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Recuerdo mis primeras clases de música, aunque no con mucha claridad. Mis padres habían conseguido que un maestro de piano llegara todos los sábados a casa para enseñarnos a mí y mis tres hermanos. Este hombre pronto se convirtió en persona non grata, porque representaba la interrupción de nuestras caricaturas matutinas.

Con todo, este esfuerzo tendría su fruto cuando empecé a interesarme más y más por las artes algunos años más tarde. El Señor me dio la oportunidad de seguir formándome en la iglesia local, donde recibí clases de piano, instrumentos de viento, y pude ser parte del coro infantil. ¡Es una etapa de mi vida que recuerdo con enorme gratitud!

Eventualmente Dios me permitió ir al seminario bíblico, donde continué los estudios en piano. Después me integré en una iglesia local donde serviría como parte del equipo de adoración y dirección coral por al menos 10 años.

Verdaderos adoradores

Verdaderos adoradores

Poiema Publicaciones. 176.

Verdaderos adoradores no es un libro exclusivo para músicos y cantantes. Más bien se trata de una invitación del autor, Bob Kauflin, a considerar un llamado supremo: “ser contados entre los adoradores de Dios”. No importa si tocas un instrumento con gran habilidad, si eres un arquitecto de profesión, o una ama de casa, ¡Dios está buscando verdaderos adoradores!

Poiema Publicaciones. 176.

Algo es cierto desde mi primera clase de música en casa hasta la última clase de piano en el seminario: ¡nada de este recorrido y experiencia me convertirían en un adorador! De hecho, no tienes que ser músico o cantante para ser un adorador. Y quizá esta sea una de las confusiones más grandes que ha habido en la iglesia por años.

Verdaderos adoradores no es un libro exclusivo para músicos y cantantes. Más bien se trata de una invitación del autor, Bob Kauflin, a considerar un llamado supremo: “ser contados entre los adoradores de Dios” (p. 15). No importa si tocas un instrumento con gran habilidad, si eres un arquitecto de profesión, o una ama de casa, ¡Dios está buscando verdaderos adoradores!

A lo largo de nueve capítulos, con un lenguaje llano y principios bíblicos claros, Kauflin nos ayuda a ampliar nuestra perspectiva bíblica de la adoración. Así como aquella mujer samaritana (Jn. 4:1-42), en nuestros corazones existe mucha confusión sobre cómo luce la adoración verdadera. Y las palabras que Jesús le habló a ella en aquel entonces, también nos hablan a nosotros hoy.

“[Jesús] nos ayuda a ver que la adoración empieza con la gracia abundante de Dios, no con nuestros grandes esfuerzos. Nos muestra que Él es el centro de la verdadera adoración, no nuestras preferencias personales, experiencias emocionales ni tradiciones religiosas. Nos presenta nuevas realidades que nos satisfacen profunda y eternamente que nos liberan de la esclavitud a cosas que sabemos solo satisfacen temporalmente” (p. 24).

Este libro, que muchos colocaríamos en la sección de música cristiana, termina hablándonos de cuál era el propósito de Dios desde el Edén, de cómo el pecado nos apartó de ese camino, y de cómo a través de Cristo podemos adorar en espíritu y verdad (He. 10:19-22).

Además, Bob nos ayuda a examinar el rol importante que ocupan el Espíritu Santo, la Palabra de Dios, y la comunidad de creyentes en la vida de un adorador verdadero. Relacionado con este último elemento, Kauflin toma dos capítulos enteros para hablarnos del papel de la música congregacional en la adoración.

Los verdaderos adoradores también cantan (capítulo 6), nos presenta una palabra de aliento y exhortación a los diferentes grupos de cristianos que encontramos en la iglesia: los que cantan apasionadamente, los que no tienen talento y prefieren guardar silencio, y los que son indiferentes y piensan que el canto es algo “bonito pero innecesario”.

Preguntas honestas, respuestas concretas

Quizá uno de los mejores aportes de este libro, es el abordaje de preguntas honestas y comunes que muchos no sabemos responder: ¿Y si no puedo cantar? ¿Y si no tengo ganas de cantar? ¿Por qué cantamos canciones viejas (o nuevas)? ¿Qué pasa si me siento como un hipócrita cuando canto? ¿Qué debo hacer cuando me distraigo? ¿Qué pasa si las canciones no tienen mucha profundidad teológica? ¿Qué pasa si mi nueva iglesia tiene una liturgia o estilo completamente distinto al que conozco?

Dos verdades sobresalen conforme Kauflin responde estas preguntas. Primero, cantar con la iglesia no se trata de tener una buena voz, sino de saber si tengo un canto que ofrecer. “Y si eres un verdadero adorador que ha sido perdonado y reconciliado con Dios a través de la obra expiatoria de Cristo, la respuesta es un rotundo” (p. 95, itálicas del autor). Segundo, que debemos “ver cada obstáculo, distracción y prueba como una nueva oportunidad para declarar las excelencias de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable” (p. 126).

Verdaderos adoradores es un tratado que nos lleva a considerar la adoración a la luz de la eternidad, pues es tan fácil “dejarse llevar por los debates en torno a la adoración en esta vida, que llegamos a descuidar la descripción que da la Biblia sobre la adoración en la vida venidera” (p. 148).

Aquello que hacemos ahora es una sombra de lo que está por venir. La adoración que ofrecemos hoy es tan solo un preludio de la sinfonía que sonará por la eternidad. Y por esa precisa razón es importante recordar que la adoración no es un tema exclusivo de algunos cristianos dotados musicalmente, sino de todos aquellos que hemos sido redimidos por la sangre del Cordero de Dios. Como escribe Kauflin, “Si entendemos plenamente lo que está en juego cuando hablamos de adoración, nos costará ser indiferentes a la misma” (p. 154).

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