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No existe un relato con más trascendencia que la historia de las Escrituras. Su impacto en la vida del hombre no es solo en esta tierra, sino que también trasciende la muerte. 

El libro Una gran historia: Cómo leer la Biblia para ver a Dios y no solo leer de Él (Editorial Bautista Independiente, 2022), de Josué Ortiz, tiene como propósito explicar por qué es importante comprender que la Biblia es cristocéntrica. Conocer esta historia acerca de Jesús, Su obra, perfección y la salvación que solo se encuentra en Él debe ser una prioridad en la vida de cada creyente.

Comparto contigo las frases que me resultaron más llamativas de esta lectura:


La Biblia es la revelación de Dios mismo acerca de sí mismo y su plan de rescate de una humanidad perdida (p. 5).

La Biblia es la suma de las palabras con las que Dios ha hablado al ser humano para que el ser humano lo conozca (p. 8).

La muerte es la pandemia que nunca ha sido controlada y sin Dios nunca podrá ser revertida (p. 14).

La Biblia es una historia congruente, real, tangible, verdadera, lógica y unificada que habla del plan de rescate de Dios para los seres humanos, para ti (p. 35).

El reino de Dios es el plan por excelencia de Dios desde antes de la fundación del mundo (p. 36).

Si el reino ha llegado y si somos ciudadanos del reino, nuestras vidas deben ser vidas piadosas del reino y agradables a Dios (p. 35).

Dios quiere que su creación le conozca a profundidad y con absoluta claridad (p. 35).

Vivimos en un mundo caído producto de la separación de Dios que, irrevocablemente sigue cayéndose día a día (p. 46).

No estamos viviendo, estamos sobreviviendo y Dios no nos creó para sobrevivir, Él nos creó para conocerle y entonces tener vida abundante en Él (p. 51).

La Biblia es justamente la revelación de quién es Dios y de Su plan perfecto para salvarnos del estado de condenación en el que nos encontramos (p. 52).

Dios mismo asumió nuestra humanidad para rescatarnos sin que lo merezcamos, eso es amor (p. 53).

La reconciliación es una virtud que Dios ejecuta bien todos los días (p. 54).

El evangelio te anuncia las buenas noticias de la salvación en Cristo para que te des cuenta de que Dios llama pecado a lo que nosotros podríamos llamar «errores o imperfecciones» (p. 55).

El evangelio no trata de lo que tú puedas hacer por Dios, sino de lo que Él hace por ti. (p. 50).

Para entender y conocer a Dios, la Biblia es la única fuente autoritativa a la que podemos acudir. No se trata de lo que tú creas sobre Dios, sino de lo que Dios ha revelado de sí mismo (p. 55).

La fe puesta en un «dios» que no tenga nada que ver con Jesús es una fe altamente engañosa (p. 60).

Jesús, el Mesías, es la armonía perfecta entre la justicia y la misericordia de Dios (p. 62).

De la misma manera que un hijo admira, contempla e imita a su padre terrenal, nosotros hacemos lo mismo con Cristo, nuestro salvador, nuestro Señor y amigo (p. 64).

Desde el primer libro de la Biblia y hasta el último, cada texto, pasaje y versículo, nos apuntan al plan de rescate de Dios en Jesús (p. 65).

La Biblia transforma vidas, pero no porque sea mágica, sino porque revela a Dios y cuando el Señor se da a conocer, nada nunca volverá a ser igual (p. 67).

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