Abrí el chat de mi grupo de discipulado y vi que una amiga estaba compartiendo sus luchas después de un día difícil. Había recibido una evaluación negativa en su trabajo, estaba frustrada con el proceso de enseñar a su hijo a ir al baño y sentía que se estaba quedando corta en todos los sentidos.
«Siento que simplemente no soy suficiente, que no puedo cumplir con las expectativas de nadie».
Se me encogió el corazón por ella. Conocía muy bien esa sensación de insuficiencia y agobio. Otras mujeres del grupo respondieron rápidamente con palabras de ánimo: «Eres una gran mamá, ¡tú puedes con esto!». «Vemos lo mucho que te estás esforzando». «¡Ninguna de nosotras es perfecta, y no pasa nada!». Sus palabras eran amables y bien intencionadas, pero dudé antes de añadir mi respuesta.
Sabía, por mis propias batallas con la vergüenza y la autoexigencia, que esas afirmaciones, aunque reconfortantes en el momento, solo le darían un alivio temporal a su vergüenza. No podían sanar las heridas más profundas de la insuficiencia y la insatisfacción. Ella necesitaba mirar más allá de sí misma, a la verdad bíblica, para poder abordar la raíz de su sentimiento de insuficiencia.
Aliento verdadero
Nuestra cultura nos bombardea con mensajes contradictorios. En un momento se nos dice que aceptemos nuestras imperfecciones: «Eres suficiente tal y como eres». Al momento siguiente, se nos empuja a esforzarnos más: «Trabaja duro, cree en ti misma y podrás lograr cualquier cosa». Incluso en la iglesia, a veces ofrecemos mantras de autoayuda adornados con versículos bíblicos. Sin embargo, estos clichés a menudo no son más que mentiras sutiles o, en el mejor de los casos, verdades a medias.
Cuando hermanos en Cristo acuden a nosotros dudando de su capacidad y su valor, ¿cómo podemos ofrecerles aliento verdadero? En lugar de darles afirmaciones vacías que dirigen su mirada hacia su interior, podemos señalarles las verdades inquebrantables de la Palabra de Dios que elevan su mirada hacia lo alto.
1. Dios te ama incondicionalmente
Mi amiga creía que su valor residía en lo que producía: logros profesionales, que su hijo aprendiera a ir al baño y una casa limpia. Rodeados por una cultura que nos valora según lo que hacemos, los cristianos podemos llegar a asumir que Dios también nos ama basándose en nuestro desempeño para Él.
Cuando un creyente lucha con sentimientos de insuficiencia, en lugar de negar o excusar sus defectos, podemos animarle a recordar el amor fiel que Dios le tiene a pesar de su insuficiencia. Dios pone Su amor en Su pueblo no por nuestros méritos, sino por Su misericordia.
El verdadero aliento consiste en recordarles a los demás que su valor no se basa en un desempeño perfecto, sino en el perfecto amor de Dios por ellos
Podemos dirigir a nuestros amigos a pasajes de la Escritura como el Salmo 103:13-14: «Como un padre se compadece de sus hijos, / Así se compadece el SEÑOR de los que le temen. / Porque Él sabe de qué estamos hechos; / Se acuerda de que solo somos polvo». Decirles a nuestros amigos que son «polvo» puede parecer contraproducente, pero esta es la mejor noticia que podemos darles. El Señor conoce cada una de nuestras imperfecciones y, aun así, nos colma de Su misericordia, gracia y amor inagotable.
Los cumplidos y los mantras culturales solo fortalecen temporalmente la autoconfianza. El verdadero aliento consiste en recordarles a los demás que su valor no se basa en un desempeño perfecto, sino en el perfecto amor de Dios por ellos.
2. Dios te creó con límites
Cuando algunas hermanas en Cristo acuden a mí sintiéndose agobiadas y agotadas, tengo la tentación de ofrecerles alguna «fórmula» o motivarlas a seguir adelante. Aunque Dios nos llama a perseverar, a veces comunicamos sin querer expectativas poco realistas sobre nuestra humanidad: que se supone que debemos hacerlo todo, por nuestra cuenta y a la perfección.
En lugar de animar a nuestros amigos a ignorar sus limitaciones, «¡Tú puedes con esto!», podemos señalarles el buen diseño de Dios en Su creación. Génesis 1 y 2 muestra cómo Dios nos hizo seres humanos con cuerpos, con un género y dependientes de otras personas. Mientras el mundo nos dice que debemos rechazar y superar estos límites, Dios nos dice que son «buenos en gran manera» (1:31).
A menudo, los creyentes se sienten insuficientes por las mismas limitaciones que Dios les ha dado. Se sienten ansiosos y agotados porque intentan ser y hacer lo que Dios nunca planeó para ellos como criaturas finitas. Recordarles que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad (2 Co 12:9) los libera para descansar en los buenos límites que Dios ha puesto alrededor de su cuerpo, mente y alma. En lugar de negar o lamentar los límites, podemos animar a nuestros amigos asegurándoles que sus debilidades profundizan su dependencia de la gracia de Dios.
3. Dios está obrando en ti
Cuando hablo con mujeres que sienten que no son suficientes, a menudo también creen que están solas en sus luchas. En nuestra cultura individualista e independiente, hasta los cristianos podemos creer la mentira de que somos los únicos responsables de nuestro crecimiento y éxito.
Cuando nuestro aliento dirige a otros a buscar la bondad en su interior, solo fomentamos la justicia propia. El verdadero aliento les recuerda la obra fiel de Dios en sus vidas; que Él es fiel incluso cuando nosotros somos infieles (2 Ti 2:13).
Cuando la vida parece abrumadora, podemos alentar a otros creyentes recordándoles que Dios es siempre fiel para completar Su obra en ellos
Podemos levantarles el ánimo con la exhortación de Pablo a la iglesia de Filipos: «Estoy seguro de esto, que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús» (Fil 1:6). Mi amiga del chat no necesitaba un recordatorio de que ella podía hacerlo, sino de que Dios ya estaba obrando en su vida para hacer de ella la empleada, madre, esposa y seguidora de Cristo que Él la destinó a ser. Cuando la vida parece abrumadora, podemos alentar a otros creyentes recordándoles que Dios es siempre fiel para completar Su obra en ellos.
Esperanza verdadera
Dios nos ha dado Su iglesia para recordarnos la verdad cuando tendemos a olvidarla. Como cuerpo de Cristo, podemos ofrecernos un aliento mejor que los mensajes populares de los influencers de las redes sociales, los libros de superación personal o los presentadores de pódcasts. Las afirmaciones del mundo se construyen sobre las arenas movedizas de nuestras emociones y desempeño. Nosotros podemos alentar a nuestros hermanos y hermanas con la verdad de Dios, la cual es sólida como una roca.
Compartir la verdad bíblica no resolverá automáticamente los problemas de nuestros amigos. Pero por el poder del Espíritu Santo, las palabras de aliento bíblicas pueden arraigarse en sus corazones y darles una esperanza verdadera, una que es mejor que cualquier afirmación de autoayuda.