Este es un fragmento adaptado del libro Santos y sinvergüenzas en la historia de Jesús (CLIE, 2021), Nancy Guthrie.
En Mateo 23, Cristo enumera una lista de actitudes que revelaba lo que realmente había en el corazón de los fariseos. Al considerar la lista que describe la hipocresía religiosa, queremos usarla como una oportunidad para ser sinceros con nosotros mismos y con Dios, y así huir de cualquier tendencia hipócrita en nuestras vidas.
1) Los hipócritas religiosos están más interesados en ser autoridad que en vivir bajo autoridad (Mt 23:2-4)
Los fariseos habían convencido a casi todos de que eran la autoridad en la ley de Moisés, tanto en la forma de interpretarla como de aplicarla. En Mateo 23:2-4, Jesús estaba diciendo que los fariseos debían interpretar con precisión las Escrituras, y que ellos mismos debían obedecerlas. El problema era que ellos no las obedecían.
La ley de Dios tiene que ver con el corazón, y veremos que los fariseos no estaban preocupados por el estado de su corazón ante Dios; estaban enamorados de la autoridad que ejercían. A ellos no les interesaba vivir bajo la autoridad de Dios. Querían elegir las leyes que les convenían y evitar las que no les convenían. Querían agregar sus propias leyes a la ley de Dios que podían usar para dominar a los demás. Estaban mucho más interesados en controlar el comportamiento de los demás que en compartir las cargas de los demás.
2) Los hipócritas religiosos están más interesados en impresionar a otros que en servir a otros (Mt 23:5-12)
“Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues agrandan sus filacterias y alargan los adornos de sus mantos” (Mt 23:5). Todas las acciones de los fariseos estaban contaminadas de orgullo. Se vestían y se ataviaban para parecer más devotos de lo que realmente eran.
Los fariseos estaban mucho más interesados en controlar el comportamiento de los demás que en compartir las cargas de los demás
A los fariseos les encantaba entrar a la sinagoga atestada de gente y sentarse al frente en los asientos que estaban reservados para ellos. Los hacía sentir muy importantes. Les encantaban los títulos honoríficos que la gente les atribuía: “Rabí”, “Padre”. No les interesaba ser creyentes comunes; no les interesaba ser hermanos y compañeros en el camino de la fe. Querían estar al frente de la manada, ser expertos reconocidos, conocedores de todos los pormenores de la vida con Dios. Lo que no les interesaba en absoluto era ser siervos. Querían impresionar, no ser sumisos. Querían que otros los honraran, no humillarse ante los demás. Estaban mucho más preocupados por parecer santos que por ser genuina y profundamente santos (Mt 23:11-12).
3) Los hipócritas religiosos están más interesados en imponer reglas que en conceder gracia (Mt. 23:13)
¿Alguna vez te han cerrado la puerta en la cara? ¡Qué vívida imagen usa Jesús cuando habla de cerrar la puerta en la cara a aquellos que anhelan ser aceptados en la presencia de Dios para siempre! Estos líderes religiosos debían desesperarse por abrir la puerta; en cambio, cerraban en la cara de las personas la puerta rotulada “santidad por gracia” e incluso las empujaban por la puerta rotulada “santidad por obras”. ¡Qué crueldad!
4) Los hipócritas religiosos están más interesados en convencer a otros de que tienen razón que en ser verdaderamente justos (Mt. 23:15)
Fíjate en el celo con que los fariseos difundían su religión equivocada. Imagina el costo y el rigor del viaje en el primer siglo. Estos son los tipos de “viajes misioneros” que realizaban los fariseos. Piensa en el esfuerzo requerido para convencer a alguien inmerso en la mitología griega o en el misticismo pagano para que siguiera la ley rabínica sobre la limpieza ceremonial, que dejara de comer carne de cerdo y que contara la cantidad de pasos que hacía el día de reposo. Qué cruel es aprovecharse de personas dispuestas a confiar en la palabra de aquellos que creían que eran más versados en la revelación de Dios que ellos.
Los hipócritas religiosos están más interesados en convencer a otros de que tienen razón que en ser verdaderamente justos
En lugar de enfatizar la gracia y la misericordia de Dios disponibles para los pecadores, los fariseos imponían a estos conversos al judaísmo farisaico una carga de abnegación de por vida que no los llevaba a ninguna parte. Estos hipócritas recibían méritos por la conversión de una persona, pero al final, en función de la eternidad, era una pérdida para todos los implicados.
5) Los hipócritas religiosos están más interesados en la justicia que se puede medir que en la justicia que importa (Mt 23:16-24)
En Mateo 23:16-24, cinco veces Jesús describió a los fariseos como ciegos. Eran “guías ciegos” (v. 16) e “insensatos y ciegos” (v. 17). Ellos no podían ver el camino hacia la paz con Dios. No era porque la palabra de Dios que estudiaban no se lo revelaba. Era que se habían negado a ver la verdad. Y no eran solo ciegos; eran guías ciegos. Tenían la intención de guiar a otras personas en su propio camino desviado que promulgaba “nunca serás suficientemente bueno” y “nunca lo lograrás”, que solo conducía a la destrucción.
El profeta Zacarías explica que lo que realmente importa es que seamos rectos en nuestros juicios y que mostremos bondad y misericordia unos por otros (Zac 7:9). Los fariseos ignoraban los mandamientos del tamaño de un camello. Al diezmar sus especias e ignorar estos mandamientos más importantes, era como si colaran el mosquito, pero tragaran el camello. Habían perdido por completo el sentido de la proporción en términos de lo que importa a Dios.
Esto me lleva a preguntarme: ¿Qué cosas estoy perdiendo de vista? ¿Amo lo que Dios ama y aborrezco lo que Él aborrece? ¿Estoy motivado por lo que le importa o más motivado por mis propios intereses, conveniencia, inclinaciones y reputación?
6) Los hipócritas religiosos están más interesados en la apariencia externa que en la realidad interna (Mt 23:25-28)
Una taza que está sucia por dentro ilustra a una persona que está llena de la contaminación del pecado en su interior. Los fariseos se preocupaban mucho por los rituales para la pureza, que abordaban a través de elaborados rituales de limpieza para que parecieran estar limpios ante cualquiera que los observara. Sin embargo, no les preocupaba contaminarse con la avaricia ni ensuciarse con los excesos que se habían asentado en sus vidas.
La fuente de la hipocresía religiosa es un corazón de piedra que no se ha transformado totalmente en un corazón de carne a través el Espíritu Santo
Después de la ilustración de una taza sucia, Jesús recurrió a una segunda imagen. Jesús dijo que los fariseos eran como sepulcros blanqueados. Se veían bien por fuera, pero había muerte por dentro. Esto revelaba la clave del problema de los fariseos. Estaban muertos por dentro. Espiritualmente muertos. A pesar de que trataban de vestirse y pintar con cal su falta de vida.
Esta es la fuente de la hipocresía religiosa; la muerte espiritual, un corazón de piedra que no se ha transformado totalmente en un corazón de carne a través del poder del Espíritu Santo.
7) Los hipócritas religiosos están más interesados en silenciar la convicción que en responder a la convicción (Mt 23:29-31)
Los fariseos se esforzaban por edificar, adornar y mantener la tumba de los profetas, pero no querían honrarlos. Ellos debían escuchar lo que los profetas enseñaban. Los fariseos pensaban que estaban aliados con todo lo que era bueno y correcto, pero Jesús estaba señalando que en realidad estaban aliados con todos sus antepasados que se negaron a tomar en serio las palabras convincentes de los profetas y en cambio trataron de silenciarlos. De hecho, en el transcurso de la pascua, los fariseos harían exactamente lo que sus antepasados hicieron a los profetas. Buscarían silenciar al Profeta Supremo mediante un plan para matarlo.
Si queremos luchar contra nuestra tendencia hacia la hipocresía arrogante, tenemos que descubrir cómo podemos servir a Cristo al servir a otras personas que no tienen nada que ofrecernos, y luego resistirnos a dar a conocer nuestro servicio en una conversación o en las publicaciones de las redes sociales. Si queremos arrepentirnos genuinamente sobre exhibiciones públicas de nuestra “espiritualidad” en el pasado, debemos reconocer que la hipocresía pierde su poder cuando somos sinceros sobre la oscuridad de nuestro propio corazón en presencia de nuestros hermanos y en una relación real con Dios a través de su Hijo (Stg. 5:16).