La tarea apologética es urgente en el mundo actual, donde existe un alto grado de escepticismo. Las personas han cerrado sus oídos y corazones a la revelación de Dios, y a todo lo que les suene sobrenatural.
Al mismo tiempo, defender la fe es el llamado de todo cristiano. La Escritura nos anima a dar respuesta con mansedumbre y reverencia a todos aquellos que quieren conocer sobre nuestra esperanza (1 P 3:15; cp. Fil 1:7, 16).
Es necesario que renovemos nuestro compromiso con defender la fe. Por eso quiero compartirte cinco razones por las cuales la apologética es importante para todo cristiano.
1. Para glorificar a Dios
Cuando uno de los escribas […] le preguntó: «¿Cuál mandamiento es el más importante de todos?». Jesús respondió: «El más importante es: Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza» (Mr 12:28-30).
El principio fundamental de la vida y la fe cristiana consiste en amar a Dios con todo nuestro ser. Ser obedientes a este mandamiento supremo incluye que utilicemos nuestras capacidades intelectuales en favor del evangelio. Esto trae gloria a Su nombre y es una forma de amar al Señor con toda nuestra mente.
La apologética es una manera de manifestar nuestro amor total por Dios, como el Ser más supremo y digno de toda adoración
Sin embargo, la labor apologética requiere no solo nuestro intelecto, sino también el deseo y la voluntad de defender y proclamar la buena nueva, aún ante la oposición, las críticas y la persecución. Por lo tanto, la apologética es una manera de manifestar nuestro amor total por Dios, como el Ser más supremo y digno de toda adoración.
2. Para defender la cosmovisión bíblica como la verdadera
Destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo (2 Co 10:5).
El apóstol Pablo entendía que parte de su ministerio era refutar las creencias y cosmovisiones erróneas del mundo que intentaban infiltrarse en la iglesia. Para nosotros, esto significa tener certeza en cuanto a la verdad de nuestra fe y la superioridad de la cosmovisión cristiana, lo que tiene repercusiones a nivel filosófico y científico.
Esto no quiere decir que debamos despreciar las ciencias, como tampoco que cada cristiano debe ser un experto en todos los campos del conocimiento. Más bien, significa que debemos aprender a someter todo pensamiento y conocimiento a la obediencia de Cristo. Gracias a Dios, existen muchos hermanos en la fe que nos pueden ayudar en esto.
3. Para fortalecer la fe de los creyentes
Miren que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo (Col 2:8).
Defender la fe ante filosofías y conocimientos de este mundo resultará en ánimo y fortaleza tanto para uno mismo como para otros creyentes (Fil 1:27). Los apóstoles se esforzaron por demostrar que la fe en Jesús no era una invención humana (2 P 1:16), sino el testimonio veraz de personas que caminaron con el Señor (1 Jn 1:1-2).
La buena noticia de que Dios se hizo carne y vino al mundo a vivir, morir y resucitar para perdonar nuestros pecados no es un mito o una leyenda, sino una historia con evidencias verificables y con una gran cantidad de testigos oculares. No debemos dejarnos cautivar por la incertidumbre.
4. Para persuadir a los no creyentes
Santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia (1 P 3:15).
El apóstol Pedro nos anima a ser intencionales en hacer que el cristianismo se vuelva persuasivo para los no creyentes a través de nuestras vidas llenas de esperanza. Esto nos permitirá presentar nuestra fe de manera atractiva, mientras respondemos a sus dudas e interrogantes.
La apologética, la defensa de nuestra fe, no es equivalente al evangelismo, pero puede colaborar con la predicación del evangelio a los perdidos
Vale destacar que esta tarea no se realiza con el fin de ganar un debate, sino de mostrar nuestra esperanza a los demás y persuadirlos a experimentar un cambio de vida al venir a los pies de Cristo en arrepentimiento y fe. Lo que me lleva al último punto.
5. Para presentar el plan de salvación
Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por medio de su propia sabiduría, agradó a Dios mediante la necedad de la predicación salvar a los que creen (1 Co 1:21).
La apologética —la defensa de nuestra fe— no es equivalente al evangelismo, pero puede colaborar con la predicación del evangelio a los perdidos.
Entender esto nos debe ayudar a presentar las evidencias apologéticas con el propósito último de llamar a las personas a confiar en Cristo para su salvación y comenzar una relación genuina con Dios. Queremos practicar una apologética que defienda nuestra fe, pero sobre todo que apoye el evangelismo. Para esto, confiamos en el poder del Espíritu Santo, quien usará nuestra defensa y proclamación para salvar a pecadores.
Apologetas llamados a impactar al mundo con el evangelio
Después de conquistar al pecado y la muerte, Jesús comisionó a Sus seguidores con la gran comisión: «Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado» (Mt 28:19-20).
Para cumplir esta misión, necesitamos tener nuestras convicciones y doctrinas bien definidas de acuerdo con la Palabra de Dios y en dependencia del Espíritu Santo. Además, debemos estar preparados para presentar defensa de esas convicciones. En este terreno se mueve la apologética.
Como dije, la apologética no es el evangelismo, pero puede preparar el terreno para la proclamación de la buena noticia. La apologética es un arte que se desarrolla con el tiempo y la práctica, pero nunca debemos perder de vista que se trata de una forma en la que podemos expresar nuestro amor a Dios, en dependencia de Su Espíritu, para proclamar a Cristo, animar a otros creyentes y persuadir a los perdidos.
La apologética es un llamado para la iglesia, es un llamado para ti.



