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5 cosas que nos enseñan las resoluciones fallidas

Solía tener una tradición para las resoluciones de Año Nuevo. Encontraba un momento de tranquilidad antes del día de Año Nuevo, tal vez cuando los niños dormían la siesta, y me sentaba en el porche con mi Biblia y una libreta. Leía las Escrituras, oraba, y escribía. Al final, anotaba algunas resoluciones para el año que llegaba.

Recientemente, hojeé algunas de mis libretas antiguas, y las resoluciones eran casi las mismas cada año, solo que con diferentes palabras o diferentes colores de tinta. Algunas eran casuales, como bajar cierto número de kilos. Otras eran más serias, como aprender a servir a mi esposa con alegría en lugar de tan solo un sentido del deber.

Después de escribir mis resoluciones, las veía los próximos días, pero nunca con frecuencia. La mayoría de las veces olvidé que existían. Para junio se habían esfumado de mi mente.

No he podido guardar la mayoría de mis resoluciones, y la mayoría de nosotros hemos fallado en mantener las nuestras, ya sea que hayan sido sobre orar más o perder tantos kilos. La Universidad de Scranton realizó un estudio que demostró que solo el 8 % de las personas logran guardar sus resoluciones. Por lo tanto, es bueno aprender de estos fracasos y replantear la manera en que pensamos sobre los cambios significativos en la vida.

Aquí hay cinco cosas que nuestras resoluciones fallidas nos dicen.

1. No podemos cambiarnos a nosotros mismos.

El cambio de vida viene de un cambio de corazón, y el cambio de corazón viene de Dios.

Nuestra voluntad es débil. Podemos leer todos los libros de autoayuda que queremos, pero el crecimiento en carácter y santidad no son proyectos que uno puede lograr por sí mismo. De hecho, la autoayuda puede perjudicarnos si no tenemos cuidado.

El cambio de vida viene de un cambio de corazón, y el cambio de corazón viene de Dios.

2. Ni siquiera sabemos lo que queremos.

Muy a menudo en mis resoluciones quería algo que no importaba meses después. Nuestros intereses cambian, y a medida que crecemos en sabiduría, nuestros deseos crecen y maduran. Incluso si somos sabios, vemos débilmente, y si nuestras metas trazaran el curso de nuestras vidas, terminaríamos perdidos. Necesitamos que el Señor guíe nuestras vidas y deseos.

3. Tenemos un interés en nuestro futuro terrenal que es incorrecto e irreal.

En Cartas del diablo a su sobrino, de C. S. Lewis, el demonio mayor Escrutopo le dice a Orugario, su suplente:

“Queremos darles una carrera perpetua en pos del final del arcoiris, una carrera nunca honesta, ni amable, ni feliz ahora, sino que siempre su combustible sea acumular cosas frente al altar del futuro, incluso todo regalo que se les ofrezca para el presente”.

Esto es lo que Lewis decía: estamos obsesionados con el futuro e insatisfechos con el presente. De verdad, estamos obsesionados con nuestro futuro terrenal. Pero nuestro futuro terrenal es simplemente una idea. El pasado ha pasado. Y aunque debemos planear nuestro futuro en la tierra, no está garantizado. Es mucho mejor buscar la satisfacción en el presente y la esperanza en nuestro futuro eterno. Estos están garantizados.

4. No estamos contentos con nuestras circunstancias.

Nuestras resoluciones fallidas nos enseñan que no estamos contentos con cómo Dios se preocupa por nosotros. Queremos más: más músculo, más dinero, más notoriedad, más todo. La verdadera satisfacción en la gracia y esperanza de Cristo no es circunstancial; florece en el calabozo, así como en la mansión. Comprendemos mal nuestra fortuna que Jesús ganó por nosotros, y no apreciamos la gracia escandalosa de estar vivos.

5. Necesitamos a Jesús.

Necesitamos que Jesús nos transforme a su semejanza, y hacer resoluciones no es suficiente.

Nuestras resoluciones son a menudo superficiales, pero incluso las más profundas, y nuestro fracaso en mantenerlas, muestran una gran necesidad de un cambio de corazón. No somos lo que deberíamos ser, y queremos ser diferentes. La transformación que buscamos es válida, pero los medios por los cuales la buscamos a menudo son insuficientes. Necesitamos que Jesús nos transforme a su semejanza, y hacer resoluciones no es suficiente.

No está mal, pero a menudo es ineficaz

Las resoluciones no son del todo malas. De ninguna manera es pecado hacer resoluciones de año nuevo. Jonathan Edwards las hizo famosas. También las hicieron T. S. Eliot, Ralph Waldo Emerson, y J. R. R. Tolkien. Las resoluciones no son incorrectas, pero generalmente no son efectivas.

Mis hijos una vez hicieron un mapa del tesoro en nuestro patio trasero. Dibujaron líneas de puntos y una X que marcaba el lugar de la recompensa. Era lindo, pero el mapa era inútil. No había ningún tesoro, y su mapa era inexacto. Con demasiada frecuencia así somos. Tendemos a trazar un curso infantil para nuestras vidas y buscamos tesoros que no existen.

El apóstol Santiago evalúa potentemente nuestros intentos de manipular el futuro:

“Oigan ahora, ustedes que dicen: ‘Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y pasaremos allá un año, haremos negocio y tendremos ganancia’. Sin embargo, ustedes no saben cómo será su vida mañana. Sólo son un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: ‘Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello’”, Santiago 4:13-15.

Cómo hacer resoluciones

Bien, está claro que las resoluciones a menudo son miopes e ineficaces. Pero ¿qué pasa con aquellos de nosotros que nos gusta hacerlas? Aquí hay algunas recomendaciones:

  • Asegúrate de que tus resoluciones estén alineadas con la Palabra de Dios y con el objetivo que Dios tiene de glorificarse a sí mismo al magnificar tu gozo en Él.
  • Establece resoluciones realistas que sean inteligentes: específicas, medibles, alcanzables, realistas, y oportunas.
  • Busca consejo y rinde cuentas a hermanos y hermanas en Cristo.
  • Ora por tus resoluciones y somételas a la guía del Señor.

Ya sea que hagas o no resoluciones este 2019, no pongas tu esperanza en la capacidad de cambiarte a ti mismo. Si pudiéramos cambiarnos a nosotros mismos, Jesús no habría tenido que venir. Solo Él puede transformarnos. Que tu resolución este año sea alabarle por lo que ha hecho, y trata de ser más como Él para esta fecha el próximo año.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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