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“Si tan solo esto no estuviera pasando”. “Si tan solo tuviera más”. “Si tan solo tuviera lo que ella tiene… todo estaría bien”.

¿No es este el sentir de nuestros corazones muchas veces? En nuestra naturaleza pecadora es tentador pensar que estaríamos mejor si tan solo las cosas fueran diferentes. Estamos insatisfechas con nuestras circunstancias, con aquello que tenemos o no tenemos. Proverbios lo dice muy bien: “El Seol y el Abadón nunca se sacian; tampoco se sacian los ojos del hombre” (27:20). 

Pero hay algo que solemos perder de vista: el contentamiento no tiene que ver con un cambio de circunstancias, sino con un cambio del corazón.  

La respuesta de la aflicción

En la carta de Pablo a los Filipenses encontramos uno de los pasajes que nos hablan sobre el contentamiento de manera directa, específicamente en el capítulo 4 versos 11-13: 

“No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad. En todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.  

Una de las cosas que caracterizó el ministerio de Pablo, el autor de esta carta, fueron las pruebas y aflicciones. En 2 Corintios vemos que Pablo sufrió naufragios, peligros de espada, azotes, hambre, desnudez, asalto, peligro entre sus compatriotas, trabajo, fatiga, peligros de muerte… y la lista pudiera continuar.

Pablo era un hombre afligido de muchas maneras, pero uno que a pesar de sus circunstancias tuvo contentamiento. ¿Te imaginas un corazón como este? ¿Cómo pudo Pablo haber llegado ahí?

Aprendiendo contentamiento 

El texto de Filipenses nos dice que Pablo aprendió contentamiento. El Señor en su gracia lo fortaleció para que pudiera vivir así. Ahora bien, si dice que lo aprendió es porque era algo que no tenía, que no le salía natural, porque lo que a nosotros nos sale natural en nuestra condición caída es la insatisfacción y el temor. Esa actitud de inconformidad, incertidumbre y amargura hacia las diferentes circunstancias de nuestras vidas. Ese corazón que, sin importar las circunstancias en las que se encuentre, siempre quiere más o algo distinto, y donde una característica de sus labios es la queja.

El contentamiento no tiene que ver con un cambio de circunstancias, sino con un cambio del corazón

En medio de la insatisfacción propia de su naturaleza caída, Pablo aprendió a tener contentamiento cualquiera que fuera su situación, porque, de nuevo, el contentamiento no tiene nada que ver con un cambio de circunstancias, sino con un cambio del corazón. Pablo pasó de la insatisfacción al contentamiento. Eso es lo que debe ocurrir en nuestros corazones también, por la fortaleza que el Señor que nos compró con su propia sangre nos da para salir adelante.  

El contentamiento cristiano es la característica de un corazón que está confiado y seguro en su Señor y que, de manera voluntaria, se somete y se deleita en la amorosa, sabia y paternal disposición de Dios para cada circunstancia. El contentamiento se sustenta en el evangelio que nos anuncia que hemos sido justificados y redimidos por la obra de Cristo, que tenemos paz con Dios y que estamos con Jesús en lugares celestiales. El contentamiento es la sumisión interior del corazón a un Dios que tiene cuidado de nosotros. 

Algo importante que debemos tener en cuenta es que el contentamiento no es lo mismo que la resignación. La resignación dice: “No hay de otra, esto es lo que hay”, pero sigue temeroso, insatisfecho y carente de esperanza. El contentamiento se somete y se deleita en lo que Dios ha dispuesto para la vida. 

El secreto del contentamiento

Para poder aprender contentamiento hay algo clave que debemos considerar, algo a lo que Pablo le llama “el secreto”. Lo vemos en el verso 13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Lamentablemente este verso ha sido malinterpretado una y otra vez. Muchas personas lo han usado como si ellos fueran Popeye y Cristo su espinaca. Como si lo que estuviera diciendo es que en Cristo pueden lograr lo que sea que les llegue a la mente. Pero el significado de este verso va mucho más allá, y es mucho más profundo que esta simple afirmación fuera de contexto.

En Jesús podemos alcanzar contentamiento sin importar lo difícil de la circunstancia que estemos viviendo

Lo que Pablo nos está diciendo en este pasaje es que el secreto del contentamiento está en Cristo. Que en Jesús podemos alcanzar contentamiento sin importar lo difícil de la circunstancia que estemos viviendo. Esta es una promesa de fortaleza que tenemos en Él.

En Cristo podemos tener contentamiento en medio de la enfermedad, en medio de la dificultad económica, en medio de la soledad, en medio de la rebeldía de un hijo, en medio de la circunstancia difícil en mi trabajo, en medio de cualquier circunstancia: todo lo puedo en Cristo que me fortalece.  

Pablo alcanzó el contentamiento cuando aprendió que Cristo era suficiente para Él. Ese es el secreto. Podemos aprender contentamiento y su secreto cuando llenamos nuestras mentes de la Palabra de Dios. Esta es la manera en la que podemos conocer a Jesús y fijar nuestros ojos en Él, y así ser fortalecidos por su gracia.

Así que, ¿cuándo se manifiesta mi confianza en Dios? Cuando mi gozo y seguridad no dependen de mis circunstancias cambiantes, sino del Dios que nunca cambia y de sus promesas seguras. Cuando en medio de cada circunstancia recuerdo que Dios se preocupa por nosotros como un Padre, y nada se escapa de su voluntad. Cuando en todo tiempo recuerdo que todo lo que Dios hace es para mi bien y que cada situación en mi vida es una manifestación de la gracia y el amor de Dios para mí. Cuando recuerdo que esta vida es temporal y que llegará un día donde no habrá más dolor y nuestro Rey Jesús hará nuevas todas las cosas.

Podemos llevar vidas de contentamiento cuando nuestra seguridad está en Él y no en nuestras circunstancias. Es con los ojos puestos en la cruz que genuinamente podemos decir: “He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi circunstancia. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.


Este artículo fue actualizado el día 19 de marzo de 2021.
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