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Y ahora, oh SEÑOR Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado acerca de Tu siervo y acerca de su casa, y haz según has hablado (2 S 7:25).

Las palabras de David «haz según has hablado» nos llevan al corazón de la oración. Cuando oramos, le pedimos a Dios que haga lo que ha prometido. David convierte repetidamente la promesa de Dios en oración. De la palabra que Dios ha pronunciado, surge la oración de David: «Señor, lo que te pido es lo que has hablado. ¡Haz lo que has hablado!».

¿Cómo funciona la oración?

Porque Tú, oh SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel, has revelado a Tu siervo, diciendo: «Yo te edificaré casa»; por tanto, Tu siervo ha hallado ánimo para elevar esta oración a Ti (v. 27).

¿Cómo tiene David el valor para orar así? Si Dios no hubiera hablado, David no habría tenido el valor de decirlo a Dios en oración: «Señor, si no lo hubieras dicho, yo no te lo habría pedido, pero Tu promesa me ha dado el valor para pedírtelo».

«Tú has prometido este bien a Tu siervo. Y ahora, ten a bien bendecir la casa de Tu siervo, a fin de que permanezca para siempre delante de ti» (vv. 28-29). La fe toma lo que Dios ha dicho (la promesa de Dios) y la convierte en oración: «haz según has hablado» (v. 25).

Ahora bien, ¿por qué orar por algo que Dios ya ha prometido? Porque la oración es la manera en que se cumplen las promesas de Dios. Orar es interponerse entre lo que Dios ha dicho y lo que experimentas, y unirlo. «Necesito lo que me has dicho». ¡Así es como funciona la oración!

Mantén frescas tus oraciones

Aquí hay otra razón para orar con la Biblia abierta: lo que Dios dice en Su Palabra te sugerirá, día tras día, cosas nuevas por las que puedes orar por alguien a quien amas. ¿Cómo puedes orar por las personas que amas año tras año sin caer en repeticiones vanas: «¡Señor, bendícelos! ¡Señor, bendícelos! ¡Señor, bendícelos!». ¡Y eso solo en los tres primeros días! ¿Cómo vas a orar por ellos durante veinticinco años?Si oras con la Biblia abierta, a menudo encontrarás que la Biblia te enseña algo por lo que puedes orar por ti mismo o por otra persona, y cuando oras por algo que Dios ha dicho, puedes orar con gran confianza.

Si oras con la Biblia abierta, a menudo encontrarás que la Biblia te enseña algo por lo que puedes orar por ti mismo o por otra persona

Actualmente estoy leyendo los Salmos, así que aquí tienes una semana de promesas de Dios convertidas en oraciones:

  • Salmo 20: «Que te conceda el deseo de tu corazón, / y cumpla todos tus anhelos» (v. 4). Esto sugiere una oración por alguien que anhela profundamente algo bueno que aún no se le ha cumplido.
  • Salmo 21: «Con Tu presencia le deleitas con alegría» (v. 6). Esto me impulsa a orar para que alguien a quien amo sea profundamente consciente del gozo de la presencia de Dios con él hoy, y de la confianza que ese gozo le da.
  • Salmo 22: «De Ti viene mi alabanza en la gran congregación» (v. 25). Esto sugiere orar por alguien que sufre, para que el resultado traiga alabanza a Dios y fortaleza a los demás.
  • Salmo 23: «El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de verdes pastos me hace descansar» (vv. 1-2). Aquí hay una promesa por la que puedo orar por alguien que está angustiado, hambriento, sediento y necesita ser renovado, nutrido y alimentado.
  • Salmo 24: «¿Quién subirá al monte del Señor?… El de manos limpias y corazón puro… Ese recibirá bendición del Señor» (vv. 3, 4, 5). Las Escrituras me enseñan que ore por la purificación de mi corazón y mis manos, y que ore lo mismo por los demás, para que sean protegidos y conozcan la bendición del Señor.
  • Salmo 25: «Dios mío, en ti confío» (v. 2). Las Escrituras me enseñan que ore por una fe fuerte e inquebrantable, y que mantenga la mirada fija en el Señor para mí y para mis seres queridos.

Si oras con la Biblia abierta, siempre tendrás algo nuevo que pedirle al Señor y podrás orar con confianza porque le estás diciendo a Dios: «¡Haz lo que has hablado!».

Orando con confianza

Hace años, encontré un sermón predicado por Charles Spurgeon titulado Orden y argumento en la oración, basado en las palabras de Job: «¡Oh, si supiera dónde encontrarlo, si pudiera llegar hasta su trono! Le expondría mi caso y llenaría mi boca de argumentos» (Job 23:3-4).

Job sugiere que oremos a Dios de la misma manera que un abogado presenta su caso en un tribunal. ¿Qué hace un abogado en un tribunal? Presenta argumentos, da razones, cita precedentes legales para un veredicto concreto. Si tu abogado te dice: «Bueno, iremos al tribunal y le pediremos al juez lo que queremos y veremos qué dice», ¡es hora de que busques otro abogado! Un buen abogado presenta un caso.

Podrías decir: «No acudimos a Dios como juez, acudimos a Él como padre». Pero si escuchas a los niños, verás que hacen exactamente lo mismo: «Papá, ¿me das un helado? porque dijiste…».

¿Cuál es el argumento decisivo con Dios? El gran argumento decisivo en todas nuestras oraciones es la persona y la obra de nuestro Señor Jesucristo. Su nombre siempre tiene peso ante Dios. Quizás ya tengas la costumbre de presentar tu caso ante Dios y presentar a Jesucristo como tu argumento decisivo sin darte cuenta de lo que estás haciendo.

Acudir a Dios en el nombre de Jesús y basar tus oraciones en lo que Él ha prometido te dará valor al pedir

Al final de tu oración dices: «En nombre de Jesús. Amén». ¿Por qué mencionas el nombre de «Jesús»? Porque, intuitivamente, sabes que Dios está comprometido a hacer todo lo que glorifique a la persona de Jesús y promueva la obra de Jesús. Cuando oras «en el nombre de Jesús», siempre tienes el oído del Padre.

Sí y amén

Por eso nuestro Señor dijo: «En verdad les digo, que si piden algo al Padre en Mi nombre, Él se lo dará» (Jn 16:23). Pedir en el nombre de Jesús significa someter lo que pides a la voluntad de Jesús; pero acudir a Dios en el nombre de Jesús y basar tus oraciones en lo que Él ha prometido te dará valor al pedir.

Jesucristo es el argumento decisivo para toda persona que se acerca a Dios en Su nombre. «Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí» (2 Co 1:20).

¿Cómo puedes estar seguro de las promesas de Dios? ¿Cómo puedes saber que lo que Dios promete es realmente tuyo? Mira a Jesucristo. Pon tu fe y tu confianza en Él. ¡Todo lo que Dios ha prometido cumplir en Cristo será un «sí» para ti!

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