Este es un fragmento adaptado del libro de Matt Smethurst: Before You Open your Bible [Antes de abrir tu Biblia] (10Publishing, 2019).
Debo comenzar con una confesión que puede resultar irónica: tiendo a ignorar artículos sobre la oración. Lo que significa que si haces clic para irte de este, no estoy en posición de culparte. En todo caso, te entiendo. ¿Qué más queda por decir sobre el tema?
La importancia de la oración no es un titular de última hora. Son “viejas noticias”. Sabemos que es importante, aún si no entendemos del todo cómo funciona. (Si Dios ha planeado todo, te preguntarás, ¿por qué molestarse en pedirle algo?) Aún si no eres religioso en lo absoluto, sabes que los seguidores de Jesús oran. Hablan con Él, o piensan que eso es lo que están haciendo. Y si eres creyente, bueno, ¿hay algún tema más básico?
Si la fe cristiana tuviera un currículum, la clase llamada “La oración importa” no sería una electiva de la universidad; sería un prerrequisito para preprimario.
Nunca asumas
Está bien, así que la oración es fundamental. Es muy importante ¿Pero no podemos simplemente asumir que esto es verdadero y pasar al nivel “práctico”? No tan rápido. Las cosas más importantes de la vida nunca deben pasarse por alto o simplemente asumirse.
Estoy convencido de que una razón fundamental de la insatisfacción que resuena debajo de la superficie de nuestras vidas, es la falta de oración al acercarnos a la Palabra de Dios. Cuando no oramos, nos robamos a nosotros mismos el gozo y la paz. De hecho, una de las cosas más contraproducentes que hacemos es abordar las Escrituras sin oración. Y el cristianismo sin oración es cristianismo sin poder.
I-A-U-S
Puedes estar familiarizado con la oración en respuesta a la Palabra de Dios, pero ¿qué significa orar en anticipación a ella? ¿Cómo luce acercarse a tu Biblia en oración?
Una razón fundamental de la insatisfacción que resuena debajo de la superficie de nuestras vidas, es la falta de oración al acercarnos a la Palabra de Dios
Significa no apresurarse en la lectura de la Biblia, esperando que las páginas calienten tu frío corazón como un microondas. Ahora bien, Dios es soberano, que es otra forma de decir que Él es Dios y que hace lo que quiere (Sal. 115: 3). Es más que capaz de encender el microondas, aún cuando no se lo has pedido. ¿Pero, por qué no pedirselo?
Hace varios años, escuché a John Piper compartir un acrónimo que él usa para preparar su corazón para escuchar de Dios. Cada letra, I-A-U-S, corresponde a una oración de los Salmos.
I – “Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la ganancia deshonesta” (Sal. 119: 36)
Esta no es una petición halagadora. Asume que nuestros corazones están inclinados hacia la dirección equivocada, lejos de lo que da vida. No es que no nos gusten nuestras Biblias; es solo que otras cosas parecen más grandes. Nuestras listas de deseos parecen más atractivas, nuestras listas de tareas más urgentes.
La mayoría de las mañanas, por ejemplo, mi mente se dirige inmediatamente a una de tres cosas:
- ¿Qué tengo planificado para hoy?
- ¿Qué voy a desayunar?
- ¿Qué está pasando en las redes sociales?
Preguntas como estas no son terribles, pero son reveladoras. Exponen la inclinación natural de mi corazón. Revelan que si bien es fácil ser consciente de mí mismo, tengo que trabajar para ser consciente de Dios.
Todos los días necesito que me despeguen de mi patética preocupación por mí mismo. Tú también lo necesitas. Afortunadamente, a Dios le encanta desprender nuestros corazones de lo que no tiene valor, y volver a atraerlos hacia lo que no tiene precio, todo por el bien de nuestro gozo. Aquí es donde entra la oración; solo tenemos que pedir.
A – “Abre mis ojos, para que pueda ver las maravillas de tu ley” (Sal. 119:18)
Al Espíritu le encanta traer la Palabra de Dios a la vida, día tras día, en los corazones de aquellos cegados por la tiranía de las cosas sin valor
En muchos sentidos, leer la Biblia es como leer otros libros. Deberíamos abordarla de la manera en que abordaríamos cualquier pieza de literatura: siendo sensibles al género, contexto, intención del autor, y todo lo demás. Pero hay una diferencia monumental. La tercera persona de la eterna Trinidad exhaló estas palabras. Y al Espíritu le encanta traer la Palabra de Dios a la vida, día tras día, en los corazones de aquellos cegados por la tiranía de las cosas sin valor.
¿Qué ha captado tu imaginación? ¿Qué está enamorando los ojos de tu corazón? Cuando abras tu Biblia, no esperes estar bajo los efectos de algún hechizo místico. Habla directamente con el Autor. Pídele al Espíritu que abra tus ojos a la belleza que está justo enfrente de ti. Tal y como Charles Spurgeon observó: “Los textos rehusarán a menudo revelar sus tesoros hasta que los abras con la llave de la oración”.
U – “Unifica mi corazón para que tema tu nombre” (Sal. 86:11)
Cuando era niño, mi papá una vez me explicó por qué abrir la Biblia puede ser tan difícil. “Es casi como si el dedo de Satanás estuviera presionando la tapa”, dijo. Recuerdo haber pensado que eso era extraño. Ahora creo que es verdad.
La Biblia nos enseña que el diablo es astuto. Él sabe que la manera más fácil de mantenernos alejados de la Palabra de Dios es distraernos, seducirnos con objetos brillantes y cautivadores, atraernos para que pensemos en algo, cualquier otra cosa.
Quizás reconozcas este escenario: Bien, Romanos capítulo 2. ¡Hagámoslo! ¿Dónde me quedé? De acuerdo, esta parte parece familiar. Amo al apóstol Pablo…Tengo mucha hambre. ¿Mi reunión de almuerzo es mañana a las 11:30 o 12:30? Dejame revisar…
Increíble, ¿verdad? Nuestros corazones están divididos en mil direcciones diferentes. Como Piper ha escrito en otro lugar, en palabras que deberían atormentar a muchos de nosotros: “Uno de los grandes usos de Twitter y Facebook será demostrar en el último día que la falta de oración no fue por falta de tiempo”.
Debemos orar fervientemente por un corazón unificado, para que no se desvíe hacia la división, la distracción, y la lejanía de las palabras del Dios viviente.
S – “Sácianos por la mañana con tu misericordia” (Sal. 90:14)
Sin embargo, no es solo que estamos distraídos de Dios. También estamos insatisfechos en Dios. Claro, sabemos que Él es una parte importante de la vida, pero creemos que si queremos estar realmente llenos, realmente felices, tendremos que buscar en otra dirección.
A veces las personas religiosas pueden dar la impresión de que la felicidad no es espiritual. Puedes ser feliz o santo, pero de seguro no puedes ser ambos. Afortunadamente, la Biblia no tiene paciencia para este tipo de pensamiento.
Todos los seres humanos del planeta buscan la felicidad. Ese no es el problema; el problema es que la buscamos fuera de Dios
Todos los seres humanos del planeta buscan la felicidad. Ese no es el problema; el problema es que la buscamos fuera de Dios. Búsqueda correcta, destino equivocado.
En su discurso de graduación de 2005 en Kenyon College, el fallecido novelista estadounidense David Foster Wallace capturó esta dinámica humana universal, incluso primitiva. Wallace no era cristiano y, sin embargo, sus palabras tocan un profundo acorde espiritual:
“La razón convincente para quizás elegir adorar algún tipo de Dios o algo de tipo espiritual…es que casi todo lo que adoras te comerá vivo. Si adoras el dinero y las cosas, si es donde buscas significado real en la vida, nunca sentirás que tienes suficiente. Adora tu cuerpo, belleza, y atractivo sexual, y siempre te sentirás feo. Y cuando el tiempo y la edad comiencen a notarse, morirás un millón de muertes antes de que finalmente te entierren…Adora el poder, terminarás sintiéndote débil y asustado, y necesitarás cada vez más poder sobre los demás para adormecerte a tus propios temores. Adora tu intelecto, ser visto como inteligente, terminarás sintiéndote estúpido, un fraude, siempre a punto de ser descubierto. Pero lo insidioso de estas formas de adoración es…Son inconscientes. Son configuraciones predeterminadas”.
¿Puedes verte en el espejo de las palabras de Wallace? Yo puedo. Es por eso que necesito acercarme a la Palabra de Dios en oración, pidiéndole que satisfaga este corazón inquieto con un amor constante.