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Lo que Herman Bavinck me enseñó sobre la medicina moderna

He trabajado como médico por más de treinta años. Aunque me encanta mi trabajo (¡no encontrarás un doctor más feliz!), con el paso de los años empecé a sentir una intranquilidad que me carcomía con respecto a mi profesión como un todo. Sentía que algo no estaba bien con esta institución. Pero ¿cómo podría ser? Dedicaba todo el día para ayudar a que las personas se recuperaran de enfermedades. ¿No es eso algo bueno?

Entonces, justo antes de la pandemia, Dios abrió puertas para que pudiera estudiar en el Reformed Theological Seminary por Internet, mientras trabajaba como médico en un hospital de San Francisco a tiempo completo. De manera sorprendente, estudiar teología mientras trabajaba como doctor me permitió empezar a contestar algunas de estas preguntas persistentes.

Entre los diversos recursos que encontré durante mis estudios, un teólogo neerlandés nacido en 1854 llamado Herman Bavinck fue el más útil. A continuación, compartiré cuatro acercamientos de Bavinck a la teología y la vida que me ayudaron a analizar la medicina moderna desde una perspectiva bíblica.

Un compromiso con la doctrina de Dios

Dios, y solo Dios, es el bien supremo del hombre y el bien supremo de todas Sus criaturas. Porque Dios es el Creador y Sustentador de todas las cosas, la fuente de todo ser y de toda vida, y la fuente abundante de todos los bienes. Todas las criaturas le deben su existencia, en cada momento, únicamente a Él, quien es el Ser único, eterno y omnipresente.

En las primeras páginas de su famosa obra Nuestro Dios maravilloso, Bavinck ve toda la vida a la luz de quién es Dios y qué hace (es decir, la doctrina de Dios). Este es el punto de partida para comprender todo en la vida. Abraham Kuyper, contemporáneo de Bavinck, dijo que «no hay ni una pulgada cuadrada en todo el ámbito de nuestra vida humana» que no pertenezca a Dios. Obviamente, esto incluye el campo de la medicina. Para la mayoría de los cristianos que practican la medicina, esta afirmación puede ser fácil de aceptar en teoría, pero confusa a la hora de ponerla en práctica. ¿Qué tiene que ver la prescripción de antibióticos con el carácter de Dios?

Todas las criaturas le deben su existencia, en cada momento, únicamente a Dios, quien es el Ser único, eterno y omnipresente

Puede que sea casi imposible para mí conectar los puntos sobre cómo la doctrina de Dios se aplica a mis decisiones terapéuticas para mis pacientes. Pero Bavinck me enseñó que nada ocurre fuera de la mirada de Dios. Dios es dueño de todo, incluyendo «el ganado sobre mil colinas» (Sal 50:10), y Él sabe cómo todo se conecta consigo mismo y con Sus acciones. Por lo tanto, el análisis teológico de la medicina también debe comenzar con este fundamento.

Un compromiso con el misterio

«El misterio es el alma de la dogmática», escribe Bavinck.

En mis primeros años de la facultad de medicina, la información sobre el cuerpo humano y las enfermedades se enseñaba como hechos fijos escritos en piedra. Sin embargo, a medida que continuaba mi carrera, se hizo evidente el misterio que es la salud humana. En la atención médica moderna, la medicina basada en la evidencia se reverencia como el estándar dorado; sin embargo, todos los médicos te dirán que los nuevos datos de cada ensayo revelan más preguntas.

Bavinck fue un auténtico polímata de su época, un gigante intelectual. Aun así, su respeto por las limitaciones humanas y por la grandeza de la majestad de Dios en Sus revelaciones impregna todos los escritos de Bavinck. Esta postura de humildad me ayudó a darles sentido a los datos médicos disponibles y me impidió caer en un arrogante «complejo de dios». El respeto por el misterio de la salud humana me recordó quién estaba realmente a cargo de la salud de mis pacientes.

Un compromiso con ser justo y equilibrado

«Los lectores suelen encontrar a Bavinck argumentando que siempre hay algo bueno y verdadero incluso en los escritores más erráticos (por la gracia común de Dios)», escribe Gray Sutanto, estudioso de Bavinck. Él resalta la postura de equidad epistemológica de Bavinck, incluso hacia aquellos con quienes discrepaba vehementemente. Bavinck veía todas las verdades como verdades de Dios, independientemente de quién las descubriera.

La curación médica no es posible sin la gracia común. Y la medicina no es la autoridad definitiva en la salud humana; Dios lo es

Esta clase de postura de evaluación imparcial de todas las afirmaciones y conocimientos es especialmente importante cuando se ejerce la medicina. En mi profesión, la mayor parte de lo que hago se basa en estudios y protocolos elaborados por no cristianos. Sin embargo, debido a la gracia común, las verdades de Dios se revelan en la medicina de maneras útiles y dignas de confianza. Los increíbles avances recientes de la medicina moderna, que han mejorado nuestra calidad y esperanza de vida, son evidentes.

Sin embargo, como cualquier otra institución en este mundo del «ya pero todavía no», la medicina es una mezcla de lo bueno y lo malo. Por lo tanto, no hay razón para aceptar o rechazar por completo la validez de la medicina moderna y sus enfoques. Me di cuenta de que esto era cierto a lo largo de muchos años, aunque desearía haberlo sabido cuando era un médico joven. La curación médica no es posible sin la gracia común. Y la medicina no es la autoridad definitiva en la salud humana; Dios lo es.

Un compromiso con ser contextualizado y fiel

«La fe cristiana es el reconocimiento de una obra de Dios —una obra que comenzó en los albores de los tiempos y continúa en esta era— cuya esencia es fruto de los siglos, mientras que su forma es fruto de esta era», escribe Bavinck. «Por mucho bien que hayan hecho en épocas anteriores las obras Kern [Esencia] de Francken, Merg [Médula] de Marck y Reasonable Service [Servicio razonable] de Brakel, ya no pueden volver a cobrar vida. No llegan a la generación más joven e involuntariamente da lugar a la idea de que el cristianismo ya no encaja en la era presente. Por consiguiente, existe una necesidad urgente de una obra que sustituya a estas obras de los padres y presente la verdad antigua en una forma que se corresponda con las demandas de esta era».

En una lectura rápida, esto puede parecer una declaración de compromiso liberal que afirma que los clásicos cristianos atemporales ya no «llegan a la generación más joven». Sin embargo, tras un examen más minucioso, este enfoque refleja la misiología adaptativa de Pablo. Bavinck afirma que, puesto que Dios es soberano en todas las épocas, Su obra es vista por todas las generaciones, pero los detalles de cómo Él obra cambian a medida que cambia el mundo. Bavinck está comprometido con asegurarse de que nuestra fe histórica y ortodoxa se viva sin concesiones, pero de manera relevante para cada generación y en cada circunstancia.

Cuando me convertí al cristianismo en la facultad de medicina, no me di cuenta de lo difícil que sería para los creyentes trabajar en esta profesión. Lidiar con la arrogancia y el cinismo, la exposición repetida a muertes prematuras, la presión por producir ganancias e incluso la amenaza de la responsabilidad civil desilusionaron a muchos trabajadores de la salud.

Es posible tener esperanza en la soberanía absoluta de nuestro Dios inmutable, el cual también permite que los médicos y enfermeros cuiden de los enfermos

Para los cristianos que trabajan en el campo de la medicina, cuando se presentan tales desafíos, la tentación es adaptarse y ser como todos los demás (lo que a menudo implica endurecimiento o escepticismo) o retirarse y aislarse. Pero Bavinck señala que la respuesta cristiana histórica a tales presiones no es ninguna de las dos; mientras nos aferramos a la ortodoxia, también debemos aprender a ser como Daniel en Babilonia, cumpliendo fielmente el llamado de nuestra profesión. Esto requiere hacer el difícil trabajo de la apologética cultural para esta subcultura llamada medicina: aprendiendo a permanecer comprometidos con nuestra vocación al mismo tiempo que nos mantenemos fieles a nuestra fe cristiana histórica.

¿Solo la teología puede salvar a la medicina?

Jeffrey Bishop, un médico ortodoxo oriental convertido en teólogo, escribió una crítica magistral de la medicina moderna titulada The Anticipatory Corpse [El cadáver anticipado]. Después de pintar una imagen pesimista de las filosofías de la medicina moderna, termina con una pregunta retórica: «¿No será que solo la teología puede salvar a la medicina?».

Ahora que estoy a punto de terminar mi preparación en el seminario, me doy cuenta de que esta es la pregunta que he estado tratando de responder todo este tiempo. Sin embargo, a diferencia de Bishop, me atrevo a responder con un entusiasta «¡Sí!».

Sigo teniendo esperanza, no porque esté convencido de que la habilidad humana pueda lograr el bien mayor mediante más avances, sino porque, al estudiar teología en el contexto de mi trabajo como médico, veo que es posible tener esperanza en la soberanía absoluta de nuestro Dios inmutable, el cual también permite que los médicos y enfermeros cuiden de los enfermos. Como respuesta, es un gozo aprender a practicar la medicina coram Deo, «en el temor del Señor, que es el principio de la sabiduría». Al igual que David sirvió «el propósito de Dios en su propia generación» (Hch 13:36), oro para hacer lo mismo cada vez que entro en mi hospital.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por María del Carmen Atiaga.
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