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Al leer lo que un número de respetados autores cristianos han dicho a lo largo de los años sobre la polémica y la controversia teológica, he destilado algunas reglas. Estas reglas, creo, nos ayudarán a evitar la polémica y a no involucrarnos en ellas de una manera espiritualmente destructiva. Casi todas las reglas las mencionan múltiples autores de alguna manera, pero cuando un escritor ha puesto un principio de una manera particularmente fuerte o adecuada, puse su nombre en la regla.

1. La regla de Carson: no tienes que seguir Mateo 18 antes de publicar algo polémico.

Don Carson escribió un editorial sobre abusar de Mateo 18, en el que habla sobre el argumento a menudo hecho de que un cristiano no debe escribir públicamente críticas a los puntos de vista teológicos de otros cristianos sin acudir a ellos primero en privado, citando Mateo 18. Pero Carson señala que este pasaje habla de dos personas en la misma iglesia, o al menos en la misma conexión eclesiástica, ya que si las dos partes no están de acuerdo, todo el asunto puede ser llevado a “la iglesia”, es decir, a la congregación y sus líderes. Además, el pecado descrito en Mateo 18 sigue siendo “relativamente privado y notado por uno o dos creyentes, pero lo suficientemente grave como para llamar la atención de la iglesia si el ofensor se niega a alejarse de dicho pecado”.

Siempre es incorrecto tergiversar la realidad a los demás.

A diferencia, la enseñanza pública que contradice la sana doctrina está en una categoría completamente diferente. Carson apunta a Tito 1:9, que dice que el anciano piadoso debe “exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen”. En resumen, si alguien presenta públicamente puntos de vista teológicos que se oponen a la sana doctrina, y no estás en el mismo cuerpo eclesiástico con esta persona (es decir, no hay un cuerpo de ancianos sobre ambos, como cuando, por ejemplo, ambos de ustedes son ministros de la misma denominación), entonces, de hecho, puedes oponerte públicamente sin ir en privado al autor. Carson agrega una consideración importante, pero viene en la siguiente regla.

2. La regla de Murray: debes asumir la plena responsabilidad incluso de tergiversar involuntariamente los puntos de vista de alguien.

Don Carson dice que si tienes una gran preocupación sobre las opiniones del Sr. Fulano, y estás considerando publicar una crítica, puede ser prudente acudir primero al Sr. Fulano, pero “no por obediencia a Mateo 18, que en realidad no corresponde, sino para determinar exactamente cuáles son en verdad los puntos de vista de la [otra persona]”.

Esto encaja con algunas palabras fuertes y sorprendentes del teólogo del Seminario de Westminster, John Murray. En su libro Principles of Conduct (Principios de conducta) argumenta que “toda falsedad, error, malentendido, toda desviación de lo que es verdadero en pensamiento, sentimiento, palabra, o acción es el resultado del pecado… Aparte del pecado, habría existido ignorancia y falta de comprensión plena por parte de todos los seres racionales creados. Pero el conocimiento limitado es una cosa, la falsedad al comprender algo o al representar un punto es otra cosa” (p. 132). En otras palabras, siempre es incorrecto tergiversar la realidad a los demás. Concede, por supuesto, que hay una gran diferencia entre una mentira deliberada y la transmisión involuntaria de información errónea. Pero continúa: “Estamos pensando superficialmente e ingenuamente si suponemos que no hay error en proporcionar una tergiversación de los hechos. Incluso cuando las personas son, como decimos, víctimas inocentes de la desinformación, no debemos suponer que están exentos de todo error. Lo que debemos apreciar es que la representación falsa… es una tergiversación de la verdad de Dios”. Concluye: “Esta consideración de que toda falsedad, como una desviación de la verdad, es en sí errónea, debería despertarnos a lo grave de nuestra situación con respecto a la prevalencia de la falsedad, y nuestra responsabilidad de vigilar, mantener, y promover la verdad” (p. 132).

Esto es profundo. En nuestra era de internet lanzamos una respuesta muy rápido porque creemos que el Sr. Fulano promueve a Mengano. Y cuando alguien señala que el Sr. Fulano no quiso decir X porque aquí dijo Y, simplemente nos disculpamos, o tal vez ni siquiera eso. El principio de John Murray dice que los escritos polémicos nunca deben ser escritos apresuradamente. Se debe tener mucho cuidado para asegurarte de que realmente sabes lo que el Sr. Fulano cree y promueve antes de publicar. Esto me lleva a una regla relacionada, escrita por Archibald Alexander.

3. La regla de Alexander: nunca atribuyas una opinión a tu oponente que él mismo no posee.

El objetivo final de la controversia es persuadir y ganar a la gente que está en error.

Archibald Alexander instó a sus estudiantes a ser justos y templados cuando iban tras una controversia teológica. Debían “luchar por la verdad, no por la victoria”, y debían “saber cuándo ponerle el alto a la controversia”. Es un gran mal mantenerla “innecesariamente”. También les instó a no criticar públicamente a menos que el error fuera muy peligroso e importante. Alexander enseñó que el objetivo final de la controversia era persuadir y ganar a la gente que está en error. Por lo tanto, debemos “evitar todo lo que pueda crear prejuicios en los oponentes u oyentes”. En otras palabras, no debemos discutir de tal manera que endurezca a los oponentes en sus puntos de vista.

Sin embargo, tal vez la regla más interesante de Alexander fue esta: “No atribuyas a tu opositor una opinión que no posea, aunque dicha opinión sea una consecuencia necesaria” (Calhoun, p. 92). En otras palabras, incluso si crees que la creencia X del Sr. Fulano podría llevar o inducirá a otros que mantienen esa posición a la creencia Y, no acuses al Sr. Fulano de aferrarse a la creencia Y, si Fulano no la cree. Puedes pensar que Fulano es inconsistente, pero una cosa es decir eso y otra cosa es decir que cree Y al insinuar o insistir en que realmente lo cree cuando no lo hace. Algo similar ocurre cuando implicas o argumentas que, si el Sr. Fulano cita el punto de un autor positivamente, entonces el Sr. Fulano debe también creer todos los puntos de vista que dicho autor tiene en otros temas. Si culpas a alguien por su asociación, e insinúas o insistes que el Sr. Fulano debe tener otras creencias de ese autor en particular, entonces estás violando la regla de Alexander y, de hecho, también la regla de Murray. Estás tergiversando a tu oponente.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Imagen: Lightstock.
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