterior. Dios había diseñado el pacto abrahámico para encontrar su cumplimiento en Cristo, y el resto del Antiguo Testamento traza el camino que Dios tomó para alcanzar esa meta: Jesucristo.

Qué significa realmente «alegoría»

¿Qué debemos entender por la palabra traducida como «alegoría» en Gálatas 4:24?

Primero, «alegoría» o «alegóricamente» puede que no sea la mejor traducción. Como ha argumentado Douglas Moo, la palabra podría traducirse —y aquí debería traducirse— como «interpretado figuradamente».

En segundo lugar, Pablo indica con esta palabra que está haciendo algo diferente a lo que hizo antes en Gálatas 3:15 – 4:7. En esa sección, presentó argumentos basados en textos específicos sobre los pactos que Dios estableció a lo largo de la historia redentora. Aquí, Pablo resume esos argumentos de manera breve y panorámica. Utiliza la palabra traducida como «interpretar figuradamente» para describir su interpretación tipológica de Agar y Sara en Gálatas 4.

La interpretación de Sara y Agar que hace Pablo no es un caso aislado en el Nuevo Testamento, ni debe verse como algo embarazoso o que deba justificarse. Es, de hecho, la culminación de todo lo que Pablo ha estado desarrollando en esta carta.

Nos muestra lo que Pablo siempre enseña: que el Antiguo Testamento, en parte y en su totalidad, es un libro que Dios inspiró con un único propósito: señalar a los pecadores hacia la persona y la obra de Jesucristo, el Salvador. Esa es ciertamente una buena palabra.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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