Nuestra interacción teológica y crítica con el arte y los medios de comunicación no debe interpretarse como una aprobación o recomendación. En TGC hablamos a veces de películas, programas de televisión y otras formas de arte principalmente porque tienen un poder explicativo que nos ayuda a entender la cultura a la que intentamos alcanzar con el evangelio. Antes de tomar la decisión de ver cualquier contenido multimedia, recomendamos leer el artículo ¿Debería ver esto? y consultar una guía de contenidos.
La trama basada en multiversos está de moda últimamente en Hollywood, desde la ganadora de la mejor película en este año, Todo en todas partes al mismo tiempo, hasta innumerables superproducciones de cómics como Doctor Strange en el multiverso de la locura (2022) y Spider-Man: Sin regreso a casa (2021). La idea de los multiversos es conveniente para Hollywood porque proporciona una forma semilógica de explicar y justificar los reinicios de franquicias y la intersección de universos cinematográficos. También resulta atractivo para los fans (por razones que analizaré más adelante) y, en general, ha sido rentable.
No obstante, la trama del multiverso me parece aburrida, mala para el cine y deprimente como expresión de la crisis de sentido de la modernidad secular. Dos películas recientes sobre multiversos, Spider-Man: A través del Spider-Verso y The Flash, me ayudaron a entender por qué.
Por qué el multiverso es aburrido
Las películas no son atractivas por sus tramas y estilos ilimitados, que pueden hacer cualquier cosa (¡dedos de salchicha! ¡Cambios aleatorios a universos LEGO!) en un momento. Las películas son atractivas porque funcionan con limitaciones, sujetas a las «reglas» de un mundo contenido así como a lo que los personajes pueden y no pueden hacer.
Por supuesto, en Spider-Man: Sin camino a casa es divertido ver a tres actores de Spider-Man (Tom Holland, Andrew Garfield y Tobey Maguire) formando equipo y luchando contra los malos. Pero, como escribí en su momento, este tipo de cosas terminan resaltando el artificio de una película y debilitando su poder, sacando al público del mundo de la película en lugar de adentrarlo más en él.
Un universo singular, lineal, sin otras opciones, puede parecer limitante y aterrador, pero es lo que tenemos y lo que da sentido, propósito y urgencia a la vida
En la recién estrenada A través del Spider-Verso, los cientos de «personas-araña» que aparecen en la película son tan divertidos como lo es un feed de TikTok. Nunca se sabe qué aparecerá a continuación: gatos araña, dinosaurios araña, monos araña, bebés araña, coches aparcados araña, etcétera. Es el paraíso de sorpresas para los fans, un frenético salpicado maximalista de «¿Dónde está Waldo?» del arte pop. Sin duda, es una proeza artística impresionante. Pero si Spidey puede ser cualquiera o cualquier cosa, ¿pierde la amada especificidad de Hombre-araña su atractivo?
Del mismo modo, en The Flash, podemos ver introducidos en la narrativa a no menos de cuatro actores que han interpretado a Batman. Vemos a varios Supermanes (incluido un divertidísimo Superman de Nicolas Cage). ¿Un guiño divertido? Sí. ¿Pero un drama absorbente? No mucho.
La trama del multiverso puede ser buena para el placer de los fans, pero es mala para el drama emocionante. Le quita interés a la película. Cuando literalmente todo es posible, nada da miedo porque ninguna muerte es definitiva y ningún peligro es final. Siempre hay otro universo en el que las cosas suceden de manera diferente.
Hace poco volví a ver mis películas favoritas de la infancia, Parque Jurásico (1993) y Terminator 2 (1991). Son películas absolutamente absorbentes y terroríficas porque existen en mundos cerrados que se rigen por sus propias reglas. Funcionan porque no pueden cambiar de «mundo» a voluntad. Imaginemos que en Parque Jurásico, los dinosaurios animados de La tierra antes del tiempo hicieran cameos en las escenas de acción real de Spielberg. ¿O si, en Terminator 2, James Cameron hiciera que Ripley (Sigourney Weaver) de Aliens (1986) entrara en el mundo a través de un agujero de gusano para viajar en el tiempo y se uniera a Sarah Connor para proteger a John del T-1000? Estas aventuras a través de universos podrían resultar divertidas en un primer momento, pero acabarían con la inmersión dramática de esas películas.
En el arte dramático y en la vida, el «todo es posible» hace lo contrario de hacer las cosas atractivas y bellas: las hace aburridas. Como lo describe el Bruce Wayne de Michael Keaton en The Flash (con una divertida metáfora de espaguetis), el multiverso es un «desastre caliente».
Por qué resulta atractivo el multiverso
Aun así, el atractivo del multiverso es comprensible. Para los espectadores nostálgicos que han crecido en los diversos mundos de la cultura pop, es divertido verlos chocar. Sonreí cuando Keaton, en The Flash, pronunció su icónica frase del Batman de 1989: «¿Quieres volverte loco? Volvámonos locos». Este tipo de guiños intertextuales son divertidos. Las películas multiverso juegan con la reflexividad de la cultura pop, llevando a los espectadores a un viaje por la memoria lleno de juguetes, juegos y cómics de la infancia.
El actor Michael Shannon, que interpreta al General Zod en The Flash, comentó recientemente: «Estas películas de multiversos son como si alguien jugara con figuras de acción. Es como: “Aquí está esta persona. Aquí está esa persona. Y están luchando”». El multiverso funciona como una especie de baúl de juguetes de la infancia: podemos sacar nuestras figuras de acción de Batman y Zod y aplastarlas en una pelea de fantasía. Eso es lo que ocurre hasta la saciedad en las películas multiversales de hoy en día.
Esto ofrece un anticipo de lo que podrían ser las películas en nuestro futuro de inteligencia artificial, cuando probablemente seamos capaces de generar películas a medida con una simple instrucción a la inteligencia artificial (IA). Podemos dar una indicación narrativa como «Spiderman se enfrenta al Joker, ambientada en la Inglaterra de Jane Austen, con un cameo de Peter Pan interpretado por mi propio avatar fotorrealista, como si estuviera dirigida por Terrence Malick». Y ¡zas!, una película entera hecha por la IA según nuestras especificaciones, por extravagantes que sean. Es el juego libre de la caja de juguetes de nuestra infancia, renderizado en CGI en nuestra pantalla plana. ¿Por qué no? El atractivo «todo es posible» del multiverso es solo un anticipo del futuro sin límites del entretenimiento (en el episodio de la sexta temporada de Black Mirror, «Joan Is Awful», hay una visión distópica de esto).
Mientras tanto, la estética del multiverso refleja la estética de las redes sociales, que consiste en trozos de diversión efímera desconectados y en constante movimiento. La generación Z recibe el mundo en forma de contenidos de estilos muy diferentes e ideas divergentes, concentrados en un plano «narrativo» en el que la multiversidad de significados no es tanto un concepto etéreo como una realidad cotidiana. El ecléctico buffet de las redes sociales ha entrenado nuestra imaginación para la experiencia omnipresente de una película como Todo en todas partes al mismo tiempo o (especialmente) A través del Spider-Verso. Estas alocadas películas llegan a toda velocidad, ofreciendo un flujo kinético de diversiones visuales y auditivas en lugar de una narrativa coherente. Imitan la experiencia de las redes sociales.
El multiverso como trascendencia secular
Más allá de estas razones estéticas y consumistas del atractivo del multiverso, creo que hay una razón más profunda por la que el multiverso tiene tanta resonancia. Funciona como una especie de sustituto secular y de ciencia ficción del cielo. Mientras las generaciones anteriores encontraban esperanza en la realidad de la vida después de la muerte, la generación del multiverso encuentra esperanza en la perspectiva de la vida en otros universos. Es un mecanismo de supervivencia en un mundo ansioso que se siente fundamentalmente incontrolable. Quizá mi vida sea mejor en otro universo. Quizá pueda cambiar la línea temporal o reiniciarme.
The Flash gira en torno a la esperanza de una línea temporal alternativa. [Alerta de spoilers] La tensión de la película gira en torno a Barry «The Flash» Allen (Ezra Miller), que sufre la muerte de su madre cuando era niño y trata de volver atrás en el tiempo (o a otros multiversos) para evitar su asesinato. Aunque no pueda salvarla en su universo, encuentra consuelo en la perspectiva de que hay millones de universos y sin duda ella sigue viva en algunos de ellos. «Mi madre siempre estará viva, en algún lugar del tiempo», dice Allen casi al final de la película, replanteando la idea de las almas eternas en términos de ciencia ficción de infinitas líneas temporales y universos.
Solo tenemos una vida que vivir, al menos en este lado de la eternidad. Esto significa que hay mucho en juego y que la vida es inherentemente dramática
También en este caso se entiende por qué la trama multiversal reduce la tensión dramática. Porque aunque haya mucho en juego en un universo (por ejemplo, Barry siente la urgencia de retroceder en el tiempo para salvar a su madre en su universo), sin duda es menor o inexistente en otros. Si la madre de Barry está muerta en algunos universos, seguramente está viva en muchos otros. Si esto es cierto para cualquier trauma que suframos, dolor que causemos o error que cometamos, entonces nuestras acciones no tienen consecuencias definitivas y el mundo carece de sentido. «Podemos hacer lo que queramos», por citar a Evelyn en Todo en todas partes al mismo tiempo.
Pero un mundo nihilista y sin sentido no es sostenible ni especialmente atractivo. Necesitamos algunos asideros de sentido. Tanto en The Flash como en A través del Spider-Verso, esto viene en forma de «intersecciones inevitables» y «eventos canónicos» que funcionan como momentos trascendentales, divinamente orquestados, en los que se cruzan múltiples líneas temporales y universos. En un mundo en el que podemos controlar, reiniciar o cambiar la línea temporal, los acontecimientos canónicos son momentos inevitables y predestinados que no podemos manipular. Se sitúan en un plano superior que se aproxima a la trascendencia divina y, de algún modo misterioso, aportan un sentido a un multiverso en el que todo vale.
Un mejor y verdadero “evento canónico”
La necesidad de «eventos canónicos» e «intersecciones inevitables» en la trama del multiverso revela una necesidad humana fundamental de un significado unificado y una verdad que existan más allá de nosotros, nos guste o no. Un multiverso puede ser divertido de ver y estimulante de pensar, pero un universo —un lugar tangible, con un principio y un final, al que todo lo que existe está irrevocablemente ligado— resuena en nuestros corazones. Un universo singular, lineal, sin otras opciones, puede parecer limitante y aterrador, pero es lo que tenemos y lo que da sentido, propósito y urgencia a la vida.
Los cristianos sabemos que solo hay un universo creado, formado en su totalidad y sostenido por el único Dios verdadero (Gn 1:1; Pr 16:4; Col 1:16-17). Solo tenemos una vida que vivir, al menos en este lado de la eternidad. Esto significa que hay mucho en juego y que la vida es inherentemente dramática. Pablo lo dice claramente: «No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. Porque el que siembra para su propia carne, de la carne segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna» (Gá 6:7-8).
Nuestras acciones tienen consecuencias eternas. Si un ser querido muere sin conocer a Cristo, no hay universos alternativos en los que podamos revertir el tiempo y compartir el evangelio con esa persona antes de que sea demasiado tarde. Si malgastamos nuestras vidas rebelándonos contra Dios y rechazando Su gracia, no existe la opción de «reiniciar» cuando lleguemos a nuestro último aliento.
Hay mucho en juego porque la vida real no es una película y el multiverso no es real.
Como cristianos en un mundo donde la ansiedad generalizada se canaliza en la esperanza secular de un multiverso, seamos claros: la falsa esperanza decepcionará, pero la esperanza verdadera existe. Es una esperanza que no encontramos en una serie infinita de caminos, verdades y vidas que podríamos encontrar por nosotros mismos, sino una esperanza que recibimos en un hombre que se declaró a Sí mismo el camino, la verdad y la vida (Jn 14:6). Él es el mejor y verdadero «evento canónico», en torno al cual gira todo lo demás.