“Oye, pueblo mío, y te amonestaré. ¡Oh Israel, si tú me oyeras! No haya en ti dios ajeno, ni adores a dios extranjero”, Salmos 81: 8, 9.
El peregrinar del pueblo de Israel por el desierto significaba que se enfrentarían con diversos retos que les llevaban en muchas ocasiones a cuestionar la sabiduría de haber dejado la “comodidad” de Egipto. Esto, por supuesto, no era verdad, ya que realmente se encontraban en esclavitud y sufriendo por la opresión de sus agresores. Es interesante notar que en ese peregrinar debían aún celebrar las fiestas establecidas por Dios para recordar la provisión Suya aun en medio del desierto.
Uno de estos retos en medio de la realidad del desierto era cuando al toparse con otros pueblos que tenían sus propios dioses, les era mucho más fácil en un momento dado asimilarles, que hacer batalla y destruirlos. Esto significaba que al hacer alianzas con ellos era también más probable que adoptaran las prácticas paganas y adoración a sus dioses.
El pasaje entonces nos muestra cómo Dios vez tras vez les invitaba a oír Su voz. Este versículo dice que en función de que ellos oyeran Él les amonestaría y no tendrían el problema de tener otros dioses o de inclinarse a ellos.
Me hacia pensar cómo en nuestro caminar por nuestro desierto, hacemos alianzas en lugar de batallar con las cosas que pudieran llegar a ocupar un lugar prominente en nuestra vida y a las que les rendimos también adoración, dioses ajenos a los cuales también nos inclinamos, pero que en realidad nos esclavizan y oprimen.
El llamado también para nosotros es a escuchar la voz de Dios en la meditación de Su Palabra y escuchar Su voz en la predicación del evangelio. Es recibir también con gusto Su amonestación, reconociendo cuando Él nos apunte a las realidades de nuestro corazón, arrepintiéndonos continua y regularmente; así como gozarnos en Su provisión suficiente, completa y perfecta en el evangelio. Él entonces dice que se encargará de asegurarse de que no haya dioses ajenos o extraños en nuestro corazón.
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.