“Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante, con la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús”, 1 Timoteo 1:14
Hay muchas razones por las que Pablo pudiera decir que no es apto para el ministerio. Tan solo al mirar su trasfondo, la magnitud de su rechazo a los seguidores de Cristo, y la profundidad de su pecado, pudieran más bien paralizarle en lo que se refiere a su servicio a Dios y a otros. Esto es lo que le lleva todavía a considerarse, entre los pecadores, “el primero” (vs. 15).
Y es que como él, nosotros también podemos haber experimentado el perdón de nuestros pecados, pero la culpa todavía puede seguir trayendo condenación a nuestra vida de tal manera que nos impide tomar pasos en el ministerio: no nos sentimos dignos.
Pablo entonces agradece al Señor que le ha fortalecido y en Su gracia le ha considerado digno de confianza poniéndole en el ministerio (vs. 12).
Esto, no significa que Dios minimize su pecado o que Dios nos lleve a olvidar cada vez más nuestra culpa. Al contrario, con el tiempo crece también una mayor conciencia de la profundidad de nuestra pecaminosidad y del peso de Su santidad. Es cuando notamos que también crece en nosotros una nueva apreciación de la gracia de Dios obrando poderosamente en nosotros y de la gran obra de Jesucristo en nuestro favor en la cruz del calvario.
Es una mayor conciencia de que Su gracia ha sido aún “más que abundante” (vs. 14) en nuestra vida y que El obrando a través de ella es lo único que nos sostiene.
Las Buenas Noticias para ti y para mí son que, como dice el versículo, nuestra fe en el Señor Jesucristo se expresa a través de nuestro amor a los demás y como una respuesta de agradecimiento y adoración a Dios por Su abundante gracia,
“Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (vs. 17)
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.