Este artículo es un fragmento adaptado del libro Diccionario conciso de términos teológicos, escrito por Christopher W. Morgan y Robert A. Peterson (B&H Español, 2022).
Los dones del Espíritu son las habilidades espirituales del Espíritu Santo dadas al pueblo de Dios para que, por medio de su uso, edifiquen al cuerpo de Cristo y den gloria a Dios.
En tres capítulos de una de sus cartas (1 Co 12–14), el apóstol Pablo nos enseña siete verdades sobre los dones espirituales:
1) Vemos la conocida paradoja de la soberanía divina/responsabilidad humana.
El Espíritu asigna de forma soberana los dones «como Él quiere» (1 Co 12:11), y Pablo nos ordena «procurad los dones espirituales» (1 Co 14:1). Cuando codiciamos dones que no tenemos, debemos someternos a la soberanía del Espíritu. Cuando estamos inactivos, debemos obedecer el llamado de Dios de servirle usando nuestros dones.
2) Los corintios necesitaban un discernimiento espiritual básico.
Por eso Pablo advierte: «Por tanto, les hago saber que nadie hablando por el Espíritu de Dios, dice: “Jesús es anatema”; y nadie puede decir: “Jesús es el Señor”, excepto por el Espíritu Santo» (1 Co 12:3).
3) Nuestros dones espirituales corresponden a la unidad y diversidad de la Trinidad.
«Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos» (1 Corintios 12:4-6).
Hay un Espíritu Santo, un Señor Jesús y un Dios Padre. La unidad de la iglesia se basa en la unidad de la Trinidad. Los diferentes dones, ministerios y actividades reflejan las diferencias entre las tres personas y hay un proceso: los diferentes dones del mismo Espíritu se usan en diferentes ministerios para servir al mismo Señor Jesús, ya que el mismo Padre da poder a los dones. Cuando servimos a la iglesia, la Trinidad nos usa para bendecir a otros.
4) Los dones espirituales tienen un propósito claro según la Escritura.
Pablo da el propósito de los dones espirituales: el Espíritu los da «para el bien común» (1 Co 12:7). Pedro está de acuerdo: Dios nos ha dado a cada uno de nosotros al menos un don espiritual. «Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndose los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 P 4:10). Los dones son expresiones de la gracia de Dios, que se nos da para que podamos servir a los demás y beneficiarlos (Ro 12:6–8).
Los dones son expresiones de la gracia de Dios, que se nos da para que podamos servir a los demás y beneficiarlos
5) Los dones espirituales y la unidad en la diversidad.
Pablo compara la unidad en la diversidad de nuestros cuerpos físicos con la unidad en la diversidad que el Espíritu trae a la iglesia (Ro 12:4-5; 1 Co 12:12-13). Los miembros ordinarios de la iglesia no son innecesarios ni carecen de importancia (1 Co 12:14-20). Los miembros en el primer plano no son más necesarios o importantes que otros (1 Co 12:21-24). Dios quiere «que en el cuerpo no haya división, sino que los miembros tengan el mismo cuidado unos por otros» (1 Co 12:25).
6) El amor mutuo es imperativo para que los dones funcionen correctamente en el cuerpo de Cristo.
Los dones espectaculares sin amor son «nada» (1 Co 13:1-3, RV60). La descripción que hace Pablo del amor es encantadora y demasiado elevada para que la alcancemos sin la obra del Espíritu (1 Co 13:4-7). A diferencia de los dones espirituales, el amor permanece para siempre (1 Co 13:8-12). No debemos subestimar el amor, porque es más grande que la fe y la esperanza (1 Co 13:13).
7) La profecía y las lenguas exigen cuidado.
Pablo insta a los creyentes del primer siglo a buscar el amor y los dones espirituales, especialmente la profecía, para edificar la iglesia (1 Co 14:1, 12, 39).
- La profecía fue más provechosa en la iglesia del primer siglo que el hablar en lenguas (1 Co 14:2–25).
- La profecía se habla a las personas con la mente, no con el espíritu, para edificarlas, animarlas y enseñarlas (1 Co 14:3–4, 31).
- La profecía es una señal para los incrédulos que Dios usa para demostrarles su realidad (1 Co 14:22-25).
- Las lenguas se hablan a Dios con el espíritu, no con la mente, en misterios por el Espíritu para edificar al que habla (1 Co 14:2, 4, 14, 28).
- Cuando se interpretan las lenguas, estas edifican a la iglesia, pero las lenguas no interpretadas no producen edificación (1 Co 14:5-12).
- Pablo habla en lenguas, pero no en la iglesia sin interpretación (1 Co 14:15-19).
- Pablo dice que la iglesia no debe prohibir el hablar en lenguas (1 Co 14:39).
- Él insiste en el orden en los servicios de adoración y todo debe hacerse para edificación (1 Co 14:26–39).
- Él da reglas para hablar en lenguas: los oradores están limitados a tres por reunión, deben hablar uno a la vez y la interpretación es necesaria (1 Co 14:27-28).
- No podrían hablar más de tres profetas y los demás deben sopesar lo que se está diciendo (1 Co 14:29–33).
- Ellos también deben hablar uno a la vez (1 Co 14:31), y es la voluntad de Dios que los oradores tengan dominio propio (1 Co 14:32-33, 40).
A diferencia de los dones espirituales, el amor permanece para siempre
Los evangélicos, en su gran mayoría, están de acuerdo en estos asuntos primarios relacionados con los dones, pero discrepan en los secundarios. Estamos de acuerdo con que ciertos dones han cesado, en términos específicos, los de apóstoles y profetas como aquellos que hablan revelación autorizada de Dios. También estamos de acuerdo con que ciertos dones continúan, incluido el de servicio, enseñanza, exhortación, dar, liderazgo y misericordia (Ro 12:6–8). Los creyentes de diferentes herencias doctrinales no nos hemos puesto de acuerdo con respecto al cese o la continuación de los llamados dones de señales, que incluyen sanidad, milagros, profecía y lenguas (1 Co 12:9-10). No obstante, deberíamos estar de acuerdo con que ningún don espiritual es esencial para la salvación o el servicio, porque todos los corintios fueron bautizados con el Espíritu, aunque no todos hablaron en lenguas (1 Co 12:13, 30).