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Cuando hablamos sobre noviazgo o cualquier otro tema, necesitamos que nuestras conciencias sean informadas por las Escrituras. Ellas deben traernos convicción para que así cada creyente actúe según lo que su conciencia bien informada le dicte.

Lamentablemente, en el noviazgo y otros temas, hemos dejado que algunos movimientos en la iglesia creen culturas con prácticas que abrazamos solo porque otros lo hacen. Luego hemos visto cómo personas que siguieron estas culturas —y terminaron resentidas cuando no obtuvieron los resultados que esperaban— lanzan acusaciones de legalismo contra el movimiento evangélico y abrazan una forma de libertinaje.

Un ejemplo muy claro: en los años 90, Joshua Harris influyó en la manera en que millones de cristianos jóvenes entendieron el noviazgo, con su libro Le dije adiós a las citas amorosas. Sin embargo, en los últimos años surgió un mover en contra de los principios de ese libro porque muchas personas no obtuvieron lo que esperaban al seguir sus prácticas, y en cambio fueron marcadas por experiencias desagradables y dolorosas.

En reacción a la cultura de cortejo de los años 90 y comienzos de la década del 2000, en muchas iglesias ha surgido una cultura muy liberal en cuanto a cómo relacionamos románticamente con el sexo opuesto entre creyentes durante el noviazgo.

No obstante, la realidad es que todos somos responsables ante Dios de nuestras decisiones de conciencia (Ro. 14:12, 22-23). Necesitamos ser informados por la Palabra y conducirnos en la verdad, sin sucumbir a las presiones culturales que nos rodeen. Pensando en esto, creo que hacemos bien en considerar estos principios bíblicos en el noviazgo:

1. El sexo es exclusivo para el matrimonio

La Biblia es clara al decirnos que el sexo es exclusivo para el matrimonio:

“Porque ésta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual; que cada uno de ustedes sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión degradante, como los Gentiles que no conocen a Dios. Que nadie peque ni defraude a su hermano en este asunto, porque el Señor es el vengador en todas estas cosas, como también antes les dijimos y advertimos solemnemente. Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a (vivir en) santificación”, 1 Tesalonicenses 4:3-7.

Tener relaciones sexuales antes del matrimonio es “defraudar” a una persona, según el texto. La razón para esta alegación es que el acto sexual no es un acto casual: es un acto que representa la realidad de que dos personas se han unido, ahora son uno (Gn. 2:24).

Muchos creyentes buscan “la voluntad de Dios” para saber quién es la persona con la que deberían casarse, y en este texto se nos dice claramente algo sobre esa persona: no querrá defraudarte antes del matrimonio ni deshonrar al Señor. Si el Espíritu Santo habita en nosotros por medio del evangelio, no podemos profanar ese templo (1 Co. 6:18).

Al hablar de esto, hay que considerar que las relaciones sexuales son mucho más que el acto de penetración. La Biblia condena la inmoralidad sexual (Ef. 5:3, 1 Tes. 4:3), lo que implica una definición más amplia que el acto del coito. Puede tratarse de sexo oral, sexo seco, o estimulación mutua y provocación de orgasmos por diferentes medios, incluso visuales, fuera del matrimonio. Es por eso que una pareja nunca debería verse desnuda antes de casarse.

Si has caído caído en pecado sexual, lee los consejos en este artículo.

2. Tu cuerpo es exclusivo para tu cónyuge

Tu cuerpo pertenece a tu futuro cónyuge (1 Co. 7:1-4, Pr. 5:15-19). Antes de casarte, necesitas tener en cuenta que debes guardarte para esa persona. No puedes asegurar que una relación de noviazgo actual terminará en matrimonio. En otras palabras, no debes unirte con tu pareja hasta después de la boda.

3. Tu corazón es exclusivo para tu esposo

Efesios 5:31 señala que en el matrimonio nos hacemos uno con nuestro cónyuge y compartimos toda nuestra vida, lo cual implica también unir nuestro corazón al suyo (el centro de nuestros afectos, pensamientos, y voluntad).

En la cultura moderna, cada vez es más popular contraer nupcias luego de transcurrir la mitad de la segunda década de vida, pero la mayoría de los jóvenes han comenzado relaciones sentimentales desde muy temprana edad. Esto les representa un problema porque han entregado su corazón de forma inadecuada a diferentes personas, abriendo así la puerta a decepciones, heridas, y pecado.

Es importante entender que, hasta que los novios digan “acepto” en la ceremonia nupcial, ambos todavía pueden salir de la relación. Por eso todo joven en un noviazgo debe cuidar su corazón para no exponerlo de formas inadecuadas. Una relación debe desarrollarse de una forma progresiva donde, mientras la relación va avanzando, más se entrega el corazón a la otra persona. Cuando estás conociendo a alguien, guardas tu corazón y no lo entregas de la misma forma que cuando estás en un noviazgo formal, luego en una relación de compromiso, y por último se entrega en su totalidad en el matrimonio.

Una forma de guardar el corazón es cuidar que los halagos y las expresiones de afectos físicas sean adecuadas para cada etapa de la relación.

4. La autoridad es exclusiva de los padres

La Biblia menciona que los padres tienen autoridad sobre sus hijos hasta que se casan (Gn. 2:24). Esto implica que los padres tienen voz en el desarrollo del noviazgo mientras sean guiados por principios bíblicos y lo que piden sea razonable dentro de la realidad de la persona soltera. Si los padres no están involucrados en la vida de sus hijos, ejerciendo autoridad y brindando consejo, la iglesia puede ayudar y tener un rol aquí.

5. La Biblia es exclusiva para guiarnos

La Biblia debe regir sobre toda relación y no las presiones culturales (cp. 2 Ti. 3:16-17). El mundo puede decirte que tienes que ver si tienes “compatibilidad sexual” con tu pareja antes del matrimonio o saber si hay química entre ambos, pero esto no debe interferir con la realidad de que la Biblia prohíbe todo tipo de relación sexual antes de la boda. Un creyente debe confiar en que es más importante tener compatibilidad teológica que sexual.

6. No podemos excusarnos ante Dios

Podemos tratar de poner muchas excusas para ser rebeldes ante nuestro Señor, actuar como queremos, y así justificar nuestras malas decisiones en el noviazgo. En realidad, si somos creyentes, estamos bajo la autoridad de Dios y no hay excusa válida para violar principios bíblicos que se nos presentan claramente en las Escrituras.

7. El evangelio es la esperanza exclusiva

Por último y más importante, nuestra única esperanza está anclada en que Cristo murió por nosotros. Debemos poner nuestra confianza en Él, en su obra redentora, y buscar sabiduría para glorificar a Dios en medio de esta etapa tan crucial de la vida.

Si en el desarrollo de la relación se cometen errores, Cristo en nuestra esperanza y refugio. Lo importante es que como creyentes deseemos ver lo que la Palabra de Dios dice sobre cómo deben ser nuestras relaciones y busquemos glorificar a Dios en todo.


Imagen: Lightstock.
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