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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Nuevas de gran gozo: 25 lecturas devocionales para adviento (Poiema Publicaciones, 2021), por John Piper.

Meditemos en esta situación excepcional. Si el Hijo de Dios vino para ayudarnos a dejar de pecar —para destruir las obras del diablo— y si también vino a morir para que cuando pecáramos hubiera una propiciación, de modo que la ira de Dios fuera quitada, ¿qué implica esto en nuestra vida?

Tres implicancias y las tres son maravillosas. Las expondré de manera breve a modo de regalos de Navidad.

Regalo 1: Un propósito claro para la vida.

La venida de Cristo le da un propósito claro a nuestra vida. De manera negativa es muy simple: no pecar. «Les escribo estas cosas para que no pequen» (1 Jn 2:1). «El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo» (1 Jn 3:8).

Si te preguntas, ¿Me podrías decir lo mismo de una manera positiva, en lugar de negativa? La respuesta es esta: Sí, todo está resumido en la primera carta de Juan: «Y este es Su mandamiento: que creamos en el nombre de Su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como Él nos ha mandado» (1 Jn 3:23).

Amar a Jesús y amar a los demás. Ese es nuestro propósito. Es el resumen de la vida cristiana: confiar en Jesús y amar a las personas

Ese pasaje es una gran síntesis de lo que toda la carta de Juan requiere. Observemos la forma singular de la palabra mandamiento. Estas dos cosas están tan estrechamente conectadas para Juan, que él las llama un solo mandamiento: amar a Jesús y amar a los demás. Ese es nuestro propósito. Es el resumen de la vida cristiana: confiar en Jesús y amar a las personas. He aquí el primer regalo: un propósito por el cual vivir. 

Regalo 2: La esperanza de que nuestras faltas serán perdonadas.

La segunda implicación conformada por las dos verdades de que Jesús vino a destruir nuestra conducta pecaminosa y a perdonar nuestros pecados es esta: progresamos en nuestra lucha contra el pecado cuando tenemos la esperanza de que nuestras faltas serán perdonadas. Si no tenemos esperanza de que Dios perdonará nuestras faltas, nos daremos por vencidos en cuanto empecemos a combatir el pecado. 

Muchos estarán considerando hacer cambios en el nuevo año porque han caído en conductas pecaminosas y quieren ser libres de ellas. Quieren nuevos hábitos de alimentación y de entretenimiento, nuevos patrones para ofrendar, nuevas formas de relacionarse con su cónyuge, nuevas formas de buscar al Señor en familia, nuevos hábitos de descanso y ejercicio físico, nuevas formas de llenarse de valor para compartir el evangelio. Pero están luchando, preguntándose si el esfuerzo vale la pena. Bueno, he aquí entonces el segundo regalo de Navidad: Cristo no solo vino a destruir las obras del diablo, es decir, nuestro pecado, sino que también vino para abogar a nuestro favor cuando fracasemos en nuestra lucha.

Cristo no solo vino a destruir las obras del diablo, es decir, nuestro pecado, sino que también vino para abogar a nuestro favor cuando fracasemos en nuestra lucha

Por eso te ruego, permite que la libertad para fracasar te dé esperanza para luchar. ¡Pero cuidado! Si transformas la gracia de Dios en una licencia y dices: «Bien, si puedo fracasar, y no tiene importancia, entonces ¿para qué molestarme en luchar?». Si dices eso, y realmente lo crees, y persistes en actuar así, entonces es probable que no hayas nacido de nuevo y deberías temblar ante tal posibilidad. 

Pero esa no es la posición en la que la mayoría de nosotros se encuentra. La mayoría de nosotros quiere luchar contra las conductas pecaminosas que hay en nuestra vida. Lo que Dios nos dice es esto: permitan que la libertad para fracasar les dé esperanza para luchar. «Les escribo estas cosas para que no pequen. Y si alguien peca, tenemos Abogado para con el Padre, a Jesucristo» (1 Jn 2:1).

Regalo 3: La ayuda de Cristo.

Por último, la tercera implicación de esta verdad doble de que Cristo vino para que no sigamos pecando y para perdonar nuestros pecados, es la siguiente: Cristo está dispuesto a ayudarnos en nuestra lucha. En verdad nos ayudará. Él está de nuestro lado. No vino a destruir el pecado porque el pecado sea entretenido, sino porque es fatal. El pecado es una obra engañosa del diablo y nos llevará a la ruina si no luchamos contra él. Cristo vino a ayudarnos, no a hacernos daño.

Jesús está vivo, Jesús es todopoderoso, Jesús vive en nosotros por la fe. Y además Jesús está a nuestro favor, no en nuestra contra

Por lo tanto, este es nuestro tercer regalo de Navidad: Cristo nos ayudará a vencer el pecado en nosotros. Como afirma la Palabra: «Mayor es Aquel que está en ustedes que el que está en el mundo» (1 Jn 4:4). Jesús está vivo, Jesús es todopoderoso, Jesús vive en nosotros por la fe. Y además Jesús está a nuestro favor, no en nuestra contra. Él te ayudará en tu lucha contra el pecado en este nuevo año. Confía en Él.


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